La muerte de Andrea Fernández Vallejo, el 29 de marzo del 2018 (Jueves Santo), no ha sido en vano.
La muchacha, que era reina de belleza y estudiante de periodismo, inspiró un cortometraje donde se trata el tema de la violencia doméstica en todos sus extremos, hasta terminar en un femicidio y en la muerte del agresor.
De esos casos, desgraciadamente, leemos con frecuencia en la prensa. Al 6 de mayo de este año, 7 mujeres han sido asesinadas por sus esposos o parejas sentimentales.
El filme es un adaptación de la vida de Andrea y por la crudeza con que trata el asunto, muchas mujeres se han acercado a los actores y productores de la obra y les han contado fuertes experiencias, que desnudan la violenta realidad que viven las ticas.
La película se llama “Ni una menos” y hace un resumen de la vida en pareja de la joven que tenía 20 años y quien murió, presuntamente, víctima de su esposo de 23. El caso está en investigación judicial.
El cortometraje fue producido por Nájera Films y los actores no cobraron, pues lo hicieron con la única intención de hacer un trabajo que reflejara la violencia que sufren las mujeres. El efecto que produce es que muchas mujeres que ven el filme que se atreven a contar sus experiencias.
La autopsia reveló que Andrea murió estrangulada y justo un mes y un día antes de su muerte había retirado una denuncia por violencia doméstica en contra de su marido, así lo informó La Nación el 20 de julio del 2018.
La oficina de Prensa del Poder Judicial comunicó que el 28 de febrero del 2018, a las 8 a. m. se citó a la pareja a una comparecencia en un juzgado de violencia doméstica, en el que la muchacha solicitó el cese de las medidas contra su esposo.
La víctima dejó una niña de un año.
Sibia Harrison, impulsora de la idea y quien interpreta a Andrea, expresó que en una ocasión una muchacha en un colegio no pudo ni siquiera terminar de ver la cinta.
“Se puso a llorar, tuvo que salir con la orientadora y le diagnosticaron que estaba sufriendo violencia de parte de su novio, que estaba en la misma institución”, dijo Harrison.
En otra ocasión, en una comunidad de Santo Domingo de Heredia, una señora mayor se acercó y se animó a denunciar a su pareja luego de ver el corto.
“Sabía que estaba sufriendo de violencia, pero nunca le dijo nada a nadie, hasta que se atrevió. Ya dejó al marido”, dijo Sibia.
Lawrence Chacón, quien actúa en el papel del agresor, recuerda la vez que una muchacha se le tiró encima llorando.
“Me dijo que ella sabía que yo no era como esa persona. Había pasado por una situación de violencia y fue muy impactante para mí. También me han escrito muchas en el perfil personal y en el de la página de la peli”, dijo.
Hechos un puño
En el estreno, los papás de Andrea estuvieron presentes y vieron la película completa. Incluso, Lawrence les tuvo que pedir perdón, antes de la proyección, por tener que interpretar a un personaje que les trae tan malos recuerdos.
“Al final, se me acercaron llorando, los dos. ‘Lawrence haces un gran trabajo, sabemos lo que costó’, me dijeron. ‘Te agradecemos montones porque esto deja marcas en la gente’, me dijeron".
La Teja quiso hablar con los papás de Andrea, pero como el caso está en investigación no pueden referirse.
Al final del corto aparece Xinia Fernández , jefa de la Secretaría Técnica de Género del Poder Judicial, quien afirma que la proyección es un reflejo de la violencia que existe en la sociedad y que se trata de un femicidio.
También habla Luis Moncada, jefe policial de la delegación de San Pablo de Heredia, quien dice que los casos de este tipo son cosa de todos los días.
Manos a la obra
El relato inicia con una joven estudiante y dos compañeras que hablan sobre cosas del cole cuando se acerca un muchacho y se queda conversando con Andrea. Le dice cosas bonitas, que es hermosa y que a lo mejor pueden salir.
Allí empieza una relación nociva, que va a terminar en femicidio.
La muchacha llega ilusionada a la casa y escribe en su diario: “conocí al muchacho más guapo del cole. Me pidió que fuese su novia. ¿Será qué es amor?”.
En esas primeras escenas, de adolescentes, reflejan a un victimario detallista y romántico, que le hace regalos a su novia y le dice que es la persona más importante en su vida.
Luego suceden una serie de cosas donde el joven empieza a mostrar su oscuro lado, como cuando ella llega al cole y le pregunta cómo está. El muchacho, que está hablando con un compañero, le recrimina que qué está haciendo ahí y niega que sea la novia cuando el amigo se lo pregunta. “Esa güila tan fea, no, no”. Y se retiran.
También, el corto introduce la relación del novio con los suegros, con quien se muestra educado, considerado y respetuoso.
Luego, da un salto de doce años y ubican a los actores en una edad más adulta, con la niña de ambos ya nacida y donde empiezan a suceder escenas más violentas, con agresiones físicas y una violación incluida.
La escena más fuerte se da cuando los esposos buscan un espacio para estar juntos, sin la niña, que la cuidarán los abuelitos y cuando ella llega el agresor le dice que no sea majadera, que está ocupado.
Ella insiste en que deberían aprovechar el tiempo, pero el hombre la trata mal, la empuja y la golpea en el suelo hasta acabar con su vida. Después se queda un rato contemplando la escena, fumando, tomando licor hasta que se quita la vida.
“Yo conocí a Andrea. Fue mi amiga, fue parte de la organización Royalti Costa Rica. Era alegre, servicial pero perdí contacto con ella algunos años hasta que me enteré que la mataron y decidimos hacer esta campaña”, dijo Sibia.
Recuerda que quisieron contratar a actores profesionales para los papeles, pero cobraban muy caro y la idea era hacer algo más humanitario.
Lawrence confiesa que le costó interpretar el papel de agresor porque debe gritarle, insultar y pegarle a una mujer, algo que considera un gran acto de cobardía, por lo que requirió de mucho valor para grabar las escenas, aunque sea actuando. Él no es actor profesional.
“No me pasaría por la mente faltarle el respeto a una mujer. Uno no lo trae en la sangre. Me costó dar los golpes, agarrar una mujer del cuello, pegarle. La escena donde la mato, los primeros seis golpes, ella está en el piso y sentí miedo de pegarlos de verdad. Fue lo que más me costó”.