Como buen sarchiseño, Álvaro Murillo Carvajal tiene un gran don en sus manos y por eso en el taller donde trabaja no se desperdicia ni la pieza más pequeña de madera, pues en los últimos cinco años los dedicó a crear artesanías a escala o réplicas como casitas, carros, motos, animales y hasta barcos.
No sería exagerar si dijéramos que este artista puede hacer pequeña cualquier cosa que se le pida. Basta con ver los carros tipo Land Rover que elabora, igualitos al que su papá tuvo durante muchos años.
En su lista de hermosas creaciones están el carrusel de Cecinienta, camiones, carros antiguos, hormigas, buses y aviones. Imagínese que hasta hizo el auto de Cruella De Vil, de la película 101 Dálmatas. ¡Todo un artista, orgullo tico!
Pero detrás de cada una de sus piezas artísticas existe una historia de la vida de Álvaro que en lugar de crear, destruía. A como ahora une pequeños pedazos de madera para hacer arte, antes desbarataba todo lo que tenía por culpa de las drogas.
La adicción casi lo mata, pero su talento e ingenio lo rescataron del abismo para darle un nuevo rumbo a su camino que tantos desvíos tuvo y con valentía y coraje, supo rectificar en momentos en que prácticamente lo había perdido todo.
Doble oportunidad
Hace cinco años, el destino le dio una doble oportunidad a este hombre de 62 años de edad, padre de seis hijos y abuelo de seis nietos.
Desde que tenía 18 años dio sus primeros pasos como artesano sarchiseño, principalmente con la confección de muebles y camas. En ese trabajo iba y venía, pues también dedicó muchísimos años a manejar camión por Centroamérica.
Y durante esa brete en carretera las drogas lo atraparon, poco a poco.
“Tuve muchos problemas, todo lo perdí por culpa de las adiciones. Comencé con marihuana y luego probé otras drogas más fuertes. Como digo ahora, iba uno escalando, pero hacia abajo”, recordó.
Con su adicción inmanejable, Álvaro tuvo otra complicación. El trabajo como trailero cada vez repesentaba menos salario. Eso lo empujó a regresar como artesano, no solamente para intentar ganarse el arroz y los frijoles, si no también para escapar de aquello que tanto daño le hacía.
“Yo ya sabía hacer muebles y volví a trabajar de nuevo en eso. De repente, me dio por guardar los sobros de madera que quedaban en el taller. En lugar de botarlos, yo los aprovechaba y fue así como se me ocurrió la idea de comenzar a hacer carritos”, recordó.
Sin saberlo fue esculpiendo su nueva vida. No le pasaba por la cabeza que esas creaciones serían su mejor terapia para dejar atrás el pasado que tanto le atormentaba.
Él necesitaba un desahogo y en esos pedazos de madera que usualmente terminan en desecho encontró el timón que le urgía para enmendar su camino, como los timones pequeñitos que ahora elabora para sus barcos.
“Esto lo que más me ha enseñado es la paciencia que hay que tener. Yo antes era muy impaciente, antes no hubiera podido hacer esto y lo tomé como una terapia para dejar atrás el pasado”, expresó.
Y claro que la paciencia es ahora una de sus principales virtudes, pues en un carrito dura tres días y en un barco se le van, al menos, 10 días de brete, de sol a sol.
Por eso, su creatividad se dispara cada vez más, al punto de que cualquier pedido que reciba lo asume como un gran reto. Tanto que ya comenzó a hacer pasitos navideños con todas las figuras que no pueden faltar en un pesebre. Y sin terminar aún las figuras, en cada detalle se nota el amor y la dedicación con que las hace.
“Papi es demasiado creativo. Como él sabe que me encantan las películas de Disney me ha hecho varias figuras alusivas que son como estar viendo las originales”, comentó su hija Karol.
Estas creaciones nacen en el taller de unos hermanos de Álvaro, en la comunidad de Alto Castro de Sarchí. Su oiginalidad queda plasmada en cada fotografía que publica en su página en Facebook llamada Álvaro Artesanías.
Su actual pareja, Rocío Bonilla, también ha sumado en este renacer de Álvaro. Ella lo ayuda a llevar el orden de los pedidos y atender las llamadas, pues este artesano sufre de un problema de audición, debido a tantos años que trabajó en carretera.
“Ella lo apoya incondicionalmente y le ha ayudado a levantarse. Siempre busca un espacio para ayudarlo y que pueda vender en ferias”, explicó la hija del artesano, quien a tiempo recordó el talento que tenía y lo aprovechó para salir del infierno de las drogas.
Ahora que ya conoce la historia de Álvaro y en caso de que quisiera más detalles sobre su trabajo, saber los precios de sus creaciones o pedirle una artesanía en específico, tenga presente que solo elabora las figuras contrapedido. Usted lo puede contactar al teléfono 8614-8188.
— ¿Quiere una de sus creaciones?