Con amabilidad, regalitos y hasta hacerla sentir que eran "amigos" fue como los representantes de Casas Vita, en apariencia, habrían endulzado a doña Miriam Lacayo, de 80 años, para que soltara un platal por tres viviendas.
La señora fue una de las 20 personas que protestaron este martes frente a los Tribunales de San José pidiendo justicia y la devolución del dinero.
Ante estas denuncias, La Teja contactó al abogado de Casas Vita, Juan Marcos Rivero, quien dijo que no se pueden referir a ningún caso específico, porque el proceso legal está abierto.
Lacayo contó que ella negoció personalmente con Óscar Villagra, dueño de Casas Vita, y dijo que le ha entregado un poquito más de 400 mil dólares (unos ¢228 millones), que eran los ahorros de su vida y con los que quería retirarse y vivir tranquila.
Doña Miriam trabajó en bienes raíces por su cuenta, pero ni teniendo ese colmillo para los negocios impidió que, en apariencia, se la rodaran. Afirma que fue contactada por un vendedor de Casas Vita de nombre Alejandro, quien le ofreció un paraíso en un proyecto en La Guácima de Alajuela.
En ese primer negocio, doña Miriam entregó $90.600 en un proyecto llamado Ciudad Vita. “Él me contactó, porque siempre he estado en bienes raíces y me ofreció una casa, dijo que era un proyecto inmenso, con no sé cuántas torres de apartamentos y dos mil y tantas casas, una belleza”, contó .
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Sin embargo, pasaron dos años y no sabía nada del proyecto, pero averiguó que en Los Arcos (Belén) existían casas disponibles y que Vita las estaba ofreciendo. “Hice la cita con el dueño, el tal Óscar ese, y le dije que me pasara los $90.600 que había dado para La Guácima a Los Arcos y me dijo tajantemente que no se podía, porque eran inversiones diferentes. Me levanté y me fui y dije que si no me lo pasaba no haría más negocios”, añadió. Dijo que eso fue en el 2016.
Doña Miriam le dijo que si le reconocía el traspaso, le compraba dos casas más en Los Arcos.
Al parecer, al día siguiente, Óscar la llamó y le dijo que sí se podía hacer la transferencia, que en apariencia le daría un trato preferencial y la abuelita asegura que le soltó $200 mil por dos casas, una para vivir ella y otra para alquilar.
A los diez días, Villagra la vuelve a llamar y le ofrece un negocio que para doña Miriam era una salvada. “Me enseñó una casa terminada, con extras y dijo que a la persona que la iba a comprar no le dieron el préstamo y que me la daba a muy buen precio. Y dijo que me conseguía hasta inquilinos que estaban pagando alquileres muy caros en Cariari.
“Le di 120.000, era un negocio muy bueno, porque de entrada uno se puede ganar $20 mil o $30 mil”.
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Se chivió...
Sin embargo, el tiempo pasó y nunca hubo nada, hasta que doña Miriam fue con un abogado. “Vimos que las propiedades estaban hipotecadas y nunca las pagó con la plata que le di. Una se la había vendido a otra señora. Le pedí al abogado que hiciera un estudio de registro de las propiedades y las había vendido tres o cuatro veces”.
–¿No tuvo la malicia indígena para sospechar que algo no estaba bien?
–No, porque era amable, nos hacía regalos, nos llevó a su casa a conocer a su hermana, a su mamá, a su abuelita. Éramos amigos, no lo imaginé.
La señora ahora solo quiere que Villagra le devuelva la plata, que la gente se dé cuenta para que no haga negocios con Casas Vita.