“Un bosque primario es otro mundo completamente, es estar entre árboles que jamás han sido tocados por el hombre y escuchando pájaros y diferentes tipos de animales; es disfrutar del especial y único sonido que hace la naturaleza cuando está llena de vida… no hay sonidos artificiales”, comentó Kimberly Monge Espinoza, quien es dueña de 19,5 hectáreas de bosque en La Mina de Tayutic de Turrialba, al describir su labor.
Todo el terreno de doña Kimberly está dentro de programa de Pago por Servicios Ambientales (PSA) del Fondo Nacional de Financiamiento Forestal (Fonafifo).
Este programa fue declarado, el pasado domingo 17 de octubre, por parte del príncipe William de Inglaterra y la Fundación Real, como ganador de la primera edición del Premio Earthshot, el cual reconoce los esfuerzos que se hacen en el mundo por conservar el medio ambiente. El premio incluye 863 millones de colones para el país.
“La gran alegría de ese terreno en Turrialba, además del bosque primario que tiene, es que hay una naciente de agua, o sea, desde ahí nace el río Platanillo, lo cual nos motiva a mantener bien conservada la zona para evitarle cualquier tipo de contaminación al río.
“En verdad que la naturaleza nos da cosas que no podemos explicar. Saber que dentro de mi propiedad nace un río es una responsabilidad con el país y con el mundo, por eso nos esforzamos todos los días en cuidar la finca. No es un asunto de un terreno cualquiera, hablamos de un pulmón para el país y el planeta”, analiza doña Kimberly.
Don Rafael Rivera Brenes, por su parte tiene 250 hectáreas en La Arena de Liberia, Guanacaste y eso lo llena de orgullo porque considera que es su mejor herencia para sus seis hijos y el granito de arena que le ha aportado al ambiente.
“La naturaleza es sabia y agradecida cuando uno la cuida y la chinea. Poco a poco se van viendo animales que mucha gente ni siquiera conoce y jamás ha visto. Ya en la finca he visto tolomucos, también hay bastantes cherengas, al igual que venados.
“Me encanta ver como la naturaleza se multiplica porque a la hora de las verdades esto (sus hectáreas) no son de uno, son prestadas por la vida y por eso debemos conservarlas, cuidarlas y hacerlas crecer en vida y diversidad”, comentó.
Doña Sandra Zúñiga Sanchun, tiene su finca en Varillal de Nicoya, que también está afiliada al programa PSA.
“Somos cuatro hermanas con un terreno similar cada una y todas tenemos nuestros espacios en el programa porque nos importa el país y el mundo.
“Todos podemos aportar y vieran qué alegría da ver los resultados. Conforme avanza el tiempo las fincas se llenan de tepezcuintles, venados, manigordos, en fin, de muchos animales que, lamentablemente, están en peligro de extinción. Cuando usted cuida la naturaleza el bosque se ve sano y respirar en ellos es aumentar la vida de nuestros pulmones”, reconoce doña Sandra, quien junto a sus hermanas tienen 37 hectáreas.
Don Gilman Navarrete Chacón, director del programa PSA de Fonafifo, recuerda que este tiene 25 años de funcionar, ya que nació con la Ley Forestal de 1996.
Cada dueño de una finca que quiera estar dentro del PSA debe firmar un contrato por el cual le pagan, en promedio, unos 36 mil colones por hectárea al año, después de pasar varios filtros con el objetivo de confirmar si su terreno califica.
Desde su creación y hasta el 2020 se han firmado 19 mil contratos y actualmente hay 6 mil contratos activos.
Los 19 mil contratos firmados significan que, en 25 años, en diferentes momentos hubo una protección de 1,3 millones de hectáreas. Los 6 mil contratos activos representan unas 350 mil hectáreas que están protegiéndose actualmente.