Lo que comenzó como un discurso tranquilito y muy patriótico, terminó en una pura gritadera del presidente Rodrigo Chaves Robles, en el acto cívico en conmemoración de los 167 años de la Batalla de Rivas, en el parque Juan Santamaría de Alajuela.
Nosotros no estábamos en la tarima presidencial, andábamos en medio de los cientos de estudiantes que esperaban el final de esos actos oficiales para iniciar el desfile y en diferentes momentos de la gritadera, los chiquitos de escuela hasta se volvían a ver asustados sin entender por qué el presidente pegaba semejantes gritos.
“Gracias a la gesta de Juan Santamaría, de todos los hombres y de las mujeres que lucharon hace 167 años, hoy podemos reunirnos en este parque. Gracias a su valentía y sacrificio, aquí resuenan hoy las risas de los niños, la melodía de las liras, el estruendo de los tambores en fiesta y el sereno murmullo de un país floreciendo en la paz que por sus proezas heroicas heredamos y por nuestra convicción y deber seguiremos defendiendo”, fueron las primeras y tranquilitas palabras del presi.
“Gracias a esas mujeres y hombres que dieron su vida, es el bullicio blanco y azul de nuestros estudiantes el que presenciamos hoy, y no las botas militares pisando el asfalto de las calles alajuelenses.
“Hace más de siglo y medio le demostramos al mundo que Costa Rica es más que una franja de tierra de 51.100 kilómetros cuadrados. Demostramos que somos una nación viva y valiente, cuya libertad somos capaces de defender ante cualquier enemigo, cualquier adversidad, cualquier reto”, agregó Chaves.
Hasta ahí todo bien, incluso, muy bien los que le escribieron el discurso, porque lograron meter la invasión rusa a Ucrania y mezclarla con nuestra Tiquicia.
“Hoy, el ingrato fuego ruso sobre Ucrania constituye un aviso de que el sagrado principio de la autodeterminación de los pueblos no es un estatus eterno. Aún ahora, puede verse amenazado por el viejo afán de conquista de potencias que no han entendido que es más valioso y perdurable construir los puentes del entendimiento que destruir los cimientos de la independencia y la democracia”.
Hasta ahí, dijo Gorgojo, después, aprovechando aquello de “construir puentes” empezó a pegar gritos de que él y su gobierno no construirán puentes con los nuevos filibusteros, con enemigos de la patria y hasta golpeó el mueble en el que estaba hablando, como cuando alguien se pone bien chiva y golpea la mesa.
Totalmente salido de lo que tenía que ser su discurso oficial, dijo: “Todavía quedan muchos filibusteros, todavía quedan filibusteros y se nos metieron en el Estado y en muchas partes, pero yo veo ojos valientes en ustedes.
“Hay gente que dice que no tienden puentes. Yo no quiero tender puentes al infierno ni con filibusteros, prefiero volarlos (a los puentes), prefiero dinamitarlos”, improvisó el presi alzando la voz en medio de aplausos de algunos y eso lo envalentonó más para seguir gritando.
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Cerró su discurso, entre leyendo el oficial e improvisando, volviendo a alzar la voz y haciendo, otra vez, referencia a los filibusteros, en esta ocasión, asegurando que hay filibusteros en los mandos medios del Estado que aseguró son corruptos y los filibusteros del narcotráfico.
“Vamos a vencer. Necesitamos incendiar lo que hay ahí adentro, para abrirle el paso al desarrollo, al empleo, a la equidad, a la prosperidad, a la honestidad”, dijo el presidente entre gritos, como lo hacía en campaña.
Pegó cuatro gritos más y hasta nos mandó bendecidos por Dios… a puros gritos.
Estamos seguros que Chaves necesitará, al menos, media botellita de miel de abeja con jengibre contra la ronquera por tanto grito.