El 7 de mayo será el último día del doctor Daniel Salas como ministro de Salud, una labor que para nadie es un secreto representó un enorme reto en medio de dos años de pandemia.
Por eso La Teja conversó amplio y tendido con él sobre lo que fue esa experiencia y lo que le aconseja a su sucesor para sacar adelante el barco que está a un mes de entregar.
Como fue de conocimiento de todo el país, el 16 de setiembre del 2020 el doctor Salas sufrió un duro golpe al perder a su papá, Jorge Eduardo Salas, a causa del covid-19.
“La única situación que me llevó a un estrés tan fuerte como para considerar con más fuerza renunciar fue cuando falleció mi papá, pero en general no. Hay momentos en los que uno se siente tan cansado por el estrés y la sobredemanda de la población que sí lo lleva a agotarse, pero rápidamente se repone, retomo fuerzas de la familia, de los equipos de trabajo y del agradecimiento de la población cuando llegaban las cartas y videos de la niñez y de la gente que reconocía el trabajo que se estaba haciendo con todo el compromiso y la entrega. El pensar en renunciar no me pasó por la mente así tan claramente, solo en ese momento”, aseguró el ministro de Salud.
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-¿Qué significó enfrentar la pandemia desde el ámbito profesional y personal?
-El espacio de una pandemia para poder fungir como ministro es un reto muy grande y sobre todo con una como esta que tuvo características muy particulares. Es un momento en el que uno tiene que entender lo importante que es el trabajo en equipo. Para mí significó reforzar el sentimiento de que la salud tiene que ser siempre construida a nivel social. También fue un momento de mucho reto personal, uno tiene conocimiento de virología y salud pública, pero nunca los ha puesto bajo tanto estrés y tanta demanda continua de estar revisando todas las situaciones que se presentaban. El aprendizaje es muy intenso y acelerado y hay que estar muy atento. Otra cosa que aprendí a nivel personal y aunque uno lo entiende, pero en situaciones tan fuertes como esta las refuerza, es la capacidad de entender que no se logra siempre lo que uno quisiera en el momento.
Tener esa paciencia y entender que había sectores que en algún momento de la pandemia no estaban del todo contentos por las situaciones y tener que dialogar y coordinar hasta donde se pudiera. Al final también hay un tema de exposición pública muy fuerte, un momento en que todo mundo está pendiente de qué es la pandemia, qué significa el virus y fue parte de un aprendizaje acelerado. Y de repente ya no era un ministro usual de Salud, sino uno que estaba al frente de un equipo, apoyándome en ellos pero con esa exposición mediática muy intensa.
-¿Cuál fue la clave de que Costa Rica estuviera entre los primeros cuatro países del mundo en tener la vacuna contra el covid-19?
-Que tenemos una institucionalidad, un sistema democrático y una fuerza país que permite que haya representación de empresas conocidas con las que pudimos establecer conversaciones exploratorias. Revisábamos documentos emitidos en agencias reguladoras de altísimo nivel, que era lo que estaba pasando en la parte científica, lo que era más promisorio y moverlos rápidamente. Asumir riesgos y comprar las vacunas que tienen los mejores perfiles hasta el momento, a buen ritmo de entrega y un precio razonable, antes de quedarnos sin ellas. Cuando llegaron las vacunas a nuestro país se acercaban algunos colegas ministros de otros países para preguntarnos cómo hicimos y cómo podían hacer ellos para obtenerlas.
Ayudó el sistema de salud del país, la capacidad de trabajar unidos en una sola causa, la Comisión Nacional de Emergencias, la Cancillería, la Caja y el Ministerio de Salud, trabajando en ese tema, así como la ley de emergencias que permite hacer esas compras. Todo eso permitió que fuéramos de los primeros países en tener acceso a una vacuna de alta calidad.
-¿En algún momento sintió que se le salió de las manos la pandemia con tanto contagio y fallecido?
-Siempre teníamos ese riesgo, pero todas las medidas que tomamos y que para algunos fuimos muy estrictos cuando teníamos muy poquitos casos, fue porque en ese momento había que sensibilizar más a la población de las medidas sanitarias que había que aplicar. Aún no había protocolos y las UCI en el país para la atención de covid apenas eran 28 camas. Si hubiésemos tenido una curva exponencial de casos y muertes en ese momento, se nos hubiera elevado la cantidad de muertos en los pasillos de los hospitales y en las casas en una cantidad enorme.
