El Hospital Nacional de Niños está de manteles largos, ya que celebra 60 años de luchar incansablemente por salvar la vida de miles de niños en el país.
Su director, el doctor Carlos Jiménez, llegó al centro médico en 1984, en calidad de estudiante universitario, y nos abrió su corazón para recordar anécdotas, hablar de los desafíos de la medicina pediátrica y para contar que, muchas veces, la fe se ha impuesto a la ciencia y ha sido testigo de milagros de decenas de pequeñitos, cuya vida estaba en peligro.
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Jiménez conversó con La Teja a raíz del aniversario de este hospital, que se inauguró el 24 de mayo de 1964. Este centro médico es el único hospital infantil nacional y especializado. Se atienden subespecialidades pediátricas, manejo del neonato quirúrgico, hipotermia, manejo multidisciplinario, cuidados intensivos y unidad de quemados.
Maduración
Don Carlos reconoció que él no tenía planeado ser pediatra, quería ser médico internista, pero las vueltas de la vida lo hicieron llegar al HNN y reconoció que fue Dios quien lo colocó allí y seguirá ahí hasta cuando Él quiera.
Estuvo un tiempo en Los Chiles, en la zona norte, y contó que ahí los papás lo buscaban para que atendieran a sus hijos. Hizo de ginecólogo, atendió cerca de 94 partos y esto de ver a los niños llegar al mundo lo hizo replantear a qué especialidad se quería dedicar.
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“Soy creyente fervoroso y todos los días oro por mis pacientes. He pasado por un proceso de maduración, el Carlos que es hoy no es el de hace más de 30 años, cuando entré a hacer mi residencia. He pasado por experiencias para madurar y crecer en todos los sentidos, en cada día he sido testigo del poder de Dios, que está por encima del poder de nosotros como médicos.
“Lo más safistactorio es ver la sonrisa de un niño, hay adultos que vienen a agradecerme y ni recuerdo cuándo los atendí, esas son anécdotas que no lo paga nada”.
— Carlos Jiménez, director del Hospital de Niños
“La ciencia es importante, aplicar nuevas tecnologías, nuevos tratamientos, pero he visto a pacientes que se les aplica todo y no salen adelante y he visto a pacientes casi desahuciados y se recuperan y esto no es ni más ni menos que el poder del Espíritu Santo que está por encima de nosotros. Creo firmemente en esto, defiendo esto y obviamente defiendo la ciencia, pero creo en Dios como ser supremo, como ser omnipotente”, afirmó.
A lo largo de estos 40 años, en el HNN Jiménez ha vivido innumerables experiencias, pero hay una que lo marcó para siempre y se dio cuando cursaba el último año de la universidad.
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“No soy un cristiano perfecto, pero he tratado de escuchar cuando Dios me habla de muchas maneras. Una vez estaba haciendo una guardia y estaba trabajando con un médico residente, quien fue el que más me inspiró a estudiar medicina.
“Llegó una señora con su bebé recién nacido, tenía 2 o 3 meses de edad, y cuando este residente la iba a atender, ella le dijo que no, que fuera yo quien lo atendiera y lo hice con la supervisión del residente. Si este paciente viviera, tendría unos 38 años, no recuerdo su nombre. Tenía una laringomalacia, que lo hacía respirar diferente, es una enfermedad que se produce por inmadurez de la laringe y conforme pasa el tiempo irá mejorando. Estas eran señales que yo recibía, en donde me decía que debía dedicarme a la pediatría”, relató.
Cambios
El médico habló de lo mucho que ha cambiado la medicina pediátrica en el Hospital de Niños. En ese entonces, las enfermedades más comunes de atender eran la bronquitis y la bronquiolitis que eran las infecciones más relevantes, hoy es totalmente diferente y han se han incorporado tecnologías y medicamentos.
“Antes habían más hospitalizaciones y menos consultas, hoy los manejos son diferentes y el paciente se atiende en su mayoría de forma ambulatoria. La tasa de mortalidad se ha reducido y ahora nos enfrentamos a nuevos gérmenes, a la resistencia a los antibióticos.
“También estamos trabajando con un programa de cirugía cardíaca, malformaciones congénitas, que hay que realizarlas en la primera semana de vida y estamos operando a cerca de 200 niños por año. El año pasado atendimos a 103 mil niños en emergencias, en consulta externa cerca de 150 mil y se hospitalizaron 9.736 niños. Lo que queremos es bajarlas más, cuando el hospital abrió sus puertas tenía 500 camas y ahora 303″, afirmó.
Sobre los retos, Jiménez comentó que a nivel estructural se está trabajando en 3 grandes obras: la torre de cuidados críticos, que es fundamental, el proyecto de remodelación del servicio de hematooncología y el reforzamiento hidrosanitario y electromecánico del edificio principal.
Además, una de las luchas que enfrentan actualmente y que lamenta profundamente es la cantidad de pacientes que reciben a causa de accidentes de tránsito, por el no uso de dispositivos como sillas o chiquitos que reciben una bala perdida.