Doña Elena Téllez Blanco logró, después de una lucha de 19 años, que nuestro país le ofreciera una disculpa. Ella fue, por muchos años, una de las llamadas tías del Patronato Nacional de la Infancia (Pani) y haciendo ese trabajo fue discriminada por ser mujer y explotada laboralmente.
Su lucha por la discriminación y explotación llegó hasta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que se encargó de jalarle las orejas al país por este caso.
Por eso, este 9 de agosto en un acto público, el vicecanciller de Costa Rica, Christian Guillermet, le ofreció disculpas a nombre del Estado a una doña Elena que hoy día tiene 78 años y está pensionada.
“Es por eso que en este acto y en representación del Estado costarricense con profundo respeto y humildad, se reconoce la responsabilidad por los hechos aquí expuestos y anunciados con detalle en el informe de fondo y le ofrezco una disculpa pública a usted y a su familia por las afectaciones ocasionadas por la violación al derecho de la igualdad y al principio de no discriminación”, dijo Guillermet.
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Doña Elena mostró su agradecimiento por el acto oficial que se realizó para ofrecerle disculpas, pero lo que más le alegra es que se deja una señal para que, ojalá, nunca más un trabajador sea explotado y discriminado en este país.
“Muy agradecida por todo lo que se ha hecho para que no se repita y esperar que todo se cumpla”, comentó antitos de leer una placa que se develó en la actividad y que dice: “El Estado Costarricense extiende una disculpa pública por los hechos que llevaron a su lucha por la reivindicación de los derechos humanos. Además, conocemos su trabajos y dedicación de tantos años hacia los niños, niñas y adolescentes en el PANI”.
“Estoy agradecida, sí acepto la disculpa pública para que no haya más repetición de este caso en los albergues; que todo esté bien para las compañeras y los niños y niñas”, advirtió la tía.
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La actividad significa que nuestro país acepta haber violado el derecho a la igualdad y el principio de no discriminación al aprovecharse de que doña Elena es mujer para justificar jornadas laborales larguísimas tanto así que no son aceptadas ni siquiera internacionalmente; así como por violentar el derecho a la integridad personal, el derecho a la salud, al trabajo y al derecho a la protección judicial.
Es la primera vez en la historia del país que se le ofrece disculpa pública a una persona. El caso fue bien sonado porque la Sala Constitucional es la que, se supone, debe proteger los derechos constitucionales de los ticos, pero se equivocó profundamente al decir que doña Elena tenía la obligación de cumplir con jornadas super largas de trabajo porque era mujer y madre.