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Conductora de Uber: “El Señor me ha protegido”

Se olió una trampa en la que casi le roban el carro durante la madrugada

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María Isabel Castro tiene 51 años y los últimos cinco se ha dedicado a “uberiar” y así es como logra solventar sus gastos de alquiler, alimentación y hasta pagar la cuota del carro con el que trabaja.

María Isabrl Castro tiene cinco años de uberiar y se siente muy contenta de seguir siendo útil a sus 51 años. (Cortesía )

Ella inició en el 2017, luego de estar dos años desempleada por problemas de salud provocados por la tiroides y dedicarse a cuidar a su nietita recién nacida para entonces.

“Ya había escuchado de la empresa y mis trabajos anteriores habían sido manejando y entonces tomé la decisión de vender un carrito que tenía y sacar este y ponerme a trabajar con Uber... Me pareció una buena opción para poder cubrir los gastos de mi casa y acomodar los horarios a mi conveniencia”, contó la desamparadeña.

En estos años asegura que son pocos los momentos en los que ha sentido su vida en peligro, pero sí hubo dos eventos que la pusieron muy nerviosa.

“El Señor me ha protegido, porque una vez a las 4:30 de la madrugada me salió un viaje a Tarbaca de Aserrí y cuando llegué era una calle de piedra y muy oscura (calle Guind), que no me dio buena espina. Le dije al cliente que no podía bajar más, que subiera él y me dijo que es que se había ponchado y que su esposa estaba embarazada, que por eso me había llamado, para que ella se fuera conmigo, pero algo me dijo que mejor me fuera y cuando estaba echando reversa, vi donde venían corriendo dos tipos de muy mala pinta hacia mi carro”, recordó doña María Isabel.

Fue tal el susto de ese momento que apagó la aplicación y no trabajó en toda la mañana, cuando la encendió la contactaron de Uber para preguntarle si había pasado algo, dado que canceló el viaje y se desconectó, y al decirles que había visto en riesgo su vida, le dijeron que le suspenderían la aplicación a ese cliente para mayor seguridad de los demás socios.

Luego supo por un lugareño que esa calle es muy utilizada para asaltar a los conductores de Uber y robarles el carro.

La otra ocasión fue que se le montaron dos muchachos y una muchacha que le pidieron un viaje a San Ramón de Alajuela y en ese momento, esa voz interna que le avisa a uno cuando la cosa no anda bien, le dijo que activara sus alertas y le puso un mensaje a su hermana compartiéndole la ubicación en tiempo real y pidiéndole que estuviera atenta.

“Al final, cuando llegamos allá, no me hicieron nada a mí, pero no me pagaron el viaje” recordó aún agradecida porque no le hicieron daño pese al trago amargo.

Asegura que por su seguridad ella se fija mucho en las calificaciones de los clientes antes y si la tienen muy baja, prefiere no aceptar el viaje, para no correr el riesgo.

Cuando empezó a uberiar recuerda que un taxista la persiguió ofendiéndola y hasta le chocó el bumper.

Hace cinco años, luego de recuperar su salud, se animó a trabajar en Uber. (Cortesía )

Conversones

Tal y como le sucede a los taxistas, doña María Isabel cuenta que ella también ha tenido clientes que le cuentan sus preocupaciones durante el viaje.

“Los ticos somos muy dados a conversar... Una vez me tocó una señora que quería llegar rápido al hospital porque su mamá estaba agonizando y me decía que me apurara y cuando se bajó le dije que anotara mi número y que me contara cómo le había ido con la mamá. Al día siguiente me llamó y me contó que había muerto, pero pudo llegar a verla y me lo agradeció. Son situaciones en las que uno se involucra sentimentalmente y uno quiere tratar de ayudar”, recordó.

Muchas mujeres se identifican con ella y le comparten que están teniendo un problema con su pareja o sus hijos y ella trata de aconsejarlas basada en su experiencia.

Sus hermanas y su hija temen día a día por su seguridad. (Cortesía )

“Encomendándome al Señor primero, en estos años nunca me ha sucedido nada, siempre han sido pasajeros muy educados y amables y voy tranquila, confiada en Dios aunque sea un lugar marginal”, afirmó.

Antes de la pandemia, asegura que conservaba la característica distintiva de la empresa regalando confites o hasta agua para hacer el día más agradable a las personas, pero luego del covid-19 como que todo mundo ha cambiado bastante y ya no se saluda de mano.

Karen Fernández

Karen Fernández

Periodista con una licenciatura en Producción de Medios. Forma parte del equipo de Nuestro Tema y tengo experiencia en la cobertura de noticias de espectáculos, religiosos, salud, deportes y nacionales. Trabajo en Grupo Nacion desde el 2011.

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