Yorleny Espinoza Ríos, vecina de San Jerónimo de Naranjo, sufrió seis derrames cerebrales entre los 36 y los 43 años.
Ahora tiene 54 años y desde el 2013 no ha vuelto a sufrir otro quebranto tan grande de salud, todo lo contrario, actualmente es cantante, tiene un negocito, es guía turística internacional y hace caminatas.
Con 36 años sufrió lo que le diagnosticaron como derrame cerebral isquémico, que es cuando los vasos sanguíneos del cerebro se estrechan o se taponean. Fue tan rudo que todo el lado izquierdo de su cuerpo se paralizó y su boca se deformó.
“Era demasiado activa para ese momento, corría de aquí para allá todo el día. Que le peguen un frenazo así tan duro en la vida duele demasiado, pasaba llorando día y noche porque no podía hacer absolutamente nada, ni siquiera hacerme entender, no podía hablar porque tenía la boca muy afectada, hablaba lento y enredado.
“Mi mamá lloraba porque no me entendía, ocupaba ayuda las 24 horas, mis hijos me bañaban y me atendían en todo. Era dependiente 100% de otras personas. Los doctores no tuvieron explicación para lo que me sucedió”, nos explica doña Yorleny.
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Cuando recuerda lo que vivió antes del primer derrame, reconoció que dentro de los síntomas que tuvo fue que la comida comenzó a saberle muy amarga y le inició un dolor de cabeza que fue aumentando.
Primer derrame
Una mañana se levantó con un ojo cerrado y la boca torcida. Después de estar en el hospital de Grecia la pasaron al México y ahí la estabilizaron, pero ahí mismo la volvió a golpear más fuerte el derrame y también se le hizo un soplo en el corazón.
“Fue durísimo. En el Centro Nacional de Rehabilitación (CENARE) inicié mi terapia para volver a caminar, mover mi mano izquierda y hablar. Jamás olvidaré que la fisioterapista Wendy Corrales me escuchaba muy amablemente cuando le decía que estaba viviendo días muy duros.
“Ella me dijo unas palabras que jamás olvidaré: ‘Por más duro que sea lo que está viviendo, la terapia la tiene que hacer porque nadie la puede hacer por usted’. Era una hora de terapia y yo sentí que pasaban como cinco de lo agotada que quedaba”, recordó.
La cantante explica que lo más duro al principio, después del primer derrame, fue que ella no aceptaba la nueva condición de salud que estaba viviendo y eso la afectó muchísimo. Cuando ya entendió y aceptó lo que el derrame le había causado, comenzó a mejorar mental y físicamente.
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“Cuatro meses después del primer derrame llegó el segundo. Me golpeó demasiado también porque ya iba avanzando en la rehabilitación, ya estaba dando pasitos y otra vez todo para atrás. No me internaron. Dos meses después fue el tercer derrame, el cuarto como al año, el quinto como al año y tres meses y en el 2013 fue el sexto derrame.
Grandes enseñanzas
“Cuando sufrí el tercer derrame mi esposo me dejó, sus palabras finales se me clavaron en el corazón, me dijo que la verdad ya yo no le servía como persona y que como mujer ya no valía nada. Eso fue demasiado duro porque tenía una hija en quinto de colegio y un hijo en cuarto de escuela”, reconoció.
-¿Por qué no sigue en una cama?
Los derrames me enseñaron a tener paciencia, entender que todo es un proceso y que se avanza paso a paso. Aprendí a creer más en Dios y a creer más en mí y todo lo que soy capaz de hacer. Aprendí que una puede salir adelante sin importar la condición que se tenga con fe en Dios y optimismo.
-¿Fue duro seguir sola y enferma?
Durísimo. Mis hijos llegaban a la cama donde yo estaba postrada y me decían que tenían hambre, que no había nada que comer y yo no podía levantarme. Por dicha mi familia se volvió mi gran apoyo. Por mis hijos me prometí que debía levantarme de la cama.
-¿Qué más aprendió tras seis derrames?
Que Dios escucha. Estuve en una cama con oxígeno y Dios escuchó mis oraciones. Pude sacar a mis hijos adelante. Hay gente actualmente que sufrió un derrame, yo les digo que se levanten de esa cama, que no se echen a morir. Somos fuertes y podemos levantarnos de la cama. No hay imposibles con Dios.
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-¿Cómo sacó a sus hijos adelante?
Haciendo de todo. Puse mi emprendimiento de manualidades y me llené de vida y energía positiva. Volví a ser aquella que no se queda quedita. Recién fui a trabajar como guía turística a Panamá y también lo hago aquí.
-¿Otro consejo?
Que disfrutemos todos la vida. Cada día es una bendición. Uno debe ser feliz todos los días y luchar por hacer lo que a una le gusta, por ejemplo, siempre me encantó cantar, pues ahora estoy en un grupo que se llama Arte Musical Naranjeño.
-Perdón la pregunta ¿y si llega el sétimo derrame?
Me vuelvo a levantar, si Dios me lo permite. Ya no soy la misma de los seis derrames anteriores, ahora soy luchadora, empoderada, positiva y ya sé qué tengo que hacer para levantarme. Yo en una cama no me quedo… ¡prefiero cantar y vivir alegre!
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Por cierto, Yorleny por estos días hace todo tipo de manualidades navideñas, la puede llamar al 8627-1163.