“Cada quien se forja su propio destino”, dice un dicho popular que le aplica a la perfección a la limonense Hazel Abarca Monestel.
Esta mujer, de 40 años, es una luchadora y gracias a su esfuerzo y trabajo no solo ha logrado salir a flote y sacar adelante a sus tres hijos, sino que ha servido de ejemplo e impulso para muchas mujeres en varias comunidades de Limón.
Ella les da clases de costura a grupos de mujeres en Matina, Talamanca y Limón para que tengan un arma con la cual defenderse en la vida y generar sus propios ingresos, sin importar si cuentan con un compañero de vida o no a su lado.
Podrá parecer algo que hacen muchas otras personas en el resto del país, pero en el caso de Hazel, ella lo hace mientras lucha contra los malestares por la quimioterapia que debe recibir de por vida porque padece Still distal (una enfermedad reumatológica inflamatoria que es como un lupus).
“Siempre estoy como achacosa por la enfermedad, con mareos, ganas de vomitar y mucho dolor de cuerpo. Es una enfermedad que, entre cada mil habitantes, la padecemos entre cuatro y cinco personas. Ojalá así fuera para pegarme el gordo y verme favorecida de esa manera y no de esta”, contó con humor Hazel, quien se describe como una persona muy positiva.
Además de esa enfermedad, no tiene el pulmón y ovario izquierdos y por las inyecciones de Voltaren que le aplicaban para el dolor, el riñón de ese mismo lado funciona al 50%.
Pero eso no la detiene para trasladarse en bus a las comunidades donde da las clases.
“Dicen que es de por vida, pero en fe siempre me ha declarado sana y siempre ha dicho que uno para poder servir no tiene que estar 24/7 dentro de una iglesia”, afirmó la limonense.
Salió adelante
Hazel quedó embarazada cuando apenas tenía 14 años y sufrió de violencia doméstica, tanto física como psicológica, durante seis años, hasta que se acercó a la Casa del Adolescente y al Instituto Nacional de la Mujer (INAMU), donde comenzó a recibir terapia y charlas para reconocer lo valiosa y capaz que es.
“Todos esos años fueron de angustia junto a mi hijo Keylor Mayorga, de 24 años, luego me separé y tuve a mi hija Charlotte Herrera, que actualmente tiene 18 años, y mi bebé tiene 16 años, se llama Robert Obando. Saqué a mis hijos adelante sola, trabajando en bananeras, haciendo tamales y pan para vender y luego entré como asistente de cocina en el hotel Costa Papito en Cocles, fui ascendiendo hasta ser la encargada de cocina, lavandería y mucamas”, recordó la limonense.
“A pesar de todos los dolores internos, más que físicos, siempre le pedí a Dios de corazón que me ayudara a salir de ese hueco y también busqué ayuda. Con mucha fuerza de voluntad lo logré”, expresó Abarca.
Sus jefes le dieron chance de capacitarse en costura, lo que ahora le permite seguir trabajando por sus propios medios, pues los problemas de salud le impedían estar al 100% en sus labores.
Cuando terminó de prepararse en costura, comenzó a comprarse máquinas industriales y se montó un taller de costura en su casa en Hone Creek, donde vive actualmente.
Ya va para tres años de estar capacitando mujeres, tiene unas 90 matriculadas en las comunidades de Boston de Matina; La Colina, Limón; Valle La Estrella, Limón; La Guaria de Valle La Estrella; además en las reservas indígenas de Gavilán de Valle La Estrella, Boca Cuen, Cedar Creek de Limón y Paraíso de Sixaola.
A un pasito
En cada uno de los grupos tiene dos o cuatro mujeres a las que ella les regala la capacitación porque no tienen los recursos para costeárselo, lo hace como acción de gracias a Dios por todas las oportunidades de vida que ha tenido.
Cada curso dura tres meses y son cuatro en total, pero cada una decide si los lleva todos o solo uno o dos. Es un día a la semana, de 9 a.m. a 3 p.m. Aprenden a hacer lencería básica y avanzada, decoración de interiores (cortinas y cenefas), cobertores, set de baño, ropa deportiva y casual.
Su labor es de tanto impacto social en Limón que la oficina de Bienestar familiar de la muni de esa provincia la contactó para iniciar un proyecto que consiste en abrir una maquila bajo la figura de cooperativa, con las mismas mujeres que han llevado el curso con ella.
Ella es la coordinadora del área textil, pero también ofrecerán artesanías, repostería y panadería, cocina, chileras y conservas.
“Ya llenaron todos los formularios y en febrero se reunirán todas para consolidarla, estamos llenando los formularios con cada señora que va a participar dentro de la cooperativa directamente”, contó la pulseadora.