“Un corto documental, producido por Divergentes, retrata la vida de Xaviera Molina Medrano, ella ha huido de Nicaragua y al llegar a Costa Rica hace un descubrimiento que dimensiona su propia historia: la tumba de su abuelo quien, décadas atrás, también huyó empujado por la violencia política y la crisis económica de Nicaragua.
“Xaviera, madre soltera, es la generación más reciente del exilio político que históricamente llega a este país a reinventarse. La búsqueda de un techo es la meta principal de Xaviera, mientras lidia con sus heridas y una situación económica compleja, con dos pequeñas que sufren el destierro”.
Así es como el equipo periodístico de Divergentes, un grupo de comunicadores nicaragüenses en el exilio (www.divergentes.com), anuncia su última producción, la cual se proyectará por primera vez el jueves 13 de octubre, a las 6:40 p. m. en el cine Magaly, en San José.
Por esas coincidencias especiales que tiene el destino, nosotros, sin saber de la producción de Divergentes, conversamos con Xaviera, quien nos contó parte de su vida, sobre todo a partir del 2018, cuando el mundo se le paró de cabeza y tuvo que comenzar a reinventarse mientras luchaba por no ser asesinada.
La buscamos motivados porque ella es una de las fundadoras de la Red de Mujeres Pinoleras, que reúne a emprendedoras nicaragüenses, una vez al mes, para que vendan sus productos.
Desde la trinchera
Ella nació en el departamento de Carazo, en el municipio de Jinotepe, en Managua y asegura que su niñez y adolescencia fueron iguales a las de cualquier niña nicaragüense.
El 18 de abril del 2018, cuando la juventud nicaragüense, primero, y el pueblo en general, después, se tiraron a la calle para protestar contra las decisiones del dictador Daniel Ortega, comenzó a cambiar el rumbo de la vida de Xaviera.
“Al inicio de las protestas, que siempre apoyé, traté de mantener un perfil bajo, sin embargo, nunca me tapé la cara, a pesar de las amenazas, porque era más la indignación y la rabia por todo lo que le pasaba, y le pasa, a mi país.
LEA MÁS: Profesor huyó de Nicaragua y se reinventó en Costa Rica con un negocio de nacatamales
“Fui parte de los que organizaban las protestas. No paré nunca de protestar, pero no me mostré al máximo por recomendación de mis papás y por mi hija (Aisha, quien tenía dos añitos en el 2018). No me metí con ningún partido político, solo luchaba por un mejor país para mi gente”, explica.
El 12 de junio del 2018 los armados del gobierno hicieron el primer ataque a los jóvenes, que se atrincheraron en Carazo, pero se toparon con que todo el pueblo salió a defender a los muchachos. Fue un ataque de madrugada.
“Adultos mayores, señoras, en fin, todos salieron de sus casas para defendernos, sabían que la causa era justa, que luchábamos por un mejor país. A partir de ese día pusimos barreras en las calles por todos lados y hasta cerramos la carretera panamericana. Tuvimos parados más de mil furgones y eso complicó al régimen, porque se paró la economía.
“El 8 de julio el gobierno atacó con fuerza, llegaron paramilitares, policía y el ejército. Entraron con armas pesadas y con la orden de disparar a matar a cualquiera en Jinotepe, como si los jóvenes fuésemos otro ejército armado y nosotros no teníamos armas. Ese día me mataron a 20 compañeros y a otros más los detuvieron”, recordó Xaviera.
Huir a Costa Rica
A partir de aquel 8 de julio Xaviera tuvo que comenzar a correr y esconderse para que no la mataran.
El 13 de julio del 2018 se vino para Costa Rica. No pudo ni despedirse de sus papás, ni de su hija, porque le tenía la casa vigilada.
Cuando llegó a Costa Rica, estuvo en una de las casas que varios nicaragüenses alquilaron para jóvenes que llegaban por decenas desde el 18 de abril.
Sin embargo, sí hubo varios días, después, que le tocó dormir en la calle. Para ganarse la vida comenzó a hacer postres, algo que aprendió en Nicaragua. También se dedicó al estilismo y a la barbería.
En el 2020 nació Sophie, su segunda hija. En medio del nacimiento y la lucha por salir adelante logró emprender y fue así que arrancó su negocito, Manitos Mágicas By Doraly. Eso fue en enero del año pasado.
Emprendedora
Recuerda que pudo comenzar su emprendimiento gracias al Centro de Derechos Sociales del Migrante (Cenderos), que es una organización no gubernamental que fue fundada por mujeres migrantes nicaragüenses, en 1999.
“Mayormente me dedico a la pastelería, a hacer bocadillos y ofrezco servicio de catering para ciertos tipos de comida. Ha sido un camino bastante difícil. Arranqué con mi bebé superpequeña, en un espacio muy pequeñito, con pocas herramientas y en medio de la pandemia.
LEA MÁS: Sueños de migrante nicaragüense en Costa Rica: estudiar, vivir libre y seguro
“Como casi todo arranque, fue complicado, pero como es algo que hago desde pequeña y cuando uno ama lo que hace, no lo siente como trabajo. Los últimos meses, luego de bastante trabajo constante y guía de varias organizaciones que trabajan con migrantes, he logrado crecer”, reconoció.
A pesar de que en el corto documental tuvo que actuar su propia vida, no se considera actriz.
“Soy estilista, barbera, repostera, diseñadora gráfica, artista, cantante, guitarrista, estudiante, emprendedora, activista, feminista, defensora de derechos humanos, pero actriz no”, nos aclara con convicción.
Al salir huyendo dejó botada su carrera de Mercadeo y Publicidad en la universidad Paulo Freire-Carazo, sin embargo, desde aquí pudo regresar a las aulas de forma virtual y el próximo 8 de octubre hará el examen de la Universidad de Costa Rica, porque sueña con estudiar diseño gráfico.