Un conmovedor y emotivo desfile fúnebre recorrió las calles de San Antonio de Escazú la tarde de este miércoles. En una carreta típica fueron trasladados los restos de don Victorino Alvarado, mejor conocido como Torino y de 80 años.
Él pidió en vida ser velado en el trapiche donde trabajaba y que luego lo llevaran a su funeral en su carreta de bueyes. Este deseo se lo cumplió su familia y otros boyeros que lo conocieron y compartían su pasión.
Doña Gerardina Delgado, esposa de don Torino, contó que fue a los siete años cuando Victorino aprendió el arte que enseñó a sus hijos y que lo acompañó toda su vida e, incluso, hasta su última morada.
"Él (Torino) se dedicó a la agricultura toda su vida, desde muy pequeño aprendió a manejar los animales y nunca los soltó. Por allá en los años sesenta se dedicaba a hacer fletes, jalaba madera, café, caña de azúcar y hasta hacía mudanzas", contó su viuda.
Su vida se combinó entre la agricultura y las yuntas. Gracias al trabajo con los bueyes pagó la educación de sus dos hijos y una hija, que le dieron cinco nietas y dos nietos, quienes lloraron su partida pero se sentían aliviados de cumplir sus deseos.
Su esposa explicó que en sus últimos días estuvo muy enfermo del corazón y que ya no tenía las fuerzas para salir con la yunta, pero que siempre le pidió a su familia que no olvidaran su deseo de despedirse con su carreta.
Su familia le cumplió y a su cortejo se unió un grupo de amigos con sus propias carretas, que de esa manera honraron la memoria de un hombre bueno como don Torino.
La misa se realizó en la iglesia de San Antonio y el desfile de carretas lo acompañó hasta el cementerio bajo la mirada curiosa de la gente.