Necesitábamos ganar tiempo y la vacuna vino a cambiar el panorama, más ahora que tenemos una cantidad importante de vacunados. El momento más crítico lo tuvimos en el tercer cuatrimestre del año pasado. Esa situación fue de mucho estrés por no poder atender con la calidad que merecían a las personas que estaban ingresando en una UCI por covid. Esas decisiones del inicio permitieron retardar la transmisión comunitaria y aumentar de 28 a 369 camas de UCI.
-¿En algún momento se peleó o enojó con los sectores que le pedían apertura de la economía mientras la gente moría en los hospitales?
-Hay una diferencia entre ser vehemente, tomar una decisión con firmeza a ya explotar. Siempre hubo un balance entre la situación económica y salvar vidas. No fue explotar, en algunos momentos uno con la población decía, ‘podemos lograrlo, tenemos la capacidad, la educación y el sistema de salud para hacerlo, pero ocupamos también que la gente colabore’ y puede que sí en algún momento parecía ese médico de cabecera regañón que dice, ‘vea, usted no tiene que comer eso porque sino...’ pero era ser vehemente y defender con convicción y pasión los puntos que uno sabe que son importantes y más en una situación tan crítica en la que sabía que había muchas vidas en juego.
-En varias oportunidades usted destacó la cultura del costarricense en materia de salud y vacunación, ¿sin esa cultura las cifras de muertes habrían sido catastróficas?
-Es difícil estimar cuánto más, pero sí es claro que hubiesen habido muchísimos más fallecimientos e internamientos si la población no hubiese respondido como lo hizo. Pienso que tenemos un buen nivel de educación sanitaria, tenemos todavía que mejorar y reforzar desde las escuelas, las familias y comunidades, pero uno vio la respuesta de la población, y rápidamente se organizó todo.
Todos estamos cansados de usar la mascarilla, pero se ha mantenido a lo largo del tiempo. Vemos que es una población educada, entendida y que en general sí se cuida con las excepciones que hay en todo. La población ha sido un actor importantísimo para que la cantidad de fallecidos no haya sido mucho mayor a la que tenemos ahorita, que no es menor.
-¿Qué lo motivó a aceptar el cargo de ministro cuando se le presentó la oportunidad en noviembre del 2018?
-Tengo 20 años de trabajar en salud pública y con el tiempo uno se va preparando con la experiencia y capacitaciones adquiridas. Soy un enamorado de la salud pública y la epidemiología, eso y que uno ha logrado establecer buenas relaciones con las personas que trabajan en el ministerio, sabía que podía aportar. Nunca estuvo en mi mente ser ministro de Salud, pero sí había pensado que si me lo ofrecían, aceptaría si era un presidente que honrara los criterios técnicos de salud pública que emitiera porque eso era lo que le convenía a la población.
Cuando Carlos Alvarado me entrevista, le explico mi visión de salud pública y sentí en él que iba a respaldar los temas fundamentados en la ciencia y acepté.
Estar aquí es muchísima responsabilidad, no es fácil, pero también uno ve el equipo que tiene y eso lo hace más fácil para salir, confiando en que me voy y sé que tengo un equipo que va a responder con todas sus limitantes y capacidad de mejora.
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-¿Qué le recomienda a quien asuma el cargo a partir del próximo 8 de mayo?
-Lo primero es establecer las prioridades, revisar las líneas que se vayan a poner en el plan nacional de desarrollo. Que le dé continuidad y estar revisando las prioridades. También es muy importante, y en especial en el tema de la pandemia, ver lo que se ha construido y se ha logrado hasta el momento y seguir construyendo sobre esas bases que han sido muy firmes, muy bien hechas, muy escrutadas para llegar a este punto y ese es un insumo muy importante que le queda para poder mejorar.
Esperamos que la parte más dura de la pandemia ya haya pasado y no vayamos a tener una mutación extrema del virus que vaya a hacer que las vacunas sean inefectivas, especialmente contra enfermedad grave, no vemos eso en el camino, pero no se puede descartar del todo.
También, si es una persona que no ha estado en el Ministerio de Salud, es muy importante que trate de comprender el rol rector del Ministerio de Salud, que se empape de la gente que ha estado en rectoría mucho tiempo y que trate en esos primeros meses de entender esa responsabilidad y las potestades que le da la ley. El ministro tiene que ser un líder en salud que promulgue las políticas públicas y que trabaje en la vigilancia de la Salud, tiene que ser un líder con convencimiento. Lo digo como ciudadano, cuando uno encuentra un líder, un ministro que sabe escuchar y cómo dialogar y convencer, lo agradece. Basarse en los temas que han estado en discusión en los últimos años y establecer su agenda de trabajo.
-¿En algún momento pensó en la posibilidad de ser candidato presidente?
