Así como usted va a la pulpería más cercana y lleva ₡200 para comprarse un lapicero, y de vuelto le dan ₡50, de la misma forma una herediana los compra, pero para hacer dibujos preciosos. Le quedan tan lindos que incluso muchos dudan que sean hechos con un lapicero de menos de 2 tejitas.
Doña Hellen Guillén Solano es vecina de Heredia, tiene 3 hijos, estudió Diseño Gráfico y nos explicó que la pasión por el arte ya venía en su sangre desde que nació, porque su abuelito materno, don Rodrigo Solano (ya fallecido), era tan buen retratista que hasta le hizo retratos a don Pepe Figueres (José Figueres Ferrer, fue 3 veces presidente de Costa Rica).
“Desde muy pequeñita ya me gustaba dibujar de todo, no importaba qué era, lo lindo para mí siempre ha sido dibujar”, comenta.
El arte de dibujar con lapiceros lo descubrió hace poco. No pagó un cinco. No buscó a nadie físicamente. Comenzó a navegar por Internet y pronto encontró otros artistas de diferentes partes del mundo que explican la técnica. Unos buenos, otros mejores. No le importó el idioma porque al ser dibujo la explicación es, básicamente, 100% visual.
A medio camino
“No sé si es buena o es mala, pero tengo la costumbre de meterme en asuntos nuevos picando a lo más alto, a las técnicas más difíciles y con esta técnica del lapicero me sucedió igual. Lo primero que hice fue un rostro y después un Cristo de la pasión.
“El Cristo lo tuve que parar como tres meses porque no lo podía avanzar. Como estaba empezando no dominaba del todo la técnica, además, no había entendido que en esto de usar lapicero hay que tener una virtud: la paciencia.
“Es lindísima la técnica, me encanta, pero es una técnica que casi no permite errores. Un error cuando estás haciendo el rostro y listo, lo que queda es empezar de nuevo”, reconoció la artista, quien está casada con don Manuel Díaz.
Como a los tres meses de haber dejado el proyecto del Cristo fue una de sus hijas la que la motivó a terminarlo y como ya había comprendido que es muy despacito el asunto, lo retomó y lo finalizó. Cuando uno ve la pintura realmente no cree que sea con unos lapiceros de menos de dos tejitas.
A doña Hellen la descubrimos porque montó una exposición que llamó “De tal palo tal astilla”, que fue un homenaje al abuelo Rodrigo y estuvo en el Monumento Nacional Casa Alfredo González Flores en Heredia.
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No pudo ponerle un mejor nombre porque si bien “De tal palo tal astilla” fue para homenajear la herencia del abuelo hacia ella y sus hermanos, también sirvió para que los hijos de doña Hellen expusieran con la misma técnica del lapicero.
Exposición familiar
Doña Hellen tiene tres hijos: Monserrat, de 23 años y quien aportó dos dibujos; Sebastián, de 21 años y Rebeca, de 19, ambos exhibieron un dibujo.
Por supuesto que su arte también es para vender. Si usted gusta uno de los dibujos o quiere que le hagan alguno en especial, puede llamarla al: 7069-0275.
“Con respecto al lapicero que uso, la verdad es que ni me fijo en los precios, he usado todas las marcas económicas que hay. La gran mayoría de marcas tienen los básicos: azul, negro y rojo. Hay otras que hacen lapiceros de 4, 6 y hasta más colores, entonces me gustan porque traen amarillo y ese cuesta conseguirlo.
“Tiene que haber en el país otras personas que usen la técnica del lapicero, yo no conozco y es una técnica poco conocida, tanto así que durante la exposición muchas personas no creyeron que eran dibujos hechos por un sencillo lapicero de menos de ₡200”, reconoce.
Doña Hellen está convencida que las pinturas con lapicero llegaron a su vida para quedarse, de hecho, ya tiene el lienzo listo para un ángel de más de un metro de alto que quiere hacer mezclando el lapicero y el acrílico. Todavía no arranca, pero ya casi.
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“Recomiendo la técnica del lapicero, es bien barata y los dibujos quedan espectaculares, repito, hay que tener paciencia. No tienen que pagar nada para aprender, busquen en Internet y vayan a pura prueba y error, es lo mejor”, aseguró con gran satisfacción.
Cada artista, explica doña Hellen, encuentra la técnica y lo que le gusta dibujar conforme pasa el tiempo. A ella, por ejemplo, no le llaman la atención los paisajes, no son su fuerte, pero sí los rostros y los animales. Lo aprendió con el tiempo.