Alejandra Quesada trajo al mundo a sus trillizas el domingo pasado a las 6 p. m., y aunque los nacimientos llenaron de alegría a la familia, tener un parto múltiple en tiempos del coronavirus trae consecuencias.
Quesada, quien es vecina de Puriscal, tenía previsto el parto para agosto, pero las chiquitas, María Paz, María Victoria y María Paula decidieron adelantarse y nacieron a las 29 semanas (siete meses), por lo que la cosa se complicó más.
“Gracias a Dios ya tenían los pulmoncitos maduros, esa es una gran ventaja. Ellas están internadas tratando de ganar peso, pues pesaron entre 1.155 y 1.300 gramos. Relativamente nacieron muy bien para haber sido tres. Dos de ellas miden 37 centímetros y la otra 36”, comentó orgullosa la mamá.
Debido a la pandemia y a las medidas de salubridad, nadie pudo acompañarla durante el parto ni en el tiempo que estuvo internada.
Alejandra asegura que en la cesárea le fue muy bien y que todo pasó muy rápido, pero quedó un poquito afectada por la cirugía.
A pesar de los dolores y todo lo que implica una cesárea, esta mamita no afloja y viaja todos los días en bus desde Puriscal hasta el hospital San Juan de Dios para ver a sus chiquitas.
“A mí me duele mucho, porque solo las puedo ver durante tres lapsos en el día, por raticos de aproximadamente una hora. A las 6: 30 a. m. , 9:30 a. m. y a las 12: 45 p. m. Aún no sabemos por cuánto tiempo estaremos así, ya que debemos esperar a que lleguen a pesar dos kilos cada una para que les den la salida”, indicó Alejandra, quien reconoció que debe esperar a que pasen las horas para la próxima visita, ya que se no puede devolver a su casa por la lejanía.
Además, el papá de las chiquitas, Juan Carlos, solo puede verlas una vez al día, de tres a cuatro de la tarde.
“En otros tiempos a uno le permitirían estar todo el día con las niñas, pero con este virus es comprensible, aunque es doloroso tener que pasar por esto. El riesgo de contagio es grande. Uno puede dejar de verlas, pero hay mucho riesgo solamente en el hecho de que yo tenga que viajar en bus para llegar allá, aunque me lave bien las manos y la cara, y me ponga gabacha, uno siente que no es suficiente”, aseguró esta mamá, de 34 años.
Alejandra reconoció que el COVID-19, a parte de cambiar las reglas en el nacimiento de sus hijas, también les ha afectado en bolsillo, como a muchísimas personas más.
Su esposo es pastelero y trabajaba en una empresa de eventos que se vio afectada por la crisis y ella tuvo que dejar su trabajo de cocinera debido al embarazo.
Sin embargo, Alejandra solo le da gracias a Altísimo por el nacimiento.
“Son una gran bendición, aunque reconozco que cuando me indicaron que eran trillizas fue impresionante. El momento económico es muy difícil. Yo las tengo a ellas en oración constante y sé que mis hijas están así de bien de salud por obra de Dios”, indicó la mamita.
Gatazo
Joaquín Bustillos fue el médico cirujano del hospital San Juan de Dios que lideró la cesárea de Alejandra. Él es un gatazo en la materia, pues también estuvo a cargo en la últimas semanas, de la cesárea a una mujer con COVID-19 y la cirugía con láser que se le realizó dentro del vientre a una madre de gemelos para tratarles una enfermedad.
Bustillos indicó que estas intervenciones han requerido un gran trabajo en equipo y mucho compromiso por parte de los funcionarios de este centro médico y admitió que en tiempos de coronavirus la cosa se complica más.
“Las tres niñas nacieron muy bien, pero por nacer antes de tiempo requieren un monitoreo especial, aunque en principio no corrieron riesgo. Para una cesárea convencional de un bebé se necesita en promedio tres o cuatro personas, pero para este eran varios grupos de profesionales aparte del equipo quirúrgico”, explicó.
Agregó que los tres procedimientos fueron muy complejos.
"En los tres casos se maneja una presión muy grande. En la cesárea de la madre con COVID-19 lo distinto fue el equipo de protección que utilizamos, ya que es especial y se tiene un gran ritual en cuanto a la colocación y el retiro, pues es muy importante para salvaguardar la seguridad de los profesionales y de los pacientes.
“Todo esto genera miedo y ansiedad, no voy a mentir, cuando uno interviene en un procedimiento quirúrgico se debe ser muy certero y estar muy atento a cualquier agente infeccioso, ya que nos puede afectar a nosotros como funcionarios y a nuestros seres queridos. Vivimos estos procedimientos con muchas emociones encontradas, lo que más preocupada es ser un foco potencial de amenaza para las familias”, resaltó el médico en un video de la CCSS.