Este jueves 20 de marzo se celebra el Día Mundial de la Felicidad y nosotros nos acordamos que en el 2017 la revista National Geographic había entrevistado a un vecino de Cartago porque lo consideró el tico más feliz del mundo, entonces lo buscamos para ver si seguía tan contento.
Una vez más, como en el 2017, conversamos con don Alejandro Zúñiga Maroto a quien nadie conoce por ese nombre, pero si usted pregunta en el mercado de Cartago por Chamber, todo el mundo le da razón porque a 100 metros tiene el tramo Frutería Hermanos Chamber, pero vive metido en el mercado.
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-¿Sigue siendo el tico más feliz del mundo?
Sigo trabajando duro todos los días porque Diosito me da salud para hacerlo. Sigo teniendo un platico de comida en la mesa. Sigo disfrutando a mi familia, amigos y sigo luchando todos los días por ayudar a los demás, siempre que pueda.
Sigo buscando cómo ayudarle a quien no puede enterrar a su ser amado, sigo buscando a gente que ayude para que alguna familia pueda pagar su recibo de teléfono, de luz, de agua, para que puedan comprar la comidita de la semana. Sigue siendo mi número telefónico al servicio de todo el mundo. La verdad es que tengo que responderle que sí. No sé si soy el tico más feliz del mundo, pero sí soy muy feliz.
-Desde el 2017 ¿algo le ha quitado la felicidad?
Tengo que decir que no. Es que yo le agradezco a Dios lo mucho o lo poco que me da. Aquellos señores de la revista (National Geographic) consideraron que yo era muy feliz y creo que lo entendieron porque uno es cada vez más feliz conforme más y más ayude a la gente y eso lo sigo haciendo, por eso no pierdo la felicidad.
-En el país crece y crece la violencia y los asesinatos ¿eso no le quita la felicidad?
Yo siempre trato de ver el lado positivo a todo. Trato de no meterme en problemas, de no hacer daños. Sí, afecta tanta muerte en el país, pero no puedo dejar de servirle a los demás por eso, no puedo perder mi positivismo. Algunos se despiertan pensando a quién van a matar, yo me despierto pensando a quién puedo y debo ayudar.
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¿Perdió algún familiar entre el 2017 y hoy?
Mi madrecita falleció hace tres meses. Sigo feliz y agradecido. Como le repito, hay que ver el lado positivo de las circunstancias, Dios me prestó a mi madrecita (doña Dinora Maroto) durante 96 años, casi un siglo la disfruté, eso se lo agradezco a papá Dios. Papá (don Arnoldo Aguilar) falleció hace 20 años. Ambos me enseñaron los pilares que construyen mi vida, me enseñaron a agradecer cada día, cada colón y también a que debía ayudar a quien necesite.
Ni le preguntamos por nuevas alegrías, sobre todo la del 7 de julio del 2022 ¿Cómo le fue ese día?
Tiene toda la razón. Cuando aquella revista me entrevistó en el 2017 les dije que apoyaba al Club Sport Cartaginés desde que nací y jamás lo había visto campeón (tiene 64 años), bueno, ni se imagina cuánta felicidad viví con el título de mi amado Cartago.
“¿Cómo celebré ese día?” En mi casa, me hinqué cinco minutos para darle gracias a Dios y no salí. Tengo 21 años de no tomar licor, no quería arriesgarlos, me quedé guardadito. Al otro día en el mercado de Cartago la alegría fue enorme, total.
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Mi alegría y amor por Cartaginés no pasa por los títulos, sino al ver niños con la camiseta azul, ver niños en el estadio, porque ellos serán los futuros aficionados que lo llenarán. Esos niños son mis trofeos. No le voy a negar que el título me hizo vivir una alegría enorme y diferente.
¿Otra alegría entre 2017 y hoy?
¿Qué más alegría que seguir vivos? Tres años después de la entrevista de la revista y la designación como el tico más feliz del mundo, a ese mundo lo golpeó el covid-19 y murieron miles de miles de personas y a mí ni me dio.
Pero mi alegría no es que no me haya dado, sino que pude correr, junto a mucha gente que nos ayudó, para llevarle comidita a muchas familias que estaban encerradas y no tenían ni para tomarse un café. Veníamos al mercado a pedir lo que fuera para poderle llevar a familias de varias partes de Cartago.
El covid-19 nos demostró que los ticos unidos en positivo logramos resultados muy positivos. Había gente encerrada por el covid-19 que solo pedía un abrazo y yo se los daba no me importaba contagiarme... y aquí estoy.
¿La fórmula de la felicidad?
Ayude al prójimo. Si ve a alguien tirado en la calle, cómprele un café con un pedacito de pan, no le dé plata, dele comida. Si ve a alguien obrado en el suelo, pase a una ropa americana y cómprele un pantaloncito y una camisita. Ayude, no deje de ayudar a los demás, ahí está la felicidad.