El amor en familia lo mueve todo y nuestras mascotas, que en muchos casos son un miembro más de nuestros hogares, son parte de ese sentimiento.
Es por eso que cuando un peludito se escapa de la casa, las personas hagan de todo para hallarlo. Un ejemplo de eso es una familia vecina de Venecia en San Carlos, que un día descubrió que su amado conejito no estaba en casa. Esta bonita historia la dio a conocer el medio San Carlos Digital.
Dayan Peralta es una joven que por más de 4 días movió cielo y tierra para poder dar con el paradero de su pequeño Valentín, de 9 meses de edad, quien llegó a sus manos con poquitos días de nacido, por lo que el animalito la sigue a todas partes.
“Valentín se me desapareció el 24 de marzo. Yo tenía cita a las 6 de la mañana, entonces salí al garaje, él se vino atrás mío, yo me devuelvo y lo corro para no majarlo y salgo de mi casa, que es una propiedad que está cerrada con malla completamente. Entonces él anda libremente por todo el patio, resulta que a mí se me olvidó cerrar el portón, de hecho, él nunca se había salido, pero ese día él se salió por atrás, posiblemente siguiendo el carro”, contó Peralta.
Valentín, al salir de la casa, quedó en el parqueo y un carro que iba pasando lo vio, se estacionó y, según se ve en las cámaras de seguridad, una chiquita se baja de ese auto y lo agarra.
Primera pista
Dayan cuenta que ella logró revisar las cámaras hasta a eso de las 11:30 de la noche del lunes 27 de marzo, tres días después de la desaparición de su Valentín.
“A mí me dolía, yo sé lo que él es un chineado, entonces yo quería ver en realidad qué había pasado, entonces logré ver la cámara del frente. Le mandé el video a mis vecinos, a todo el mundo, lo subí en Facebook y todo porque creí que el conejo en realidad estaba cerca, fueron unos sentimientos encontrados, como feliz porque sabía que no estaba muerto y triste porque se lo llevaron, y ya habían pasado tres días, entonces no sabía cómo estaba”, narró Peralta.
Fue así como varios amigos y vecinos de Dayan empezaron a ayudarle para poder dar con el paradero del vehículo y con Valentín.
“Me llamó una vecina que vive cerquita y me dice: ‘Ese conejo llegó aquí con unos familiares lejanos míos, que tenía tiempo de no verlos, ellos vieron el conejo frente a una empresa, pero se lo trajeron, yo no sabía que era suyo y yo ni les pregunté en cuál empresa ni nada, ellos viven en Guanacaste, voy a hablar con ellos’”, contó Dayan, quien ya se sentía un poco más esperanzada.
Inicia el rescate
Entonces, tras confirmar que ellos tenían al animalito, empezó con todo un ‘plan de rescate’.
“Le dije a la vecina que si podríamos coordinar para ver cómo hacía, ya que eran 250 kilómetros y yo estaba sin carro, entonces logré coordinar con unos amigos que se fueron a vivir a Bagaces y me dicen que su hijo estaba trabajando en San Cruz, lo llamé y le conté, entonces me dijo que sí, que le dijera a dónde o que le mandará la ubicación”.
El hijo de los amigos de Dayan andaba en un camión repartidor y coordinó con la señora que tenía a Valentín, pero surgieron varios contratiempos.
“A la señora se le perdió el conejo cuando lo iba a dejar, entonces se atrasaron más, el muchacho me decía que ya tenía que irse. Yo estaba desesperada, la señora no me contestaba, pero finalmente logró llegar y él lo anduvo toda la tarde en el camión”.
Ya con el peludito en Bagaces, la pregunta era cómo llevarlo a Venecia en San Carlos, entonces en WhatsApp preguntó si alguno iba a hacer ese viaje y le aparecieron varios ángeles.
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“No tiene ni idea la cantidad de amigos y personas que me escribían y me llamaban, fue increíble, en cuestión de una hora yo tenía más de 100 mensajes en el WhatsApp”, narró Dayan, sorprendida por la solidaridad de las personas.
Final feliz
Una señora le dijo que su esposo andaba en Liberia, en un camión cargado de arroz y que iba para Buenos Aires de San Carlos.
“Me dice que él podía hacer el favor y el señor tipo 8 de la mañana pasó recogiéndolo, el conejo viajó casi 6 horas en el camión metido en una caja llegó a Buenos Aires. Venía muy asustado, venía muy sucio y muy lleno de garrapatas, pero yo feliz de tenerlo conmigo”.
La historia terminó con un final feliz, con muestras de solidaridad y un claro ejemplo de que hay mascotas que son parte de una familia y por las que se puede hacer cualquier cosa para que estén bien.