La diputada Rosalía Brown está haciendo historia. Ella fue nombrada el pasado 1 de mayo como vicepresidenta de la Asamblea Legislativa y se convirtió en la primera mujer afrodescendiente en ocupar ese cargo.
Pero la vida de la legisladora no ha sido nada fácil, muchas veces cuando fue niña se fue a dormir con el estómago vacío porque no tenían qué comer.
Luego fue madre soltera y también tuvo que pasar necesidades para alimentar a sus tres hijos: Marsha, Karen y Jorge Davis, quien es jugador de fútbol y fue campeón con Alajuelense en la era del Óscar “Machillo” Ramírez, entre el 2010 y el 2014.
Rosalía viene de una familia de siete hermanos, de los cuáles solo quedan cuatro.
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Ella abrió su corazón y contó a La Teja su historia, incluyendo esos momentos en los que perdió muchas veces la esperanza.
— ¿Cómo fue su niñez?
Mi mamá trabajaba en casas, sobre todo de extranjeros, pero se empezaron a ir las empresas de Limón y con ellos las fuentes de empleo, así que mi mamá se tuvo que ir a trabajar a Estados Unidos. Yo tenía cinco años cuando ella se fue y recuerdo que me dejó el uniforme para entrar a la escuela.
Lamentablemente la figura paterna tampoco estaba, la que siempre se hizo responsable de nosotros fue mi mamá. Mi papá también se fue para Estados Unidos, pero no precisamente para trabajar y ayudarnos, sino para hacer su vida.
— ¿Con quién se quedaron usted y sus hermanos?
Mi mamá buscó con quien dejarnos y una viejita se ofreció, pero pasaba que a veces la plata que ella mandaba no llegaba, porque las personas con las que mandaba el cheque se lo robaban y así, entonces muchas veces la señora no tenía plata para darnos de comer. Nos pasó varias veces que nos echaron a la calle, cuando llegaba la plata alguna familia nos recogía, pero cuando no llegaba nos tiraban a la calle, pasé como por cuatro o cinco familias antes de cumplir los 18 años.
— ¿En algún momento se tuvo que ir a dormir con el estómago vacío?
Sí claro, hubo noches en las que mis hermanos y yo nos acostamos con hambre, en esos momentos uno como niño no soñaba con un futuro, no se puede soñar con el estómago vacío. Si yo conseguía un pedazo de pan se los guardaba a mis hermanos menores para que ellos pudieran comer algo. No hay palabras que puedan consolar un estómago vacío, eso lo sé muy bien.
— ¿Pensó alguna vez en dejar de estudiar?
No, si hay algo que siempre tuve claro es que no tenía que dejar de estudiar, yo no era de esas estudiante destacas, me costaba mucho por la barrera del idioma, porque nosotros hablábamos en inglés y las clases eran en español. A veces las familias donde estaba no me levantaban para que fuera a la escuela porque no les interesaba que uno aprendiera otro idioma, pero yo apenas me despertaba, me alistaba y me iba a estudiar, aunque llegara tarde.
Cuando me gradué de sexto grado nadie fue, yo veía a los demás con las familias, pero yo estaba sola. Recuerdo que mi enagua era ya gris en lugar de azul porque la tenía como desde cuarto grado y la aplanchaba con papel periódico para que no quedara brillante, pero para mí lo importante era tener mi título, no me importaba nada más.
— ¿Qué pasó cuando terminó el colegio?
En el colegio di varios tumbos, hasta lo dejé un tiempo, pero al fin y al cabo lo retomé y logré terminar. Fui madre soltera a los 18 años y me vine a San José a trabajar, empecé aplanchando por horas en las fábricas de maquila. Por ratos tenía que ir a coger café para complementar el salario y sacar adelante a mis hijos.
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— ¿En cuál universidad estudió?
Mi primera opción de carrera fue Programación, por ahí del 84, pero era cara y una carrera para “hombres”. Luego intenté ser profesora de inglés en la Universidad Nacional, pero tampoco eso era para mí. Por mi trabajo empecé a ver la importancia de los inventarios así decidí estudiar Control de Inventario y luego seguí para terminar de carrera en Proveeduría, estudié en la UTN.
— ¿Cómo empezó en la política?
Diay, yo no sé, nunca pensé en la política, ahí en el barrio siempre trabajé con familias necesitadas para ver cómo les ayudaba y en un momento llegó un partido y me pidió ayuda y yo dije que sí, lo hice para tener más recursos para las personas necesitadas, empecé así pero nunca pensé en llegar a una diputación ni nada por el estilo.
— ¿Volvió a ver a su mamá?
Vino como cuatro veces a Costa Rica, pero no quiso quedarse a vivir aquí por la mala vida que llevó. Ella murió hace como un mes a los 88 años. Yo sé que ella mandaba económicamente todo lo que podía, pero eso no significa que uno como hijo va a estar bien, el abandono, sea por cualquier razón que sea, es abandono.
— ¿Qué ha sido lo más difícil de ser diputada?
Que uno quisiera que los proyectos de ley entraran y salieran rapidísimo sin que se quedaran pegados en ningún lado y que las discusiones fueran de fondo y de impacto y no por detener un proyecto de ley, pero lamentablemente no es así, necesitamos que la Asamblea sea más fluida.
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— ¿Cuáles son sus prioridades como diputada?
Facilitar todo lo que sea empleo: las jornadas 4x3 me interesan, la parte financiera del país también, me interesan mucho las costas, que haya zonas francas, que haya empleo, que baje el índice de criminalidad y si hay más empleo va a bajar.
Quiero que esas mujeres que están sin trabajo sepan que yo las entiendo, si no tiene que darle de comer a sus hijos también las entiendo porque pasé por esas situaciones y lo que más quisiera es que tuvieran los recursos, que todo sea fluido, que el Estado cumpla su parte. Si los tres poderes de la República cumplieran con sus obligaciones como debiera de ser, este país no estaría en la situación que está.
— ¿Qué significa para usted ser la primera mujer afrodescenciente en ocupar la vicepresidencia del Congreso?
Espero ser de ejemplo para las nuevas generaciones de afrodescendientes, quiero decirles que no tengan miedo, que nada los limite, que den el paso que tengan que dar y confíen en que Dios les va a dar la mano y les va a abrir puertas. Que sean honestas y que no nos disfracemos de lo que no somos.
— ¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?
Las parrilladas, siento que son muy familiares. Me gusta mucho conversar. Me gusta cocinar, pero no siempre, no soy de las personas que todos los domingos se pone a cocinar, eso ya es mucho (ríe), pero a veces me inspiro y lo hago.