La madrugada del domingo 23 de abril de 1967 fue una de las más recordadas por los costarricenses de la época, pues se quemó por completo la sala del teatro Raventós, donde se proyectaban películas.
Este inmueble fue construido por el inmigrante español José Raventós en 1928 y está ubicado frente al parque Central de San José, ahora es el teatro Melico Salazar.
El suceso fue catalogado por varios religiosos como un castigo de Dios, pues la noche anterior se observó la película “Drácula, príncipe de las tinieblas”, que de paso fue la última cinta que se pudo ver en esa sala.
Para esos años, la Iglesia católica publicaba en varios periódicos las listas de filmes que eran “inapropiados” para sus fieles. Drácula fue una de ellas.
Por esta razón, muchos creyentes, especialmente los que asistían a misas en la catedral metropolitana, que estaba diagonal al teatro, pensaron que lo ocurrido en el Raventós fue un llamado de atención divino para que se dejaran de ver ese tipos de cosas en la pantalla grande.
En ese momento el cine era uno de los pasatiempos más gustados por los ticos, tanto que hacían filas de hasta 200 metros para ver una función, quienes tenían menos suerte se quedaban sin campo y debían esperar la siguiente tanda.
Un día después del siniestro, el periódico La Nación, informó que la película terminó a las 10:45 de la noche, dos horas después el lugar estaba ardiendo.
“No se ha podido determinar qué produjo el incendio. La última tanda del sábado en el Raventós terminó a las 10:45. Es decir, pasaron dos horas por lo cual se desecha la versión de que fuera una brasa de cigarro”, mencionó la nota.
“El incendio se inició en las cortinas del escenario, según se ha podido determinar y podría atribuirse a un corto circuito. Se calcula que las pérdidas pueden llegar a unos ¢300.000”, continuó el artículo.
De acuerdo con el investigador en historia Rónald Castro, en esos años los ticos eran más conservadores que ahora; sin embargo, cintas como Drácula despertaban el morbo por lo que a muchos no le importaba “saltarse” la prohibición que daba la iglesia.
“Hay referencias de que la gente comentaba que se trataba de un castigo, pero no solo ocurrió con el Raventós sino también con otros teatros que daban películas como estas”, mencionó Castro.
“Básicamente las iglesias y la gente en sus casas decían que eran malas, pero era para tener una especie de control social, queda claro que no funcionaba del todo bien porque las salas estaban repletas, especialmente cuando se daban películas como esas que no tenían una explicación racional o se trataban de hechos sobrenaturales”, comentó el historiador.
Dios no castiga
El padre Alfonso Mora de la curia de San José, explicó que Dios no es castigador y que el evento debió causarse por una falla técnica o por la actuación de una persona.
“Se me ocurre que tal vez pudo haber mano criminal por parte de un puritano o que se tratara de una falla, pero Dios no porque él no se ensaña ni castiga”, comentó.
Para Mora que el Raventós estuviera a tan solo unos metros de la catedral, fue coincidencia a pesar de las advertencias que la iglesia católica hizo sobre Drácua.
“En esto lo que juega es el sentido religioso de la gente, no había ninguna relación de que estuviera cerca de la catedral sino más bien se trató del pensamiento de algunas personas que lo vieron como algo malo”, agregó.
Conocido como Melico Salazar
Tres años después del siniestro, en 1970, el Estado costarricense inició los trámites para adquirir la estructura. Tuvieron que pasar 6 años para que se iniciara con los trabajos de remodelación que finalizaron en diciembre de 1981.
Pese a esto, la inauguración oficial se hizo el 6 de marzo de 1985 con el nombre del tenor tico Manuel "Melico" Salazar, mismo que se mantiene hasta ahora.
En total se invirtieron 8 millones de colones para restaurar el teatro, que al día de hoy es uno de los más famosos en América Latina. El edificio tiene 90 años de existir.