Los motociclistas una vez más se preparan para protestar porque son los únicos a los que se les aumentó el Seguro Obligatorio Automotor (SOA) en el marchamo.
Comprendo perfectamente que para muchos la moto es su machetico como mensajeros o repartidores.
Otros se hicieron de una bichita como una forma de combatir las presas y llegar más rápido al trabajo o al lugar de estudio.
Para ellos la moto lejos de ser un lujo es una necesidad, y pagar ¢70.414 solo de seguro pega bien duro.
Sin embargo, como dice el dicho, siempre pagan justos por pecadores, porque también es cierto que hay una grandísima cantidad de motociclistas que son unos irresponsables. Caso contrario son las mujeres.
Los varones manejan sin las medidas mínimas de seguridad, un casco solo lo han visto en los caballos; conducen a alta velocidad, rayan por donde les da la gana, en fin están expuestos a comprarse la rifa de un accidente en cualquier momento.
Y eso no es percepción, los datos están ahí. Según cifras del INS, de cada diez accidentes en seis está involucrada una moto.
Y en un año han atendido, aproximandamente, a 12.760 lesionados en moto. No siempre el responsable es el motociclista, pero con su conducción temeraria las probabilidades de un percance son mayores y no hay campaña preventiva que valga.