Desde que el 6 de marzo pasado el país comenzó a escuchar sobre casos locales positivos de covid-19 y empezó el “no salga, quédese en su casa”, también inició un fenómeno muy peculiar, ya que se disparó la venta de plantas carnívoras.
Amira Priano del vivero el Jardín Encantado, ubicado en el Mall San Pedro, nos confirmó este fenómeno con dos palabras, “están agotadas”.
“Comenzó el encierro y las ventas se dispararon al cien por ciento, fue algo que jamás había experimentado en cinco años que tengo de venderlas. En estos momentos estamos esperando que nos lleguen más porque no hay”, explicó Amira a quien puede localizar al 8777 6560.
Otro que está con la boca abierta con lo sucedido es José Pablo Zamora del vivero Plantas Carnívoras CR506, quien también reconoce un incremento total en la venta de estas plantas.
“Como yo me promociono por Facebook, me llama gente de todo el país, gente que en su vida me llamó, ahora todos quieren una planta.
“Ya no tengo, se agotaron, en estos tiempos de pandemia, desde marzo, he vendido unas 70 plantas, algo que no pasó nunca en tan corto tiempo. Es increíble lo que las buscan”, comentó don José Pablo.
Don Marco Tulio Acuña tiene el vivero Carnívoras de Costa Rica, el cual es el más antiguo del país, ya que tiene más de 10 años, de vender plantas carnívoras y reconoce que durante todo ese tiempo nunca vendió tantas plantas.
“Jamás vi una explosión de venta tan loca como durante la pandemia y eso que ya llevo ratillo. Es cierto que el mercado ha venido en constante crecimiento, pero con la pandemia la curva de ventas se disparó para arriba.
“Como sé que el mercado va en crecimiento, siempre me adelanto y tengo una buena cantidad, pero no lo logré, no pude con tanta venta, ya no tengo. Yo por año vendo unas tres mil, se puede decir que más de la mitad se fueron entre marzo y julio”, reconoció don Marco Tulio (8701-4990).
Zona Carnívora es el nombre de la tienda virtual en la que usted puede ubicar a don Francisco Quesada por Facebook. Quesada solo vende este tipo de plantas y considera que tanta venta en tiempos del covid-19 podría darse porque la gente pasa más tiempo en sus casas y pueden dedicarle más tiempo a una planta carnívora.
“Es increíble cómo se han vendido y a todo tipo de público, hombres, mujeres, niños, jóvenes, en fin. Ya no tengo carnívoras, todo se vendió en tres meses; vendí plantas hasta en un pueblo cerca de la frontera con Panamá”, recordó don Francisco (6275-7131).
Curiosidad
En media pandemia, el desamparadeño Fabio Romero se compró una carnívora, dice que desde chiquillo, ahora tiene 39 años, las vio en programas de la National Geographic y que se le despertó la curiosidad.
“Yo no sabía que vendían en Costa Rica, al enterarme tomé la decisión porque en esta pandemia hay que mantener la mente ocupada y tener distracciones. Me ha servido para desestresarme, relajarme y estar en algo, me gusta verlas cómo se comportan”, comentó.
Esteban Calvo, de 19 años, también se compró una por curiosidad.
“Las carnívoras me han servido para pensar en estudiar Biología en la universidad. En mi casa todos me apoyan, a mis papás les encanta, igual mi tía que no es de plantas y a quien le fascinó la carnívora, incluso a mi novia le gustan”, reconoció este vecino de Atenas, quien se metió de lleno con este tipo de plantas, al punto que ya tiene un pequeño vivero en su casa con solo plantas carnívoras.
Mecanismo de defensa
La sicóloga, María Ester Flores, analiza el bum de las plantas carnívoras como algo muy positivo, ya que es un mecanismo de defensa y de adaptación del humano ante situaciones difíciles.
“Lo que te pueda producir adrenalina, poner la mente en marcha con otros pensamientos que no sea el virus, la muerte, la economía, sirven para romper con el estrés de lo que se está viviendo hoy día.
“Es una nueva distracción que ayuda a canalizar los miedos, el encierro, el aburrimiento, disparando las capacidades humanas en el asombro, en el instinto de cuestionarnos todo y darnos respuestas de la mano de la ciencia.
“Es un elemento exótico que no hace daño y puede involucrar a toda la familia porque es como una mascotita que no necesita tanta atención ni gastos económicos”, reflexionó la sicóloga.