Mientras los vecinos ni se asomaron a la ventana, doña Karla Clark, nicoyana de la pura cepa, armó tremendo fiestón hasta con carne asada enfrente de su casa para disfrutar en familia el eclipse total de sol en Arlington, Texas, Estados Unidos.
Doña Karla tiene 21 años de vivir en Estados Unidos y nos recordó que cuando tenía cuatro años, en 1991, quedó marcada para toda la vida porque vivió el eclipse total de sol aquí en Costa Rica.
“Era muy pequeñita, pero sí me acuerdo de escuchar los gallos cantando y cantando, además de ver a las vacas sin saber ni para dónde ir”, recordó la tica.
Resulta que desde el 2017 que hubo otro eclipse total en Estados Unidos, la tica se viene preparando porque en aquella oportunidad no fue total donde ella vivía. Se informó bien y sabía que en el 2024 le llegaría la oportunidad.
“En el 2017 yo no tenía hijos, ahora tengo dos (Benjamín y Kamila) y junto con mi esposo (Benjamín), mi mamá (doña Ana Bermúdez), mi hermano (Juan) y uno de sus hijos, montamos la fiesta aquí en mi casa.
“Aunque a mi jefe no le gustó mucho, le pedí el día libre para armar la fiesta, fue un picnic verdadero, una carnita asada como le llamamos en Costa Rica. Éramos los únicos vecinos enfiestados, pero eso no me importa porque nos divertimos demasiado”, reconoce la tica.
Este lunes 8 de abril, doña Karla se levantó tempranito, se fue para una carnicería de mexicanos que ya tenía conversados y compró un buen montón de carnita ya adobada y lista, nada más de echarla al fuego.
A la carnita le arrimó un guacamole que también ya venía listo. Por supuesto, no faltó el buen cafecito tico.
“Usted sabe que antes del embarazo no tomaba café, me daba hasta taquicardia, pero nacieron mis hijos y con el segundo embarazo se me reseteó el sistema y ahora no aguanto que alguien que venga de Costa Rica no me traiga café”, advirtió.
Cuenta la tica que su hermano, Juan, no estaba muy convencido de llegarle a la carnita asada porque el eclipse no le llamaba mucho la atención, pero era porque jamás había vivido uno.
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“Fue impresionante el momento en que todo se oscureció, igual que en Costa Rica en 1991, me acordé de mi amada Nicoya en ese instante de oscuridad, nada más que aquí no hubo gallinas ni vacas.
“Mi hermano, quien horas antes del eclipse me dijo que no sabía si iba a llegar, después del espectáculo que nos mandó Dios me dijo: ‘Muchas gracias por invitarme e insistir, no quería venir y terminé disfrutando demasiado, es impresionante lo que viví, no tengo palabras’”, comentó doña Karla.
Después del eclipse, pues al día le quedaban muchas horas todavía, se acabó el show solar, pero siguó la fiesta.
“Para eso compramos bastante carne para que la parrillada fuera bien larga y sabrosa. Nos pusimos a chorrear más café y seguimos disfrutando. En familia se disfrutan mejor las cosas y me gusta que las disfrutamos tal y como somos los ticos, bien fiesteros y familiares”, reconoció con alegría.