Pistacho era un sparring de perros de pelea al que sus rivales vapuleaban tanto que cuando ya ni para ladrar tenía fuerza, lo dejaron malherido y abandonado.
En esas condiciones un hombre lo vio tirado y llamó para que lo rescataran porque él no tenía los recursos y si no llegaban rápido a llevárselo se vería forzado a matarlo de un martillazo.
Puchi, que parecía una marimba, fue encontrado en un basurero en barrio Sagrada Familia, sector sur de Chepe. Su cuerpo estaba lleno de aceite y gasolina, listo para que le tiraran un fósforo.
Ambos fueron rescatados y quedaron con secuelas de semejante maltrato. Los dos son muy nerviosos. Sus casos son tan dramáticos que César Millán, el famoso Encantador de perros, los tendrán como invitados especiales en su presentación en la Expo bienestar animal, este viernes y sábado. La feria se extiende al domingo.
El entrenador firmará autógrafos y estará en el escenario unos treinta minutos, compartiendo con la gente.
Cojito
A Pistacho lo adoptó la familia de Pamela Cordero hace dos años y fue amor a primera vista, según cuenta la dueña.
El perrito estaba tan maltratado que tenía gangrena en una patica al punto que los veterinarios no pudieron salvarla.
Por si fuera poco, a los meses de adoptado comenzó con unas molestias y cuando lo llevaron donde los veterinarios determinaron que tenía un hueso de la cadera izquierda fracturado y debieron operarlo nuevamente.
“Tiene dos patas y media pero él no lo sabe, él juega, corre como si nada. No se puede enterar que no tiene esa pata”, contó Pamela.
“Es un perro feliz, le encanta correr, le fascina ir a la playa, el mar, perseguir gallinas, irse detrás de los pájaros. Es un amor”, dijo.
Loquillo
A Puchi, el otro protagonista de esta historia, “cuando lo rescataron y lo fueron a bañar se le caía el pellejo, no era el pelo, el pellejo. Quedó como en carne viva, muy flaco. Cuando me lo dieron no tenía pelo, ni nada, era una injusticia y tenía un tumor en los testículos”, dijo Marcela Fonseca, dueña de Puchi, a quien también le dicen Moisés.
“Se operó, se castró y ahora tiene pelo y está guapo, recuperó casi un kilo de peso, pero está demente”, añadio.
Explicó que probablemente por el maltrato que sufrió, no soporta sonidos en el techo, ni de herramientas o de trabajos cercanos. Tampoco las voces de los niños, si los ve pasar los muerde.
“Es obediente, superjueguetón, va al parque y es el centro de atención, mientras nadie lo toque. Es como un peluche, una pelotica de pelos y está enamorado de mi. No deja que nadie me toque”, dijo
Puchi vive con mamá, papá y un hermano humano y una hermana más, esta es perruna, con la que t a veces se pelea.