Cuando se desarrollan lazos estrechos más de la cuenta con alguno de los hijos, convirtiéndose en preferido, se crea un triángulo ya sea entre los padres o cuidadores de los niños. Y muy especialmente se da gran distancia y malestar entre hermanos.
Cada vez que se favorece solo a uno de los hijos en las peleas entre ellos, sin escuchar a todos los involucrados, es dañino. Lo mismo cuando se obliga a los más grandes a darles sus juguetes a los pequeños.
Eso crea resentimiento y dolor. Los hijos que no fueron los favoritos, desarrollan rencor hacia los padres, a los que les consideran culpables de no haber recibido la misma atención que el resto de sus hermanos.
Al entender que sus padres no les dan el mismo apoyo que a otro de sus hermanos, los niños que son conscientes del favoritismo, generarán un problema de confianza.
Las preferencias se dan por personalidad del hijo o hija, género, alguna circunstancia de necesidades especiales o características específicas. Existen padres y madres con un hijo favorito.
El hijo favorito puede crecer en un ambiente donde no tiene control, puede hacer lo que él quiera. No hay reglas, porque por ser el hijo favorito lo dejan hacer lo que le da la gana y eso puede traer problemas mayores.
Lo recomendable es que se trate por igual a todos, que se les exponga a las mismas experiencias a todos por igual, que tomen en consideración sus intereses.
Ejercicio. Una vez al día reúnalos a todos lo mucho que los ama por igual, agradezca por ser buenos hermanos aunque hayan peleado, y felicítelos.