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Día Internacional del Borracho: Historias del bar La Bamba tienen un poco de todo

Conozca los mejores chiles que han pasado en este famoso bar de Sabanilla

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El Día Internacional del Borracho se celebra este domingo y que mejor forma de festejarlo que contando algunas de las historias más graciosas que han ocurrido en distintos bares.

Por eso, jalamos para el bar La Bamba, en Sabanilla, para que uno de sus dueños y algunos de sus clientes, nos contaran algunas de las anécdotas más vacilonas que han ocurrido con los tapis durante sus 90 años de existencia.

Ahí conversamos con Mario Vindas, Jorge Cervantes y Roberto Ramírez, quienes nos soltaron las historias que a ellos más recuerdan.

En el Bar La Bamba, en Sabanilla, han ocurrido tantas historias que uno necesitaría días de días para conocerlas todas. Foto Jeffrey Zamora (Jeffrey Zamora R)

Los cordones: Había un cliente que siempre se esperaba a que los compas se emborracharan, cuando estos se quedaban dormidos en la barra, el muy gracioso se encargaba de amarrarles los cordones al banco, luego les pegaba un susto y cuando salían corriendo se llevaban el banco entre las patas.

Cantó la gallina: Un cliente se puso a sacar pecho diciendo que él no le tenía miedo a la mujer porque era muy hombre, todos le estaban poniendo atención cuando entró la doña por detrás y le dijo: "¿perdón?" El hombre no podía ni hablar de lo nervioso que se puso.

El trompo: Uno de los clientes se puso a jugar de "Rápidos y Furiosos", por lo que se puso a hacer trompos afuera del bar con el carro, sentó a la novia en el asiento del acompañante para jugar de vivo y en una de las vueltas a la novia se le abrió la puerta y salió dando vueltas por la calle.

Pintado: A uno de los tapis le da por dormir cuando se emborrachaba, por lo que jaló para su carro y se durmió con la ventana abierta. Cuando se despertó todos los compas le habían pintado la cara con pintalabios.

“Hay que disfrutar de los tragos, no que los tragos disfruten de uno”, comentó Roberto Ramírez, cliente del bar La Bamba.

Roberto Ramírez gozó recordando algunas de las tortas que se han jalado en el bar La Bamba. Foto Jeffrey Zamora (Jeffrey Zamora R)

Pecado: Uno de los borrachos le clavó los zapatos de la novia de un amigo al suelo y cuando la muchacha se los puso y trató de caminar se fue de jupa.

La servilleta: A los clientes nuevos les ponían una servilleta en la parte de atrás del pantalón, les prendían fuego y comenzaban a gritar: "huele a quemado", así se ponían pálidos al darse cuenta que el llamarón lo tenían detrás.

A don Jorge Cervantes dice que ahora solo lo dejan ir una vez a la semana al bar La Bamba. Foto Jeffrey Zamora (Jeffrey Zamora R)

La papa: Don Mario Vindas, uno de los dueños del bar La Bamba, le metió una papa a la mufla de la moto de uno de sus clientes. Como la bicha no le encendía hasta se tiró de una cuesta para saber por qué no le prendía. Cuando desarmó la moto y se dio cuenta lo que le hicieron llegó a agarrar la puerta del bar a patadas.

La mica: Mario Vindas contó que una vez se pegó una borrachera, mientras atendía en el bar, recuerda que estaba tan tapis que dos clientes muy amigos tuvieron que seguir atendiendo a los clientes. Desde ese día decidió que los domingos no volvería a abrir el bar.

La sonrisa de don Mario Vindas, uno de los dueños del bar La Bamba, delata lo tortero que fue. Foto Jeffrey Zamora (Jeffrey Zamora R)

Blancos: Una vez Vindas abrió una botella de vidrio con tanta fuerza que la chapa se fue para arriba y despedazó un fluorescente. Todos los clientes quedaron blancos por el polvo. La torta le salió cara porque tuvo que cambiarles los tragos y la comida que tenían.

Balazos: Una vez uno de los dueños le puso una bombeta a un cliente afuera del carro mientras dormía y del susto pegó la jupa en el techo del carro. El hombre se puso tan chiva que le empezó a disparar a don Mario, quien dice que ahorita está contando el cuento por dos razones: unas que el hombre tenía muy mala puntería o solo le quiso pegar un susto para sacarse el clavo.

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