Una de las mejores noticias que he recibido es que se están abriendo vacunatorios en diferentes partes del país con los llamados “planes de contingencia”. Gracias a estos planes se está vacunando a los mayores de 18 años para aplicar la primera, la segunda o la tercera dosis.
Esta es una de las mejores estrategias que hemos desarrollado y hay que felicitar a los profesionales en salud que están trabajando de sol a sol en esos lugares, construyendo salud y bienestar.
De vez en cuando, unas pocas personas me han contado que se encontraron con algunos profesionales que hicieron comentarios inapropiados sobre la vacuna, pero así es este país de lindo y la libertad de expresión que nos caracteriza.
Los ticos tenemos libertad hasta para decir yeguadas, pero cada uno de nosotros debe responsabilizarse por lo que dice en el trabajo y recordar que por la boca muere el pez.
En mi consultorio y en sitios públicos he podido conversar con la gente que se ha vacunado y resulta muy bonito ver cómo la vacuna se ha convertido en algo natural, en una prueba de responsabilidad ciudadana y de interés por el bienestar propio y el de la familia.
Por supuesto, algunas personas me dicen que la vacuna les dio dolor de brazo, calentura, dolor de cabeza o un cansancio tremendo y que tuvieron que irse a descansar.
Mientras me cuentan esas cosas se les ve la cara de satisfacción y de entusiasmo. La mayoría de las personas con las que he conversado se sienten muy orgullosas y mucho más tranquilas después de vacunarse.
Eso se les nota cuando se acercan para contarme sus experiencias. Parece que lo del dolorcillo de jupa es completamente tolerable y hasta esperado, que con un par de acetaminofén se quita, pero también resulta que a muchos del todo no les da nada. ¡Nada!
Son muchas las personas en mi barrio que ya tienen la tercera dosis y eso ha hecho que se sientan más serenas y con más ganas de vivir en burbuja estas celebraciones de fin de año.
Siguen siendo admirables y verdaderos ejemplos los ciudadanos de oro, los adultos de la tercera edad. Esos son nuestros héroes, nuestros campeones. Para un adulto mayor no hay aguja que le mortifique y para ellos es preferible un malestarcillo que dure un día o dos, que exponerse a padecer una enfermedad con la que pueden cantar viajera.
Los adolescentes también me tienen impresionado con su buena actitud. Para ellos lo fresa es vacunarse. Lo chiva es intercambiar historias sobre los síntomas que tuvieron y la vacilada que fue ver al pato del grupo ponerse pálido cuando le sacaron la aguja.
Ahora incluso hay familias en las que los carambillas mayores de 12 ya están vacunados y los hermanillos menores pasan en una pura habladera porque a ellos no les ha llegado el turno y eso los hace sentirse un poco mal.
La buena noticia es que los organismos reguladores de la calidad y de la seguridad de las vacunas ya están encontrando las dosis apropiadas para la vacunación de escolares y eso podría significar que pronto tendremos filas de pantalones cortos y de uniformes de escuela, con güilas que van a crecer con mucha más inmunidad y con mucho más bienestar.
Estas vacunas contra el covid-19 son completamente diferentes a las que conocimos los carajillos de escuela en los años 60 cuando el terror era la polio, y son diferentísimas a las que se desarrollaron contra enfermedades como la tosferina, la rubeola o el sarampión.
La ciencia evoluciona, cambia, mejora. Las cosas se hacen más eficientes y más rápidas. Cuando yo era un güila de escuela veía los programas de tele con el detective Dick Tracy hablando con otras personas a través de su reloj y ahora que estoy más roco yo tengo un reloj que hace lo mismo.
En aquel entonces, en el programa Viaje a las Estrellas se veía al señor Spock y al capitán de la nave SS Enterprise bajar a un planeta distante y comunicarse con los compañeros a través de un aparato que ahora es igualito a los celulares tipo almeja.
Por supuesto que las cosas cambian. Covid-19 se trata en las Unidades de Cuidados Intensivos con anticuerpos monoclonales, que son medicamentos carísimos diseñados con el propósito de frenar la espantosa inflamación que algunos enfermos desarrollan.
Los conocimientos de los médicos de China, España, Italia, Singapur, Australia, nos han llegado a través de las videoconferencias que hacemos en vivo con los colegas de aquellos países que ya tienen más experiencia en el manejo del coronafurris.
Y en relación con la cuarta dosis, a esas personas criticonas se les olvida que la pandemia de la influenza ocurrió en 1917, hace más de 100 años y que todavía, en pleno siglo 21, seguimos poniéndonos la vacuna contra la influenza año con año.
Sin charlatanerías.
— “Cada uno en Costa Rica tiene derecho a tener sus propias opiniones y todos podemos creer en lo que más nos guste. Sin embargo, en el campo de la salud hay que hacer una clara distinción entre lo que se llama “Medicina Basada en la Evidencia” y lo otro que algunas personas prefieren creer y que yo llamo “Charlatanerías Basadas en las Ocurrencias”. ¡No son lo mismo! Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de escuchar, juzgar y tomar las mejores decisiones a partir de información científica de calidad”, doctor Marco Vinicio Boza Hernández.
Me declaro privilegiado por ser tico, por vivir en un sistema de Seguridad Social que nos protege a los que lo aceptamos y acepto las recomendaciones que hacen los médicos del mundo entero: hace semanas yo ya me puse la tercera dosis y este lunes estuve acompañando a mi mamá que con toda confianza fue a que le inyectaran la suya.
Y el dolor de jupa que se quede quedito, porque en casa tenemos acetaminofén.