Una cartaga y un josefino alistaron sus maletas, catrinearon bien a La Gordita y tomaron la decisión de viajar en carro desde San José hasta Alaska en un viaje de unos 13 mil kilómetros bien llenos de Dios, anécdotas, el tetra de Saprissa, el “¡Vive, vive, Cartago vive!” y aventuras.
Doña Maureen Martínez Chacón está casada con Eduardo Castro Muñoz desde hace ocho años y el pasado 12 de marzo arrancaron su viaje hacia el norte de América. No son nuevos en esto, ya el año pasado recorrieron, también por tierra, 10 países de Europa.
Son de espíritu aventurero y el ser trotamundos lo mezclan perfecto con Dios porque en sus recorridos tratan de evangelizar a quien guste escucharlos, siendo este uno de sus principales motivos para viajar.
Además, acostarse en un país y despertarse en otro, o bien, despertarse con un bisonte de casi dos metros afuera del remolque donde dormían y llevarse el susto de sus vidas, los apasiona.
Ella es de Cartago y, por supuesto, ama a su Club Sport Cartaginés. Él es josefino y es un apasionado seguidor del Deportivo Saprissa. Él es quien picó a su esposa con grandes dosis de espíritu aventurero gracias a que don Carlos Castro Escalante, el papá de él, siempre se lo recetaba en las mañanas con el café.
“Somos aventureros apasionados, de hecho, somos los presidentes del Club de Motos Goldwing de Costa Rica y ya viajamos en moto a Nicaragua y Panamá. Pensamos en hacer este viaje a Alaska en moto, pero a nuestras familias les daba mucho temor así que nos decidimos por el carro.
“En San Carlos compré un remolque muy nuevo y muy bien equipado al cual le pusimos La Gordita. Cuando lo teníamos ya listo no lo pensamos dos veces para salir en busca de aventuras nuevas todos los días”, nos explica don Eduardo.
Puras tejas
Contrario a lo que muchos podrían pensar, el cruce de fronteras en Centroamérica y el cruzar los países de la región fue todo en un ambiente puras tejas, no tuvieron ningún problema y la gente se comportó pura vida.
“Siempre hay comentarios y advertencias, que cuidado con Honduras, mucho cuidado con Guatemala, sobre todo en las fronteras, pero la verdad a nosotros nos fue de maravilla, nos trataron como reyes. Las mejores fronteras para pasar: El Salvador y Nicaragua.
“En El Salvador sí es cierto que nos fue de lo mejor, la gente nos paraba, se tomaba fotos con nosotros, incluso hasta un policía nos paró solo para tomarse una foto con nosotros, nos dio consejos y nos cuidó varios kilómetros”, recordó doña Maureen.
Como es un matrimonio cristiano evangélico, les encanta hablarles de la palabra de Dios a quienes se acercan a conversar con ellos. Están demasiado felices con este objetivo porque consideran que sí lo han podido cumplir, sobre todo en Centroamérica.
Machos muy amables
Como ambos tienen visa de Estados Unidos no tuvieron ningún problema al pasar de México a Gringolandia a pesar de todo el miedo que les metieron de que los estadounidenses les iban a desarmar el carro totalmente o que los dejarían detenidos.
“Nos fue perfecto en la frontera con Estados Unidos. Mientras esperábamos vimos que un oficial era el más estricto, el que más y mejor revisaba a los carros, pero con nosotros se portó muy bien, nos quedamos hasta con la boca abierta”, recordó.
Cuenta la cartaga y el josefino que, totalmente contrario a lo que pensaron, casi no comieron gallopinto en Centroamérica, pero al llegar a Estados Unidos se han dado cuatro gustos preparando pinto todas las mañanas, ya que en cualquier supermercado encuentran arroz y frijoles.
“Acampando en el parque Yellowstone en Wyoming, Estados Unidos, nos llevamos el susto de la vida porque una mañana cuando nos despertamos había un bisonte afuera del remolque donde dormíamos. Una cosa enorme, son animales mucho más grandes que un toro y eso nos asustó mucho. Por dicha no pasó nada.
“Ha sido una experiencia superlinda, la gente nos invita a quedarnos en las casas de ellos a acompañarlos a comer.
Pura vida
“En Estados Unidos y Canadá, Costa Rica no es muy conocida entonces nos toca hacer de embajadores y hablarles de nuestro bello país y hasta de Keylor Navas porque ni lo conocen. En la aventura en Europa todo el mundo conocía Costa Rica, el ‘pura vida’ y a Keylor, aquí no”, reconoció el josefino.
Este martes 4 de junio conversamos con el matrimonio aventurero y justo estaban entrando al conocido kilómetro cero de Alaska, o sea, apenas recién entrando, todavía les faltan los últimos 2000 kilómetros para llegar al punto de Alaska al que piensan ir y de ahí devolverse.
Nos aseguraron que desde ya están pensando en la próxima aventura y será un viaje en carro desde San José hasta La Patagonia en Argentina, o sea, el otro extremo del continente.
A la cartaga y el josefino los puede contactar por redes sociales, búsquelos así: “Edumaaventura”, ahí ambos cuentan las anécdotas, pachos y hasta sustos que viven a diario.