El territorio indígena La Casona, en Coto Brus de Puntarenas, cuenta con la primera oficial de la Fuerza Pública que orgullosamente vive en ese sitio y pertenece al grupo ngäbe buglé.
Se llama Beligo Atencio Andrade, tiene 25 años y tres hijos: Nedy Amanda, de 8 años; Tochy Addiel, de 6 años y Jechy Aira, de apenas un añito y siete meses.
A ellos tres quiere darles el ejemplo con su trabajo y lo ha hecho bien porque Tochy Addiel ya le ha dicho que quiere seguir sus pasos cuando crezca.
En esta comunidad de la zona sur es común oír una motocicleta y al volver a ver se descubre a la oficial Atencio cumpliendo su misión. A veces cuesta distinguirla mientras no se disipa la nube de polvo que la envuelve.
Beligo no deja sus tradiciones de lado mientras trabaja, por eso es común verla con el vestido tradicional de su cultura y con el uniforme de policía por debajo. El traje de su gente es colorido, tiene los ruedos bordados y cae hasta los tobillos.
Cuenta que para nada le incomoda para viajar en la moto, simplemente se lo recoge y con el bulto en la espalda arranca rumbo a la delegación policial, que está en Sabanilla de Coto Brus; allí inicia su jornada laboral.
Un gran orgullo
Cuando toca salir a hacer patrullajes, la oficial sí se quita el traje tradicional de su cultura y se queda con el uniforme azul, el que viste con el mismo orgullo que el de sus raíces indígenas costarricenses.
Desde niña soñó con ser policía, algo en lo que tiene mucho que ver a la influencia de los oficiales de Programas Preventivos de la Fuerza Pública, el ejemplo de un vecino y de su tío Waltrude Bejarano, quienes también ejercen este noble oficio.
La ahora oficial Atencio anhelaba ser una mujer empoderada y distinta a lo que se acostumbraba en su comunidad y fue hace tres años que llegó a la meta.
“De niña veía a los policías que hacían pintacaritas en mi comunidad y eso me llamaba la atención. Los veía pasar y me decia ‘algún día seré policía para dar seguridad, cuidar a mi familia y a la ciudadanía”, cuenta con una sonrisota de satisfacción.
Cuando alcanzó la mayoría de edad se reclutó en la Academia de Policía y lo demás es historia.
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Cerca de la comunidad
El jefe de la delegación policial, el agente Ramón Campos Álvarez, dice que es una gran bendición contar en el equipo con la compañera Atencio.
“Nos ha permitido un acercamiento mejor a la comunidad indígena, comprender su dialecto y lograr comunicarnos de una manera correcta. Sin ella la comunicación es mucho más difícil”, explicó Campos.
Y, claro, Beligo lo reconoce, su gente le ha dicho que ya no se preocupa porque no les entiendan lo que dicen, ella les habla en su lengua y eso les da mucha confianza.
“Es muy importante para mi pueblo llegar y hablarles en su propio idioma, algunos compañeros míos llegan a hablarles y ellos no entienden, entonces llego yo y les explico y así comprenden”, detalló Atencio.
Como ella es pionera en la comunidad, está influyendo en la vida de otras mujeres jóvenes (incluso chiquitas) que en el futuro podrían seguir sus pasos.
Una de ellas es la niña Susan Bejarano Montezuma, quien dice que está bien que Beligo trabaje y demuestre que las mujeres pueden desempeñar muy bien todos los cargos.
“Ha sido una experiencia muy bonita, en todo este tiempo que tengo de ser policía, al principio estuve en Buenos Aires y ahora acá”, nos dice.
De hecho, fue en Buenos Aires de Puntarenas donde ha enfrentado el trabajo más difícil debido a los conflictos que a veces se dan entre indígenas y personas que no pertenecen a esas tierras.
Como policía, ella debía ser neutral y garantizar la paz y la seguridad de todos.
Trabaja la tierra
Beligo llegó a la comunidad de La Casona hace 12 años, antes vivió en El Progreso, en Conte, Burica, pero su papá compró un terreno en este nuevo sitio y se pasaron.
Cuando cae la tarde en esta zona fronteriza con Panamá y el sol toca las montañas es usual verla haciendo su recorrido policial con gran esmero.
Claro, no todo es trabajo en la vida y cuando está sin el uniforme, en su tiempo libre, Beligo trabaja la tierra sembrando yuca, frijoles, maíz, arroz, banano y plátano.
Y tiene buena mano, como lo muestra la foto en la cual sostiene una yucota que cualquier se desea bien sancochada o frita.