Sin duda alguna algo que nos define mucho a los costarricenses es lo nacionalistas que somos y el apoyo que le damos a los nuestros sin importar donde estemos.
La comunidad costarricense en Estados Unidos está representada por gente breteadora y de gran corazón tal y como es Wagner Bonilla Cordero, un tico de 40 años, nacido en San Jerónimo de San Pedro de Pérez Zeledón, ahora propietario de su negocio de costura Wagner’s tailoring formalwear en Toms River, Nueva Jersey, Estados Unidos.
Bonilla tiene aproximadamente un año de haber abierto su tienda y actualmente trabaja con dos ticos más y asegura que las puertas de su negocio están abiertas para sus coterráneos que sepan de costura.
“Yo hago publicaciones a través de redes sociales, principalmente en Facebook, en las que ofrezco oportunidad de trabajo a los costarricenses que llegan a Estados Unidos y que sepan de costura, actualmente trabajo con dos y estoy dispuesto a contratar más personal”, señaló Bonilla.
Esta tienda ofrece todo tipo de trajes para hombres, pero también otros servicios de diseños personalizados de trajes cuyos precios van desde 275 dólares a 500 dólares (150 mil y 275 mil colones), en el caso de los personalizados con un diseño y tele específica va den desde los $800 a los $2.000 dólares (440 mil al 1.100.000 colones).
Bonilla tiene 21 años de vivir en Estados Unidos y asegura que su vida no ha sido fácil, pero agradece a Dios por la oportunidad de ver los frutos del esfuerzo y aprendizaje en su negocio y que por eso trata de apoyar a los suyos.
“La situación en nuestros países no es tan fácil y tuve que tomar la decisión de emigrar a los Estado Unidos, cuando tenía la edad de 19 años, fue duro poder despedirme de mi madre y mis hermanas”, cuenta el costarricense.
¿Cómo aprendió de costura?
Wagner señala que desde corta edad la vida le vino dando golpes fuertes, pues a sus cinco años perdió a su papá y a temprana edad tuvo que aprender a trabajar.
“Me tocó trabajar desde muy jovencito, desde los 12 años trabajé en construcción hasta ya cuando cumplí los 14 años logré estudiar un curso en el Instituto Nacional de Aprendizaje, INA y gracias a ese curso, que duró un año, a los 15 pude ingresar a trabajar en una fábrica de ropa en Pérez Zeledón, llamada ModaAltul”, recordó Bonilla.
En dicha fábrica de ropa, el tico logró agarrar conocimiento para manejar, al menos, 20 diferentes tipos de máquinas de coser, algo que le sirvió mucho al momento de empezar una nueva vida lejos de su querida Costa Rica.
“Al llegar a Estados Unidos trabajé durante 20 años para una tienda de trajes para caballeros y para ser sincero me convertí en unos de los mejores costureros de esa tienda, fue por eso que me puse a pensar en montar mi propio negocio y hace aproximadamente un año me dije: ‘con la experiencia que tengo voy abrirlo’ y así es como nació mi tienda Wagner’s tailoring formalwear”, contó con orgullo el pezeteño.
Esta tienda, aparte de ofrecer trajes para caballeros, tiene todo tipo de costura para ropa de hombre y mujer, ofrece el servicio de lavado de ropa de vestir, algo que ha sido bien recibido por la comunidad, tanto latina como estadounidense, lo que lo tiene muy feliz.
“En estos momentos me siento muy agradecido por todo el apoyo que he recibido, me siento realmente feliz, sé que aquí voy a salir adelante con mi esposa, Kristen, y mi hijo, Alexander, quien es mi motor para seguir adelante, él tan solo tiene dos añitos”.
Y como buen pulseador no desaprovechó la oportunidad para ofrecer sus servicios.
“Quiero aprovechar para decirle a todas las personas que puedan necesitar de mi servicio, que será un placer poder atenderles”, expresó.
Wagner asegura que extraña muchas cosas de Costa Rica que no ha encontrado en Estados Unidos.
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“Extraño demasiado el ambiente de Costa Rica, lo pura vida de las personas, por ejemplo, recuerdo que antes de venirme de mi país, donde yo vivía todos en la cuadra nos conocíamos y a veces nos reuníamos en diferentes casas a escuchar música, a hacer unos chicharrones y tomar una cerveza y aquí no es igual, incluso, en algunas partes de este país uno ni sabe quiénes son sus vecinos”, agregó Bonilla