Olger Arce recibió dos llamadas casi simultáneas hace ocho días. En la primera le pedían hacer una obra de caridad e ir a dejar a un paciente terminal desde el hospital de San Carlos hasta su casa en Corredores de Puntarenas.
En la segunda, le anunciaban que su esposa comenzaba con los dolores de parto y que pronto nacería su primera hija.
Este chofer de la Caja Costarricense de Seguro Social no tenía mucho tiempo para decidir entre un llamado y el otro.
Este funcionario de Ciudad Quesada antepuso su buena voluntad por encima de sus derechos como trabajador, esposo y papá y escuchó las súplicas de aquel paciente en estado terminal, quien clamaba, muy débil, por descansar en la hamaca de su casa, la cual estaba a muchos kilómetros de distancia.
LEA MÁS: Opinión: ¢15,2 millones gastó la CCSS en atender una simple herida
“Mis papás me criaron con la filosofía de ayudar a las personas y aprender a decir sí puedo. No podía negarme, jamás, al llamado del paciente que no conocía, pero que necesitaba de mí. Decidí dejar a mi esposa que empezaba con los dolores de parto y emprendí el viaje de 17 horas seguidas, entre ida y vuelta. Durante el viaje don Iván me confesaba que solo añoraba regresar a su casa para descansar en paz”, narró Olger.
Recorrido muy largo
Según la aplicación Waze, el recorrido desde Ciudad Quesada hasta barrio El Ceibo de Corredores, es de 499 kilómetros, pero ese número hay que doblarlo por el regreso. O sea, el viaje de Olger fue de 998 kilómetros.
“Salí a las 6 de la mañana y regresé pasadas las 11 de la noche. Cuando volví a San Carlos mi hija ya tenía algunas horas de nacida, guardé la ambulancia y me dirigí al hospital de San Carlos a conocerla y abrazar a mi esposa. Cuando vi a mi bebecita me sentí el hombre más afortunado del mundo porque antes vi la sonrisa y gratitud de un paciente y luego experimenté la ternura de mi pequeña”, contó entre lágrimas.
LEA MÁS: Hospital de Puntarenas será un chuzo, el más moderno y tecnológico
Para la doctora Thais Ching Zamora, directora del área de salud de Ciudad Quesada, este acto fue totalmente voluntario y desinteresado, ya que no está dentro de las obligaciones del funcionario desprenderse de sus derechos por cumplir una misión así.
"En este caso no podíamos ofrecerle a don Iván sanación a su enfermedad terminal, pero sí le dimos la oportunidad de tener bienestar emocional al permitirle cumplir su voluntad de regresar a su terruño. En cuanto al funcionario, solo le digo que este acto representa bendiciones para su vida y su familia”, comentó la doctora Ching.