Benigna Mayela Calvo y Olga Rosa Pizarro Alvarado tomaron una decisión que en tiempos como los que vivimos sorprende y hasta causa polémica, ya que llevaron su amor por Dios a otro nivel.
Ellas entregaron su vida al Padre Celestial, pero de una forma radical, se consagraron virginalmente a Él, es decir, prometieron nunca tener un contacto sexual con nadie porque guardarán fidelidad a Dios, así que es como si se hubieran casado con el Señor.
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La promesa la hicieron el domingo anterior en una celebración que se llevó a cabo en la Catedral Metropolitana y que fue realizada por el arzobispo José Rafael Quirós.
Monseñor fue claro en decir que estas valientes mujeres dieron un paso que pocos entienden, pero que deja muy claro el gran amor que tienen por el Padre Celestial.
“Nuestro peregrinaje no es meramente temporal, sino que, si bien es en el tiempo, es con miras a la eternidad, es con miras a llegar a vivir eternamente, en la fuente de todo amor y en la fuente del amor auténtico.
“Vemos, pues, que la consagración al Señor no se limita o no puede interpretarse nada más como algo meramente humano, sino que lo vemos desde la dimensión de Cristo que se ofrece en la cruz al Padre por nuestra salvación.
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Gran ejemplo
El religioso destacó la entrega de Benigna Mayela y Olga Rosa y dijo que ojalá todos los cristianos tuvieran un compromiso con Dios tan fuerte.
“San Pablo nos da la exhortación de presentar nuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios, expresando de esta manera que no podemos vivir auténticamente nuestra fe, sino haciéndonos uno con Cristo, en el ofrecimiento al Padre.
“La vida cristiana no se mueve en la mediocridad o la ambigüedad, sino que se mueve en la radicalidad evangélica... La virginidad consagrada es un signo de esta radicalidad y vigilancia que alimenta la esperanza de participar en la vida plena del Reino, que es lo que da sentido a nuestro peregrinaje por este mundo para participar en las bodas del Cordero.
El obispo también destacó que estas dos mujeres siguieron el ejemplo de la Virgen María, quien por voluntad propia entregó su vida a Dios.
En la ceremonia religiosa las dos mujeres aceptaron desposarse con Dios, y como signo de ello usarán un anillo, además, se les colocó un velo y se les entregó un libro con la Liturgia de las horas para que guíen sus oraciones, porque parte fundamental del compromiso que adquirieron es la constante comunicación con Dios.
Desde hace siglos han existido las vírgenes consagradas, pero muchas veces han sido incomprendidas por la sociedad, debido a su decisión de guardar fidelidad eterna a Dios.