Guillermo Abarca es un canastero que vende sus preciosos productos en Curridabat y este martes 5 de mayo festejó sus 67 años con una inusual popularidad en redes sociales.
Este fin de semana, de repente, don Memo empezó a salir en Instagram y luego en diferentes redes sociales, en páginas de negocios o de personas que lo ven a diario.
Su pegue fue a raíz de una publicación que una muchacha le hizo en Instagram y que empezó a generar likes y compartidos.
Las publicaciones invitan a la gente a comprarle productos a él, pues es un artesano talentoso, adulto mayor, que la pulsea bien bonito y hasta se protege para vender las canastas.
El hombre bretea desde los 10 años y este martes lo contactamos para saber su historia.
Don Memo nos contó que estaba de manteles largos, en su vuelta número 67 al sol, pero no le hizo mucha bulla al festejo. Dijo que sería un día más, sin queque de cumpleaños ni una cena especial. Fue un día como todos los demás.
“¿Sabe cuál es el mejor regalo que tengo?, la salud, el trabajito que da el sustento y mi familia. Eso es lo mejor”, dijo este campeón.
Memo Abarca vende sus canastas de caña de bambú en Curridabat, 700 metros al norte del Colegio de Ingenieros y Arquitectos, donde es muy popular.
“Comencé a trabajar con cositas pequeñas y me fui hasta llegar a hacer cosas grandes. Mi papá, Evangelista Abarca, me enseñó. Primero hacía canastas pequeñas para prensas, luego basureritos, hasta las canastas para ropa... me llevó mucho tiempo”, dijo.
Con el esfuerzo de su trabajo, don Memo sacó adelante a sus cuatro hijos, hoy grandes y con educación y puede llevar sustento a su hogar. Él vive con su compañera de trabajo, Blanca Rosa Cerdas.
“No me sobra nada, Diosito me depara comida, cositas para la casa y un cinquito por cualquier emergencia porque todos los días se come, uno debe ahorrar, por una enfermedad, por cualquier cosa”, dijo.
Con mucha voluntad y esfuerzo, don Memo sabe que todo en la vida cuesta y por eso se dice un trabajador de a por derecho.
“Todo es con esfuerzo y como decía mi papá, siendo valiente, bajo el sol, el frío, la lluvia. Todo cuesta, nada cae del cielo, solo el agüita de la lluvia.
“Me crié en La Carpintera de Tres Ríos, en la calle Pisa Barros, tiene historia, ahora es pavimentada, pero se llamaba así porque hace tiempo las señora pasaban para arriba y para abajo y marcaban los dedos de los pies en la calle, en el barro y se le puso así”.
Comentó que tiene panelitas de cinco mil, siete mil, 12 mil y 15 mil colones y las canastas grandes valen de 25 mil colones hasta los 45 mil colones.