Rodolfo López tiene cuatro años de haber adquirido un hongo que se le metió en el cuerpo al aspirar cacas de paloma, el cual le produjo una enfermedad conocida como histoplasmosis que lo mantiene en el hospital.
Cuando se contagió trabajaba en una descarga de cajas en Río Segundo de Alajuela y debido a ese padecimiento fue jubilado a los 52 años por enfermedad.
López, quien ahora está internado en el hospital San Rafael de Alajuela, recuerda que él era el encargado de una cuadrilla y que a veces ayudaba a descargar a sus compañeros, tal y como lo hizo el día que se contagió.
“Había palomas muy cerca, encima de nuestras cabezas revoloteando y allí me contagié”, dijo.
López no se dio cuenta de inmediato. Pasaron unos seis meses hasta que el departamento de Invalidez, Vejez y Muerte de Pensiones de la Caja lo diagnosticó y lo pensionó.
Las palomas son un verdadero riesgo para la salud pública y la histoplasmosis no es la única enfermedad que transmiten, también lo pueden contagiar de salmonalosis, ornitosis, mycoplasma, alergias, diarreas y son portadores de ácaros.
“Empecé a sentir mucha debilidad, un dolor en el pecho, cansancio. La infección llegó hasta los pulmones, en algún momento hasta vomitaba sangre”, explicó.
Don Rodolfo le pide a los padres de familia que no acerquen a los chiquitos a las palomas porque son malas, mucho menos alimentarlas y que mejor hasta tenerles miedo.
“Muchos las ven como aves lindas y se ponen a jugar con los hijos cerca de ellas para darles comida o sacar fotos. ¡Es un error!”, dijo.
La infectóloga María Luisa Ávila, dijo que esa enfermedad también puede ser transmitida por murciélagos y aves de corral como gallinas en condiciones de poca higiene y dijo que los barrenderos de parques o de lugares donde existan estas aves, debe usar mascarilla, como una medida de prevención.
“Es un hongo que está en el suelo y se mezcla con las heces de las aves. Se adquiere solamente por vía respiratoria y cuando hay un ventolero o alguien barriendo las personas que aspiren ese hongo pueden contagiarse”, explicó la exministra.
Algunos síntomas son fiebre, cansancio al caminar, vómito o tos como si fuera asma, entre otros.
“También hay pérdida de peso y en los niños puede haber anemia. Muchas madres consultan que sus hijos tienen el abdomen abultado. Hay tratamiento”, agregó Ávila.
La doctora explicó que a la gran mayoría de personas no les pasa nada, pero el riesgo aumenta en niños menores de dos años, adultos mayores y personas con las defensas bajas.
“Puede irse al hígado o a los pulmones, incluso a la médula ósea. De la zona de Limón generalmente nos llegan (al hospital de Niños) casos de estos. Atendemos, en general, como cuatro o cinco al año", aseguró la doctora.
En el caso de López, tiene baja las defensas por padecer una enfermedad terminal y eso complicó el cuadro.