-No puedo decir de esta agua nunca beberé y creo que eso solo el tiempo dirá las vueltas que da la vida, las oportunidades que se pueden presentar luego. Eso requiere de análisis, lo que le puedo decir en este momento es que no está en mi ruta de vida optar por la presidencia de la República.
Uno trabaja con mucho cariño por la población y tratando de servirle a la gente como servidor público. Creo que eventualmente ser presidente es el máximo de los honores, el puesto de mayor exposición, demanda y el más criticado, siempre está bajo la lupa y en este momento me sentiría incómodo si no estoy trabajando en esa parte social de apoyo, de mejorarles las condiciones de vida de la gente. Lo que pienso es seguir en mi carrera de salud pública, siempre dando lo mejor, sirviendo a la población y honrando esa investidura hasta donde pueda.
-Viendo ahora el panorama completo, ¿habría hecho algo diferente? ¿Habría pedido el uso de mascarilla antes?
-Siempre me preguntan que si habría pedido el uso de la mascarilla antes y se puso cuando teníamos claro que el virus tenía una capacidad de transmitirse por partículas suspendidas en el aire. Incluso si uno lo ve en retrospectiva, cuando no teníamos su uso implementado en los lugares cerrados de reunión pública, no había una situación de transmisión comunitaria, ni incremento de casos o sobredemanda hospitalaria.
Costa Rica fue el último país de Centroamérica en donde se estableció la transmisión comunitaria, fue donde logramos retardar más ese fenómeno de transmisión. Creo que lo hicimos de la forma más responsable. Las vacunas las obtuvimos tempranamente, las medidas de cierre y aperturas facultó que no tuviéramos muchas muertes y hospitalizaciones y casos acelerados. Analizábamos qué está pasando en el resto del mundo y acercarnos rápidamente a las universidades y grupos de altísimo nivel que nos ayudaron a proyecciones mucho más acertadas, lo haríamos de la misma forma. Tratamos de ser lo más responsables y comprometidos basándonos en la ciencia.
–¿Qué sigue para usted, continúa en el ministerio, en cuál cargo quedará?
-He hecho el 99% de mi carrera en el Ministerio de Salud y en Cencinai. Tengo un puesto en propiedad como Director de Vigilancia de la Salud y es lo único seguro a este momento.
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-¿Cuál fue la factura que le pasó su puesto? Supimos que tuvo algunos problemas de presión
-Trato de mantener una actividad física, no he podido ser tan activo como lo hacía con anterioridad, pero sí he tratado de buscar espacios. La presión arterial uno sabe que las situaciones de tensión extrema pueden elevarla, pero; sin embargo, vea que fue casi al final que tuve algún tipo de descompensación por el cúmulo de tensiones. Uno sale más maduro y con un aprendizaje acelerado y una visión mucho más integral y fuerte de lo que es ser rector en salud, y ser un servidor público al más alto nivel.
Luego en el campo familiar fue la partida de mi padre y la familia cambia un poco su interacción y al final uno queda tratando de acomodar que sea algo positivo.
-¿Se tomará unas vacaciones para disfrutar con su familia por todo el tiempo que tuvo que sacrificar con ellos?
-Me tomaría un tiempito de vacaciones para tener esos espacios también con mis hermanos y mi mamá que, de alguna forma por el distanciamiento social por la pandemia, he estado alejado también estos últimos dos años. Voy a descansar un poquito para entrar con más energía para lo que sea que venga después.
Cuando el presidente me entrevistó, yo le dije que mi mayor tesoro y logro es mi familia, y le dije que siempre iba a maximizar mis ratitos para estar con ellos. A pesar de la pandemia y que había sacrificios mayores y reuniones muy extensas, siempre busqué la forma de dedicarles más tiempo de calidad a mi esposa y mi hija.
-¿Siente que el que denominaron como su doble, Carlos Ramírez, realmente sí se parece?
-Sí tiene rasgos parecidos a mí, pero Dios nos hace siempre diferentes, no es que es idéntico. Le mando un saludo a la distancia. No lo conozco en persona. Él dice que soy yo el que me parezco a él (el ministro es mayor).
Me hizo gracia que la gente empezara a buscar esas cosillas de una persona parecida a mí. Era un momento en que uno tenía que soltar mucha tensión por muchos lados, la población estaba en ese estado de mayor restricción, cuidándose al extremo, entonces teníamos que buscar esas válvulas de escape y esas son cositas que colaboran. Uno tiene que verlo como parte de la vida y tomarlo con amabilidad. Yo no podría haber llegado aquí si de una u otra forma uno no toma por la parte amable todas las cosas.
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