Faltando unos 15 minutos para las once de la mañana, de este viernes 9 de octubre, don Miguel Ángel Quirós hizo fila para entrar al bar Milano en San José centro.
“Llegué antitos de la once para que nadie me quitara mi rincón preferido”, nos dijo este turrialbeño de la pura cepa, quien por estos días vive en Guadalupe.
El bar Milano está ubicado en avenida 5, entre calles 4 y 6, fue uno de los casi 4.500 que estuvo cerrado desde 16 de marzo.
Don Miguel tiene 30 años de ser un cliente fiel y por eso ya estaba deseando que le reabrieran su barcito.
“No hay nada como tomarse una cervecita en el bar preferido de uno. Que va, una birra en la casa no sabe igual, son más ricas en un bar”, comentó a las 11:03 minutos, cuando le estaban sirviendo la primera.
El Ministerio de Salud, obligado por el virus covid-19, cerró desde el 16 de marzo todos los bares del país, con el objetivo de evitar contagios masivos, eso significa que don Miguel estuvo 206 sin su rinconcito.
“Me hacía ya mucha falta, es que aquí lo tratan a uno muy bien y es un bar que, a pesar de estar en una zona difícil, es bien tranquilo. Me encanta la boca de ceviche y la música que ponen, en general, me gusta todo, tiene un ambientazo y desde mi rincón se tira uno todas las corridas sin problemas”, comentó don Miguel.
Ese rincón especial está en la esquina final interna de la barra y pudo sentarse porque había mamparas que dividen a los clientes, una de las exigencias en el protocolo que Salud aprobó para bares que quisieran usar sus barras.
“Ya ve usted que no me desagradan las mamparas, la verdad le digo, me alegra que estén pensando en la salud de uno, así se toma uno la birrita tranquilo y no son tan complicadas como para no poder armar la conversadera con el que se sienta a la par y al mismo tiempo hay una barrera que nos protege… estoy satisfecho”, reconoció.
Otro Miguel, quien no nos quiso dar el apellido, pensó muy diferente. Muy emocionado entró despuesito de las once al Milano, pero al ver las mamparas dio media vuelta mientras gritaba, “acaso yo soy un animal para que me encierren”.
Días durísimos
Don José Mora Arias, el propietario del bar Milano, nos contó que desde marzo la ha visto horrible en lo económico porque tuvo cerrado y sin un cinco de ingresos.
“Fueron muchos días y muy duros. Nadie le ayuda a uno, me dicen que cierre y eso está bien, pero a todos se les olvidó que hay muchos recibos que pagar y familia que mantener.
"Tras de todo, uno limpio y le toca hacer la inversión de las mamparas, eso significa que la única salida fue hacerse de una nueva jarana para pagar el material y la mano de obra”, reconoció don José.
Este breteador espera que la vuelta al brete esté llena de muchos clientes para cerrar el año sin tanta complicación económica.
Como estuvimos acompañando a don José en la reapertura, logramos comprobar que hubo un atraso que los clientes no le aguantaron: la boca estrella del bar, la de ceviche, no estaba lista a las puriticas once, tuvieron que esperar como media hora y eso sirvió para el vacilón del momento, ya que antes del cierre por la pandemia, don José era lo primero que tenía listo.
Se perdió mercadería
Este viernes de reapertura también visitamos a don Allan Mora, uno de los propietarios del bar Víctor, ubicado 100 metros al sur de la iglesia La Merced, en San José centro.
También don Allan la vio horrible en lo económico, tanto así que incluso envió currículum a varias empresas porque creyó que el cierre de bares iba para más largo.
“Cuando nos tocó cerrar había mercadería que se perdió y todas las bebidas, con y sin alcohol. Por dicha, gracias a Florida Bebidas, pudimos devolverlo, eso fue una gran salvada sino las pérdidas habrían sido mayores.
"Lo que había en congeladores sí se perdió, tampoco era poca cosa, si analizamos, perdimos casi un millón de colones y todo lo que dejamos ingresar por tener la puerta cerrada”, dijo don Allan.
Bajita sí, instrumental no
En el Milano la musiquita estaba bajita, pero no era instrumental porque un buen bar tiene la música que le gusta a los clientes y don José tenía rancheras y tropicales.
El pasado lunes, el Ministerio de Economía, Industria y Comercio, anunció la reapertura de los bares y dentro de las condiciones para quitar los candados está la de tener la música bajita y que fuese instrumental.
El objetivo de la música suavecita es que los clientes no tengan que gritarse para escucharse, ya que al gritar se libera más y a más distancia las gotas de saliva.
El protocolo aprobado habla de que cada bar solo puede tener la mitad de la clientela que realmente le cabe al local y que las personas deben estar distanciadas al menos 1,8 metros. También tiene que poner en la puerta de entrada la información de la cantidad de personas permitidas.
Nada de personas cantando o gritando, no se puede bailar y en las barras se deben de poner mamparas plásticas que dividan a un cliente de otro.