Una pequeña casa de tres cuartos con dos camarotes cada uno, una sala con un televisor antiguo sin convertidor digital, una mesa de comedor con algunas sillas, un microondas que no sirve y un pequeño baño, así es el módulo de pensiones en la cárcel Vilma Curling (Buen Pastor).
Aunque la capacidad es para 12 personas, ahí están encerradas en promedio ocho mujeres al día, aunque no son siempre las mismas, algunas van saliendo, mientras entran otras.
Cada una de ellas, al igual que los hombres en La Reforma, le cuestan al Estado $42 (24.194 colones) diarios, poco más de 725 mil colones al mes, indicó Juan Luis Bermúdez, director de Adaptación Social.
La casa se encuentra a la entrada del penal y colinda con la casa cuna. Tiene un amplio patio con dos mesas en la que pasan la mayor parte del tiempo las detenidas por pensión.
“Todas comen lo mismo, tanto las indiciadas (cumplen prisión preventiva), como las sentenciadas, las apremiadas por pensión y hasta los funcionarios de la cárcel”, dijo Bermúdez.
Ahí reciben café con pan hecho por las mismas privadas en la panadería del Ministerio de Justicia, en la mañana y la tarde, así como el almuerzo y la cena.
“Las señoras de pensiones, por un tema legal, no se pueden revolver con las demás, lo que las deja fuera de los beneficios con los que cuentan las privadas de libertad de ir a la escuela y los actos culturales, por ejemplo” explicó Kattia Góngora, directora del Buen Pastor.
Sin embargo, consiente de lo poco que pueden hacer, la directora les ha llevado grupos de voluntarios para que les den cursos de manualidades y maquillaje.
LEA MÁS: Sentenciado a pagar pensión por hijo que no es suyo hasta los 25 años