Una mujer hace a un lado prejuicios y cuestionamientos, cuando todos los días toma sus implementos de limpieza y se dedica a limpiar las distintas habitaciones del motel en el que trabaja.
Hace cinco años, Heidy Marín estaba desempleada y pasó al Motel Paraíso, en San Francisco de Dos Ríos, a dejar su currículo. A la semana fue a una entrevista y al día siguiente le informaron que tenía el trabajito y al día de hoy agradece por la oportunidad y saca las garras cuando alguien le quiere bajar el piso a su labor.
Marín, de 36 años, le contó a La Teja que más allá de lo que muchos piensan, a ella no le quita el sueño dejar como un ajito los cuartos del motel, un trabajo que no se valora como se debe. Ya se sabe el proceso al dedillo y lo ve como un trabajo más, para ella, el morbo no existe a la hora de ganarse el arrocito y los frijoles.
“A mí no me daba cosa pensar que era en un motel, porque lo que yo necesitaba era trabajar. Lo que yo veo es que hay que limpiar, no importa el lugar.
“Hay gente que va a hacer lo que se hace acá a un hotel, a cualquier otro lado y a mí no me da pena decir en lo que trabajo. Es lo mismo que se hace en una casa, ¿qué pasa si usted se vomita? Recoge todo y desinfecta, acá es igual”, dijo esta vecina de Tres Ríos de La Unión.
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Demandante
El Motel Paraíso pertenece a la cadena de moteles Fantasy Rooms. Antes de llegar allí, trabajó en una soda, pero quebró.
“Cuando llegué una compañera me explicó cómo se debe limpiar cada habitación. No es un trabajo difícil, pero es demandante, hay días en los que se pasa muy tranquilo, pero hay otros en los hay mucha presión, tenemos que correr mucho.
“Sabemos que podemos tardar unos 30 minutos limpiando una habitación, pero hay algunas que me dan guerra y entonces informo de una que tardaré más tiempo y me tomo el rato que sea necesario para que quede bien hecha”, afirmó Heidy, quien trabaja con unas 50 personas en el área de limpieza.
“Gracias al trabajo tengo mi casa, poco a poco la hemos amueblado y hasta puedo darme unas vacaciones, junto a mi esposo Francisco”.
— Heidy Marín, empleada de motel.
-¿Cómo se realiza la limpieza de una habitación, paso a paso?
Lo primero que hacemos es sacar la ropa de cama: las cobijas, fundas, los paños. Los hacemos a un lado y si vemos que la persona consumió alimentos o bebidas hacemos a un lado las bandejas. El tercer paso es la desinfección de todos los muebles.
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“Acá aplicamos germicida para limpiar bien todo lo que creemos que los clientes pudieron haber tocado. El control de las pantallas, las mesas, las sillas, la cajita en las que depositan el dinero. Después me toca barrer, limpiar, me voy al baño, desinfectamos con cloro, aplico desinfectante y por último, acomodo la cama y dejo la habitación bien ordenada”, contó.
Heidy relató que es muy estricta a la hora de hacer su trabajo, por lo que una vez que finaliza la limpieza de una habitación la revisa varias veces para asegurarse que haya quedado impecable.
El Paraíso tiene una persona que revisa las habitaciones luego de la limpieza y contó que lo que menos le gustaría es que la devuelvan porque hizo mal su trabajo.
Lo no tan bueno
Heidy confesó que hay habitaciones que “le dan guerra” y a veces hasta debe llegar otra compañera a ayudarla para que quede como nueva.
“Me he encontrado con que hubo una fiesta y vomitan en el piso, derraman la cerveza en el piso y eso es complicado de limpiar.
“A veces llenan los jacuzzis, se inundan o usan mal el gel y dejan todo lleno de espuma. Hay que sacar rato para limpiar, pero hay clientes que dejan las habitaciones muy limpias. Uno se encuentra de todo”, aseguró.
-¿Qué es lo más desagradable que se ha encontrado?
Para mí las vomitadas. A veces uno abre la puerta de la habitación y queda ese olor a licor y ya se imagina todo lo que pasó mientras estuvieron ahí.
“Obviamente uno se encuentra preservativos, las cobijas con sangre, pero para recoger eso nos colocamos guantes de látex y así nos cuidamos”, manifestó.
Otra de las cosas que no le hacen tanta gracia son los comentarios que recibe cuando se dan cuenta que trabaja en un motel.
“Hay gente que me vacila, pero más de una vez me dicen que la plata no me rendirá porque es dinero mal habido, por el tipo de clientes que recibimos, pero eso es tonto.
“Hay otras personas que no lo toman a mal, porque saben que no ando haciendo nada malo”, destacó.
-¿Está orgullosa de su trabajo?
Sí, claro, agradezco por mi trabajo, es un trabajo honesto, en anteriores trabajos no tenía seguro y ahora cuento con esa estabilidad, puedo ir a citas, cuido mi salud.
“Además, contamos con una asociación solidarista, con la que nos da beneficios y también nos capacitan, no solamente nos quedamos ahí, en limpiar y punto, nos ayudan a salir adelante”, expresó.