Leivi Vargas Barrantes es una vecina de Pérez Zeledón que fue diagnosticada con cáncer de mama y ahora que es cuando más necesita estar al lado de la familia que tanto ama, tuvo que separarse de ella para poder centrarse en la lucha contra la enfermedad.
Ya enfrentó el proceso de la quimioterapia, también le hicieron cuatro operaciones y ahora está recibiendo el tratamiento de radioterapia. Debido a que es tratada en el hospital San Juan de Dios y su casa le queda muy lejos, tuvo que irse a vivir un tiempo al albergue de la Fundación Nacional de Solidaridad Contra el Cáncer de mama (Fundeso).
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Pese a que reconoce que sus hijos y sus esposo le hacen mucha falta, que extraña su vida en Pérez Zeledón y que estaría más a gusto recibiendo los chineos de sus seres queridos, sabe que ahorita debe ser fuerte y enfocarse en la lucha contra la enfermedad para luego volver a disfrutar de su familia.
“El 30 de agosto del 2022 fui diagnosticada con cáncer de mama, tenía una pelotita en la mama derecha. Hace cuatro años me había salido una pelotita ahí mismo y me la operaron, pero en aquella ocasión era una pelotita de grasa, entonces no hubo complicaciones”, relató.
Dolorosa sorpresa
Leivi cuenta que esta vez pensó que se trataba de algo similar, pero se llevó una terrible sorpresa que le puso su mundo cuesta arriba.
“La palabra cáncer es horrible, cuando la escuché me quedé en shock, no pude contestar. La doctora no tuvo ni que tocarme para darse cuenta de que tenía cáncer, ella me dijo que me quitara la blusa y el brasier y con solo verme me dijo: ‘vas para San José porque tenés cáncer de mama’, lo notó a simple vista porque cambia la forma del pecho, la textura de la piel, el pezón.
“Me quedé como muda cuando me dieron el diagnóstico, pero por dentro decía: ‘me voy a morir’, ‘¿qué voy a hacer con mis hijos?’, ‘aquí se acabó todo’, bueno, un montón de cosas le pasan a uno por la cabeza”, recordó.
La paciente contó que una vez que sabían cuál tipo de cáncer tenía, le pusieron quimioterapia. El tratamiento duró siete meses y fue muy agresivo, hasta estuvo en cama un tiempo, además, la hizo perder todo el cabello, algo que la afectó mucho más de lo que esperaba.
“La doctora ya me había dicho que me fuera cortando el pelo poco a poco antes de la quimioterapia y así lo hice, yo sabía que se me iba a empezar a caer, sentía que estaba preparada, pero ya vivirlo es otra cosa. Cuando vi que la almohada se me llenaba de pelo y las blusas también fue muy fuerte, me puse a llorar y llorar durante dos días y pedí que me raparan, eso fue un alivio. Creo que mucho de la vanidad de las mujeres está en el cabello, a mí me gustaba plancharme el pelo, teñírmelo, por eso se me dio tanto.
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“También me dieron muchas náuseas, cualquier olor me desesperaba, fuera agradable o no, tenía que taparme la nariz porque no soportaba ninguno, casi no comía nada, eso fue con la quimio roja que es más fuerte, luego con la quimio blanca comía más pero las piernas casi no me reaccionaban, casi no podía caminar, me cansaba demasiado”, manifestó.
Los primeros tres meses de la quimio Lady tuvo que alquilar un lugar en San José, con una de sus hijas, porque se le complicaba estar viajando hasta Pérez Zeledón. Como sus otros hijos le hacían tanta falta luego de eso se quedaba unos dos días en San José con la hija y luego regresaba a Pérez Zeledón.
Gran ayuda
Luego de la quimio vinieron las cirugías, el 21 de junio le hicieron las cuatro operaciones para quitar las partes donde se había localizado el cáncer.
Cuando estaba por empezar la radioterapia se dio cuenta de que existía Fundeso y que hay albergue para que personas como ella, que viven lejos de San José, puedan quedarse ahí mientras reciben los tratamientos.
“Ha sido una gran ayuda, no cobran nada y es un lugar bonito, limpio, le dan a uno la comida y a algunas personas hasta les permiten quedarse con algún familiar si así lo requiere. Hay charlas para las personas que estamos enfrentando este proceso y hasta hay atención con terapeutas.
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“Sí, es muy difícil estar lejos de los hijos y toda la familia. En mi caso estaba retomando los estudios y fue muy duro tener que dejar eso y el emprendimiento que tenía con otras dos mujeres de hacer mermeladas y chileras artesanales, esto cambia por completo la vida, pero es necesario hacer sacrificios para enfrentar la enfermedad”, aseguró.
Leivi dice que tiene un gran sueño: ir a la universidad a estudiar Educación, esa y su familia son de las principales fortalezas que la mantiene al pie del cañón en la lucha contra el cáncer de mama.
Sin duda un aplauso para ella y para todo ese montón de luchadoras que batallan día a día contra esta terrible enfermedad.