Samuel y Ezequiel Núñez Badilla son los exsiameses que conquistaron el corazón de los ticos por la experiencia que vivieron antes, durante y después de la operación que los separó.
Tanto cariño llevó a muchas organizaciones a unirse y recoger plata para ayudar a los padres de los niños. Incluso se logró que les donaran una casa (en diciembre del 2017) para que el hogar reuniera todas las condiciones sanitarias y de comodidad que los pequeños –hoy de tres años y 8 meses– iban a necesitar.
La casa está en Paraíso de Cartago.
Pero el tener esa casa es ahora el principal obstáculo que tienen Stallin Núñez y Evelyn Badilla para que les aprueben la pensión de ¢82.000 al mes para sus niños (que tienen parálisis cerebral). Y pasa lo mismo con los recursos de los que disponen en una cuenta bancaria.
Así lo confirmó el jefe del Área de Gestión Judicial de la CCSS, Mario Cajina, ante una consulta de La Teja.
“Este es un caso de examen por ser distinto a los que normalmente atendemos. La institución (la CCSS), como administradores de fondos públicos, debe estudiar los reglamentos para no generar portillos a otras personas. Donde se está presentando el problema es por la casa y los dos millones que había en la cuenta cuando se levantó el secreto bancario a finales del año anterior. El artículo 9 del Reglamento de la dirección jurídica de la CCSS dice que cuando usted tiene un bien ya no está en el rango de extrema pobreza”, explicó Cajina.
Y no estar en ese rango impide dar una pensión.
Algo de esperanza
Sin embargo, Cajina no cierra las puertas definitivamente a la posibilidad, solo les pide a los padres de los niños tener paciencia por este impedimento legal.
“Pediremos un nuevo estudio social para determinar si efectivamente están necesitando la pensión. Hemos estado trabajando en los últimos dos años en conciliaciones para que los nuevos pensionados disfruten de inmediato el beneficio una vez hecho el arreglo”, explicó el abogado.
Por su parte, Stallin Núñez comentó que ellos saben que están en la capacidad física de trabajar, pero que por las condiciones de sus bebés, ellos los necesitan cerca.
“En el hospital nos dieron las instrucciones de cuáles ejercicios debemos hacer diariamente con ellos para ver si logran aprender a caminar. Yo soy los pies de mis hijos ahora, además de la estimulación de lenguaje, sensorial, en fin, de muchísimas rutinas que debemos hacer con ellos para estimular sus cerebritos. Si nosotros no trabajamos intensamente en eso el retraso en ellos es mayor”, explicó el padre.
En cuanto al dinero que había en sus cuentas explica que era donado. Y añade que ha tenido que ser un buen administrador, por no tener trabajo, para comprar con esos fondos la comida de la casa para ellos, su hijo mayor José Francisco y los suplementos que necesitan los bebés.
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