El Centro Especializado de Atención de Pacientes con covid-19, más conocido como el Ceaco, fue un gran guerrero en la lucha contra este mortal virus.
Prueba de eso es que desde el 1º de abril del 2020 y hasta noviembre del 2021, en ese centro médico se atendieron a 2.840 pacientes de coronavirus.
Es por eso, que sin discusión alguna, se ganó la distinción como uno de los personajes más teja de este 2021.
El doctor Marco Vargas fue la cabeza de un equipo que logró levantar en un dos por tres un hospital especializado en la atención del coronavirus. Sin tener conocimiento sobre lo que enfrentarían, estos héroes decidieron ponerle el pecho a las balas para salvar la mayor cantidad de vidas posibles.
Y el pasado 30 de noviembre se dio la salida del último paciente con covid-19 que se atendió en el Ceaco. Esto gracias a la baja en los contagios y hospitalizaciones y la creación de nuevos salones de atención en los hospitales México y Calderón Guardia, lo que además permitió que el lugar volviera a funcionar como el Centro Nacional de Rehabilitación (Cenare).
La Teja conversó con Marco Vargas, director del Ceaco, para saber cómo fue enfrentar a ese monstruo desde dentro del hospital y confesó que al principio la incertidumbre y el miedo eran muy fuertes.
— ¿Cuál fue la sensación al iniciar el proyecto del Ceaco?
Cuando me convocaron no tenía muy claro para dónde iba, me preparé toda mi vida para otro tipo de emergencias, no para esto. Me convocaron un domingo y el lunes, cuando llegué al Cenare, me explicaron que tenía que transformar ese lugar en un hospital para pacientes con covid-19. Nos propusimos hacerlo en 300 horas y lo logramos en 234.
Después de eso empezamos a estudiar y estudiar sobre lo que se sabía en el mundo sobre el virus. También hacíamos simulacros con el personal médico para saber desde cómo servirle la comida a un pacientes con coronavirus hasta qué hacer si entraba una persona armada a hacer un atentado o si se metía un mapache, teníamos que saber qué hacer ante cualquier situación.
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— ¿Recuerda cuál fue el primer paciente que perdió la vida en el centro médico?
Sí claro, fue una señora, desde que fue admitida nos dimos cuenta que tenía condiciones muy desfavorables y que era muy poco probable que sobreviviera, por lo que empezamos a comunicarnos con la familia para prepararla.
En el Ceaco murieron 647 pacientes. Tuvimos que desarrollar un sistema de patología porque el Cenare no tenía, el año anterior a la pandemia ahí murió solo una persona, no era algo necesario para ellos, pero para nosotros sí.
Adoptamos un sistema israelí que incluía el reconocimiento de cuerpos de forma remota para evitar exponer al personal y a los familiares de las víctimas a contagios, solo dos o tres casos se hicieron de forma presencial.
— ¿Cuáles eran los principales temores del equipo?
La incertidumbre era enorme, no conocíamos nada de la enfermedad, empezamos a leer literatura de España, China e Israel, que eran países que iban más adelantados en el tema, tuvimos muchas reuniones con especialistas de esos lugares que nos contaban y preparaban para lo que íbamos a enfrentar.
Desde el principio nos hicimos a la idea de que era probable de que al menos dos de las cuatro personas que estábamos al frente del Ceaco nos contagiáramos de covid y muriéramos, así lo manejamos para obligarnos a que todos tuviéramos el conocimiento necesarios para seguir adelante si alguien llegaba a faltar.
La capacitación era fundamental, los médicos, enfermeros, terapistas, los encargados de aseo y de mantenimiento, todos teníamos que estar claros a qué nos estábamos enfrentando y cómo debíamos protegernos para salvar la mayor cantidad de vidas posibles. Al inicio sentíamos incertidumbre y miedo, hasta cambiar un bombillo era un reto por el miedo que sentíamos.
— ¿Qué pasó por su mente cuándo el Ceaco estuvo al máximo de capacidad?
Era mucha la angustia porque no solo nosotros estábamos al máximo, los demás hospitales también, en el momento más crítico llegamos a tener 78 personas esperando una cama de cuidados intensivos. Teníamos pizarras para anotar a estas personas y se nos acabó el campo, tuvimos que escribir en las ventanas.
— ¿Cómo manejaban el tema del cansancio por la gran cantidad de trabajo?
Tratamos de hacer la separación del personal en tres turnos, así nos garantizábamos que pudieran descansar al menos de turno de por medio. Era complicado cuando alguien se enfermaba o se le enfermaba algún familiar porque había que hacer cambios, eso pasó con mucha frecuencia.
Vivimos guardias devastadoras, llegamos a tener 47 pacientes intubados fueran de la UCI porque no había campo.
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— ¿Hubo contagios de trabajadores por su labor?
Los funcionarios del Ceaco que se enfermaron de covid, no se enfermaron dentro del hospital, sino que fue por factores externos, como por ejemplo el rompimiento de la burbuja.
En el centro estuvo internado el papá de una compañera, el señor falleció y fue algo muy duro para el personal. También perdimos a un funcionario de urología, él no tenía contacto con pacientes con covid, pero fuera del Ceaco contrajo el virus, esa pérdida afectó mucho al personal porque era una persona muy querida y con un gran carisma.
— ¿Cómo es recorrer el Ceaco ahora?
Me llena de esperanza ver a la gente especialista en terapias retomando posiciones para atender a las personas con discapacidad, ellos necesitan retomar ese espacio.
En el Ceaco siempre luchamos para dar la mejor atención posible a los pacientes que tuvimos, pero aunque la pandemia no ha terminado, este centro ya cerró sus puertas de forma definitiva.
647 pacientes murieron en el Ceaco