Nacional

Cantinas gozan de buena salud

Por más bares escandalosos que existan, las cantinas lugares siguen atrayendo clientes

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El bar La Flota, en barrio La California, está de aniversario, celebra sus 60 añitos. Mayela López. (Mayela López)

Este jueves comenzó la fiesta por los 60 años de la cantina La Flota, en barrio La California.

Eso nos sirvió de pretexto para reunirnos con don Mario Zaldivar, quien acaba de publicar un libro que se llama “300 cantinas antiguas de Costa Rica” y así hablar sobre esos lugares mágicos que siguen gozando de muy buena salud.

Las cantinas nacieron como ese lugar donde los intelectuales y pensadores se reunían para tomar decisiones importantes, no solo en Tiquicia, sino en el resto del mundo. Con el paso del tiempo fueron lugares donde escritores, como Ernest Hemingway, se inspiraron para sus libros, siempre, acompañados con un buen mechazo.

Aún hoy en día, en medio de bares escandalosos en donde los jóvenes bailan y se gritan mientras intentan hablar, las cantinas siguen abiertas con música viejita pero de la buena, eso sí, a un volumen que permite la conversadera, tal vez ya no para tomar decisiones importantes para un país, pero sí para pasar un buen rato y matar el gorila del estrés.

“Si mañana un extraterrestre llegara a la Tierra y viera cuántas personas entran y salen de las cantinas, pensarían que estos locales son sitios de trabajo o universidades de altísimo prestigio y no lugares de esparcimiento”, explica Zaldivar, quien en su libro de 327 páginas, presenta fotos de 308 cantinas de toda Costa Rica.

Una característica de las cantinas es que tienen la cocina a la vista, para que el cliente compruebe la limpieza con que le preparan la jamita. Mayela López. (Mayela López)

En La Flota nos atendió la dueña, doña Ana Carballo. Hace 30 años su esposo compró el derecho de una esquina que ya tenía muchos años de funcionar y gustar a sus clientes. Un día compraron el lugar y al otro tuvieron que abrir porque la clientela esperaba en la acera.

“Las cantinas son mágicas, por eso es que siguen con tan buena salud en el país. Aquí buscamos que el cliente disfrute de una buena conversación con música de su agrado.

No tenemos un tipo de música en especial, sino que analizamos los clientes que tenemos y si son muy pero muy jóvenes ponemos a Nirvana, pero si son adultos va la Santanera. Eso tiene la cantina, que complace al cliente mejor que en la casa”, explicó doña Ana, mientras terminaba de abrir el local este jueves a eso de las 11:00 de la mañana.

Esta es la portada del libro de don Mario Saldivar que usted puede encontrar en la Feria del Libro que estará hasta este domingo en la Antigua Aduana. Cortesía. (Mario Zaldivar)

El caso de La Flota es bien vacilón porque está rodeada de bares de carajillos, pero sigue siendo atractiva y jalando clientes. Incluso, para las nuevas generaciones.

“El fenómeno es muy interesante porque los jóvenes están en un bar alrededor de nuestra cantina, pero en cierto momento se vienen para acá, comen rico, hablan tranquilamente y después regresan al bar donde estaban. Así pasa hasta las doce de la noche que cerramos”, explica doña Ana.

La dueña recuerda que su patente es de los tiempos del fusil de chispa, por eso no pueden abrir antes de las once de la mañana y deben cerrar a las doce de la noche. Si no cumplen ese horario la muni los sanciona y les pone candados por 24 horas.

Con don Mario Zaldivar compartimos este jueves 31 de agosto en la cantina La Flota en barrio La California. Mayela López. (Mayela López)

Don Jorge Motta es el dueño de la cantina La Bohemia, esa donde el Presidente Luis Guillermo Solís se tiró el partido de la Sele ante Honduras el pasado viernes 7 de julio, en el debut de la Copa de Oro. Ese día el Presi se pidió una pacha de cuatro plumas y se mandó sabrosamente una boca de albóndigas.

Precisamente, don Jorge rescata que las cantinas son ese lugar donde todavía la boquita es parte fundamental para aquellos que llegan por un mechazo.

“Aquí en La Bohemia no pueden faltar las albóndigas, tampoco los cubaces con costillita, mucho menos los garbanzos con cerdo… eso es una cantina, un lugar para tomar tranquilamente, en un ambiente agradable, con buena música pero sin escándalos y comer rico”, afirmó el dueño del lugar que queda en el puro entro de Chepe, en calle 5, avenida 12.

En el libro de don Mario, se explica que la palabra cantina viene del italiano y que cuando los gringos nos llenaron de su cultura comenzaron a llamarle bar a esos lugares, pero eso solo fue de nombre, porque por dentro tenían y tienen el alma cantinera.

En el libro puede encontrar fotografías de la cantina Once Estrellas en barrio La Cruz, pasando por el bar El Ancla en Santo Domingo de Heredia, también por La Gaviota en la avenida 10 de San José, así como del bar El Lucero de Puntarenas. El viaje continúa por la cantina El Gran Vicio, que tiene más de 100 años de estar en el costado norte del Mercado Central de San José, ahí mismo donde estuvieron otras que ya desaparecieron como La Novia y El Chompipe, también conocida como El Indio.

Con rótulos muy llamativos, don Jorge Motta motiva a sus clientes. Tomada del Facebook de La Bohemia. (Jorge Motta)
Eduardo Vega

Eduardo Vega

Periodista desde 1994. Bachiller en Análisis de Sistemas de la Universidad Federada y egresado del posgrado en Comunicación de la UCR. Periodista del Año de La Teja en el 2017. Cubrió la Copa del Mundo Sub-20 de la FIFA en el 2001 en Argentina; la Copa del Mundo Mayor de la FIFA del 2010 en Sudáfrica; Copa de Oro en el 2007.

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