Mariángel Rodríguez Molina es una valiente niña de 13 años que iniciará este miércoles un nuevo curso lectivo en medio de muchas oraciones para que su corazón resista, ya que urge de una operación.
Con una superactitud positiva irá a su primer día de clases, en el Liceo de Santa Gertrudis Norte, en Grecia, con la mochila llena de útiles escolares, uniforme nuevo y una gran fe y esperanza.
También llevará al aula un peso invisible: una cardiopatía congénita que amenaza con interrumpir su recorrido académico.
Mariángel nació el 5 de noviembre del 2011 con un corazón que ha necesitado atención médica desde su primer mes de vida. A los 45 días de nacida fue sometida a su primera cirugía, en la que le implantaron una válvula biológica para normalizar el flujo de oxígeno a su cerebro.
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A los tres años y medio enfrentó una nueva operación, para sustituir esa válvula por una mecánica.
La válvula actual que tiene Mariángel se ha quedado pequeña para su corazón en crecimiento, y aunque necesita con urgencia un reemplazo, en el Hospital Nacional de Niños le informaron que no hay especialistas.
Contra el tiempo
“Hace 22 días nos vio el doctor y nos dio la noticia de que se mandaron todos los papeles a Barcelona, España, para ver si la operan allá. Antes de eso necesita un estudio, una resonancia magnética cardíaca, la cual vale medio millón de colones y no lo tenemos”, cuenta su madre, doña Marta Molina Cascante. La familia vive en calle San José, en La Arena de Grecia.
Para doña Marta, el corazón de su hija es también el latido que sostiene a toda la familia. Cada día es un desafío que empieza con una oración y la esperanza de encontrar una solución.
“Es un poco complicado, difícil. También tengo otra hija de seis años y se complica mucho más. Llevar a Mariángel a exámenes al Hospital de Niños es mucho gasto”, confiesa doña Marta con una voz que mezcla la fatiga del esfuerzo diario y la determinación de una madre que no se rinde.
Actualmente hay una campaña llamada “Salvemos el corazón de Mariángel” y nació con el objetivo de recaudar fondos para el examen y, posteriormente, para la operación en España, que tiene un costo aproximado de 40 millones de colones.
Hasta ahora han logrado reunir 350 mil colones gracias a rifas y donaciones, pero el camino es largo y cuesta arriba.
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“Para salir con los uniformes y útiles trabajé en eventos en una empresa aquí de Grecia y así ahorré para lo de la escuela”, explica la mamá.
Actitud positiva
A pesar de este desafío, Mariángel mantiene una actitud positiva. Le apasiona el inglés conversacional y sueña con convertirse en cardióloga o cirujana cardíaca, para ayudar a niños como ella, para que en el futuro no tengan que viajar al extranjero para recibir atención especializada.
“Ella es una chica valiente, guerrera, positiva, es la que nos llena de fuerza día con día para sobrellevar esto”, dice su madre con los ojos llenos de admiración.
Cada día que pasa sin la operación necesaria afecta la calidad de vida de Mariángel, pero ella no deja que el miedo la detenga.
Va a empezar el colegio con la ilusión intacta, dispuesta a aprender, a reír con sus compañeros y a soñar con un futuro donde pueda devolver todo el amor y el cuidado que ha recibido.
“Arranca un curso lectivo un poco estresado este año, con mucha fe, mucha actitud positiva”, confiesa doña Marta.
¿Terminará octavo en España?
Este año escolar será distinto para Mariángel. Las clases de educación física dependerán de cómo se sienta cada día y su mamá ya está pensando en cómo evitar que pierda el año en caso de que le hagan la cirugía.
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“Estaría en cuidados intensivos, cuidados intermedios, serían como dos meses, depende de cómo avance su recuperación. Podrían ser dos meses o más. Si tiene que quedarse, buscaríamos la opción para que no pierda octavo año. Coordinaremos con el colegio para que pueda continuar las clases, aunque sea virtualmente”, explica doña Marta.
Para quienes deseen apoyar a Mariángel y su familia en esta lucha, pueden hacerlo a través del SINPE Móvil al 6306-7219. Porque el corazón de Mariángel late con fuerza, esperanza y el apoyo solidario de quienes creen en la vida y en la capacidad de una niña de inspirar a todo un país.
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La mamá tiene una frase: “El corazón de Mariángel está en el corazón de Costa Rica”, por eso cada latido de la menor es un llamado a la solidaridad y a la esperanza.