“Le voy a decir una gran verdad de nuestras vidas... antes de que iniciáramos todo este capítulo de la enfermedad de Daniel, el papá y yo no estábamos del todo bien, la relación no era la mejor. Cuando pasan cosas tan grandes en la vida uno tiene como matrimonio dos caminos: se rompe todo definitivamente o los esposos nos unimos como nunca antes. Gracias a Dios a nosotros nos pasó lo segundo”.
Con una sinceridad absoluta, doña Zaida Calvo, la mamá de Daniel León (12 años), el guerrero luchador que se recupera puras tejas de un trasplante de médula ósea en Cincinnati, Estados Unidos, nos contó un capítulo familiar que ahora quedó en anécdota, pero que en su momento les robó el sueño a ella y a su esposito, don Alexánder León.
“Cuando nos dimos cuenta de la enfermedad de Dani (hace once años) nosotros nos unimos como esposos y nos acercamos a Dios. Esto se pasa solo por fe, aprendimos a confiar en Dios, nos unió como familia porque solo como familia se puede salir adelante. El dolor que un papá siente al ver a su hijo enfermo, por ver todo lo que pasa, es tan pero tan grande, que solo el otro papá entiende exactamente lo que uno vive”, explicó doña Zaida, quien estaba abrazada de su marido mientras nos contaba desde Estados Unidos esta dura verdad.
Esta luchadora madre asegura que las dificultades del matrimonio no tienen un receta y eso que ellos se conocen de toda la vida porque comenzaron a jalar cuando ella tenía 14 y él 16.
Al descubrir el padecimiento del guerrerito, el inicio fue complicado para ambos porque tras de que estaban mirame y no me toqués el uno con el otro, se les unió el estrés de los corre corre al hospital.
Complemento perfecto
Con el corazón abierto, Zaida y Alexánder aceptan que Dani salvó la relación porque les permitió acercarse en la adversidad, amarse en el dolor y complementarse las 24 horas del día como un equipo de dos con un único objetivo: ser familia.
“Yo fui trasplantada de corneas, ya veo mucho mejor, pero todavía me falta una última cirugía que tuvimos que posponer por lo de Dani, entonces uso unos lentes de contacto especiales y en la noche no veo porque me los quito. Por otro lado, mi esposo no habla inglés, entonces los cinco meses que Dani estuvo internado (después del trasplante de médula ósea, que fue en agosto pasado) los dos pasábamos las noches enteras juntos en el hospital.
“En ocasiones nos decían los del hospital que por qué uno no se iba a dormir a la Casa Ronald McDonald mientras el otro cuidaba, sobre todo porque ahí hay un sofá cama individual, pero yo no puedo ver de noche y Dani estaba conectado a un montón de máquinas rarísimas y a mi me daba mucho miedo si algo sonaba", contó la mamita.
Realmente ellos pueden asegurar que trabajaron como un equipo, porque se complementaron de muy buena manera.
“Sabíamos que estaba la enfermera a la par, pero yo no podía ver y me daba miedo esa parte, me sentía insegura y mi esposo no podía comunicarse (por no saber inglés), entonces él veía por mi y yo hablaba por él. Hemos sido un muy buen equipo”, recordó con mucha alegría doña Zaida, quien comprendió que tanta noche de palmada a la par de la cama de su hijo, pero unidos como esposos, les debilitaba el cuerpo por el cansancio, pero les fortaleció el corazón por el amor.
Días muy duros
Hubo momentos realmente amargos, como cuando a finales del año pasado los doctores, después del trasplante, detectaron que a Dani se le habían enfermado unas venitas del hígado y el mal le avanzaba muy rápido.
“Con toda la sinceridad, los médicos nos dijeron que, cuando esto sucede, en el 80% de los casos el paciente trasplantado fallece... eso nos devastó, fue durísimo, pero lo pasamos juntos, nos teníamos para sufrir y para darnos esperanza, ahí otra vez el equipo entendió que había que unirse al máximo.
“Ese momento lo pasamos juntos y sufriendo porque nos advirtieron que el tratamiento producía sangrados y como Dani por el trasplante no tenía plaquetas, entonces iba a sangrar por todos lados. Fue duro verlo sangrar, le sangraban los ojos y eso fue muy duro", comentó con dolor.
“Incluso, para esa época dejamos de hacer video llamadas a la familia en Costa Rica para que no lo vieran así. Fue difícil. Por dicha Dani no podía verse porque estaba en la cama, cuando pudo verse, y eso que ya estaba muchísimo mejor, se asustó”, añadió.
Un día a la vez
El triunfo del matrimonio le llena el alma a este par de luchadores que todos los días en Estados Unidos ven como hay otros niños ocupando camas con padecimientos muy complicados y en la batalla a lo mejor hay una mamita sola.
“Aquí hay otras mamás que están solas y yo pienso que no sé cómo lo hacen. Aprovecho para decirle a todos los papás que estén pasando por algo parecido que lo pongan en manos de Dios y déjelo ahí, son enfermedades que no se pueden vivir en solitario, las parejas deben unirse.
"Les digo a los matrimonios que tenga paz, que no se estresen con el mañana, con los pronósticos, con qué pasará, vivan un día a la vez, un padecimiento a la vez, como Dios tiene el control, vayan día a día”, aconsejó.
Arrancar de cero |
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La familia León Calvo vendió todo lo de la casa para irse a Estados Unidos (para el trasplante de médula ósea), solo guardaron algunos de los juguetes de los hijos, cuando vuelvan a Costa Rica deben arrancar de cero. “Pero aprendimos que en esta vida lo material no importa nada, una casa, un carro, nada, lo realmente importante es ver a nuestros hijos felices y sanos. La salud no tiene precio, regresando con Dani sano y nosotros sanos para trabajar, nada más importa”, dijo Zaida Calvo. |