Dennis Janik, dueño del Zoo Ave, en La Garita de Alajuela, fue cocinero, salonero y vendedor de McDonald's antes de hacer una fortuna y llegar a Costa Rica.
Esa es parte de la historia del canadiense, que acaba de ganar el premio Carole Noon a la Excelencia del Santuario que da cada año la Federación Mundial de Santuarios de Animales.
Cuando tenía apenas 13 años Denis leyó un libro que hablaba de países y se convenció de que Cosa Rica era la tierra de sus sueños. La diversidad de flora y de fauna, tener costas a ambos lados y, en general, el gran amor que se decía en el libro que había en el país por la naturaleza le pusieron un propósito en su vida: vivir aquí.
Ya a esa edad mostraba un amor especial por los animales de cualquier especie. Protegía a perros, pero también a pájaros, sapos, a serpientes. “Siempre me gustaron todos los animales”, recuerda.
Su camino para alcanzar el sueño no fue fácil. Salió de Canadá a los 19 años y llegó como ilegal a Dallas, donde se puso a bretear con todo su empeño en lo que sabía hacer bien: cocinar, limpiar, lavar platos. Un comienzo como tantos otros en el país del Tío Sam. Eran los finales de los ochentas.
Con esos trabajos ahorró dinero y acumuló platica hasta que vislumbró un negocio con dos gringos que le doblaban la edad y eso le facilitó el despegue económico. Lo que hicieron fue poner una lavandería.
“Pude aportar $10.000 y ellos $20.000 y nos fue bien. Siempre he sido muy trabajador. Si tenía que trabajar una semana seguida lo hacía y con mucha cabeza (inteligencia). Con veinticinco años ya era millonario en dólares. Tenía cuarenta empleados”, dijo el canadiense.
En aquel momento aún tenía entre ceja y ceja una idea: vivir en Costa Rica.
Y al fin se le hizo
Dennis visitó el país en el 83, el 85, el 87 y el 88 antes de venirse definitivamente, en 1990.
Pronto encontró el zoológico en Alajuela. Era un lugar feo, con animales descuidados y con muy poco espacio y él ofreció platica para dejárselo. Su idea era reformarlo, que fuera lindo, agradable y que sirviera de refugio.
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“Gasté casi todo mi dinero en una finca de 14 hectáreas que estaba a la par del zoo antiguo y trasladé a los animales. También compré una finca en Guanacaste, también de 800 hectáreas, para liberar animales y otra en Golfito de 14 hectáreas. Solo en Alajuela están en exhibición”.
"Del tico admiro la manera de ser, gente humilde, no son rajones, son llevaderos, no le gustan los conflictos, tienen empatía y odian el maltrato animal", Dennis Janik, dueño de Zoo Ave.
A Janik no le queda ya mucha fortuna económica. La ha ido cambiando por fortuna natural, por cerca de 2.500 animales (los que calcula que tiene) y se dice satisfecho con su labor, pues logra liberar unos 1.500 por año.
“Al refugio entran como mil por año. Quiero seguir apoyando a este país. Para mí, es el más hermoso del mundo, pero el principal problema que tiene son las leyes, que no se cumplen en materia ambiental y la corrupción, que siempre toca a la naturaleza”.
El único ingreso con el que Janik cuenta es lo que genera la visitación al parque en La Garita, el restaurante y la tienda de recuerdos.
“Siento mucho orgullo por los costarricenses que trabajan conmigo. Yo no podría solo, hacen un gran trabajo y Costa Rica, por ellos, se merece este premio, porque han luchado, como nadie más, por los animales de este país”, detalla.
De Canadá, su patria, lo único que extraña es el hockey sobre hielo. Hace 20 años que no va y dice que pronto espera la visita de su madre.