Probablemente muchos crean que la tradición de pintar carretas sea únicamente de Costa Rica y que nació en Sarchí, pero ¿es así?
Para salir de la duda, La Teja conversó con el artista Miguel Casafont quien en 1987 hizo su tesis sobre el tema para la maestría en Diseño que sacó en el Instituto Pratt, en Brooklyn, Nueva York.
“No hay un dato preciso, pero cuenta la leyenda que pudo haber sido influencia de los italianos que vinieron a construir el ferrocarril al Atlántico a finales del siglo XIX, porque se parece mucho a las carretas que pintan en Sicilia, Italia”, dice Casafont.
Aunque hay excepciones, la tradición de decorar las carretas tiene su ciencia en basarse en los colores primarios tradicionales (rojo, azul y amarillo) y en diseños muy contrastados, sin degradaciones de colores ni tonos pastel.
“Son colores muy brillantes y cálidos los que se utilizan en el diseño y las personas tienen un gran talento a la hora de pintar a mano alzada, las curvas y los diseños. Además de la habilidad para repetir un diseño a lo largo de los años. No hay interpretación artística porque ninguno pinta la carreta como le dio la gana, sino que repiten un patrón y aunque son varios, no se puede diferenciar quién hizo cual”, comentó el artista.
Según el pintor, uno no se va a encontrar una carreta con mariposas o palmeras, sino que la mayoría son figuras geométricas, eso sí, asegura que el dibujo no obedece a algo tico, ya que no se inspira, por ejemplo, en el arte precolombino.
En junio del 2002 la revista Zurquí sacó un reportaje en el que se menciona que la práctica de la pintura de las carretas inició en Escazú, por la influencia de un italiano de apellido Capra.
Sin embargo, ya eso era una práctica común en Sicilia, donde solían pintar los carretones con motivos histórico-religiosos.
“Capra tomó de los altares barrocos de la iglesia de Escazú los motivos e incluso el colorido primitivo de ellos y los trasladó a las carretas pintadas”, dice la publicación.
Lo que sí está un poco más claro es que la tradición, en Tiquicia, fue vallecentrista, pues otros investigadores dicen que en Puntarenas y Guanacaste no se acostumbraba a tener las carretas decoradas.
Gran reportaje
Otro detalle curioso que nos contó Casafont es que la carreta se adopta como un símbolo no oficial porque la revista National Geographic, en octubre de 1946, publicó un gran reportaje en el que dice que Costa Rica es la tierra de las carretas pintadas.
“Eso reconoce a la carreta como un símbolo nacional, pero no oficial, y también el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) la utilizó durante muchos años como parte de su imagen, la carreta así como Lacsa, que tenía en los boletos y en la cola del avión, la carreta pintada”, contó el artista.
La carreta típica también sirvió como inspiración de muchas leyendas, canciones, pinturas, pues era considerado un símbolo muy costarricense.
“Es de una gran tradición folclórica, aunque actualmente la gente cree que eso es solo lo que se vive en Guanacaste y poco a poco se ha ido olvidando y a finales del siglo veinte se dejó de usar como símbolo de Costa Rica. Habría sido bonito que la marca de Esencial Costa Rica lo hubiese incorporado en su diseño”, contó don Miguel.
Hasta los años 70 la carreta era un símbolo muy importante de Tiquicia y poco a poco se fue cambiando por la ranita, el oso perezoso, las lapas o tucanes y demás fauna que nos caracteriza en el ámbito internacional.
“Antes hasta la industria de los ‘souvenirs’ la tenían muy marcada, se hacían carretas chiquiticas, otras en forma de bares o llaveros con la forma de ella o sus ruedas”, explicó el artista plástico.
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