Regresaron con 20,8 kilogramos de muestras de rocas lunares. La odisea tardó 8 días, 3 horas y 18 minutos. Su caminata lunar duró 2 horas, 47 minutos y 14 segundos. Pero lo que Michael Collins, Buzz Aldrin y Neil Armstrong hicieron es “un símbolo de la insaciable curiosidad de toda la humanidad por explorar lo desconocido”.
A continuación un resumido relato de su hazaña, al cumplirse este 20 de julio el cincuenta aniversario del día en que Armstrong puso un pie en la Luna.
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El momento de la verdad
El plan de vuelo contemplaba un descanso de cuatro horas para los astronautas, una vez que alunizaran.
Así se hizo pese a que ellos hubieran preferido hacer el trabajo de manera continua.
En todo caso, la Luna ya no era la misma.
Durante millones y millones de años había estado apareciendo en el horizonte, pero esta vez era única.
Hombres de la Tierra estaban ahí. Esos hombres se preparaban para descender del módulo lunar y caminar sobre la Luna.
En Houston, centro de conexión entre Apolo y los periodistas y televisoras del mundo entero, había llegado el momento de la verdad.
En ese instante, el Columbia -módulo de comando y nave que llevó a los astronautas hasta la órbita lunar- se perdió detrás de la Luna.
Collins quería escuchar lo que Armstrong iba a decir cuando pusiera un pie en la Luna, pero ahora comprendía que iba a ser la única persona que estaría fuera de contacto de los eventos que marcarían la época.
Lo acompañaba un completo silencio, excepto por los ruidos de la nave espacial.
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Momentos antes
El Columbia no reapareció hasta que Armstrong y Aldrin ya estaban colocando la bandera, de modo de Collins no escuchó esta conversación:
Armstrong: "Todo está listo para iniciar. Solo esperamos que suba la presión de la cabina para tener suficiente presión para abrir la escotilla".
“Okay Houston, estoy en el pórtico”, anunció Neil Armstrong más con un tono de “que Dios me acompañe”, que de chequeo médico.
Lo primero que hace es instalar la cámara de televisión. Un brazo de ensamble se extiende y ubica el lente con vista hacia la escalinata de descenso.
El mundo entero queda en pausa... y con la misma pregunta: ¿Qué va a ocurrir?
Houston rompe el silencio: "Estamos recibiendo una imagen en la TV".
En millones de pantallas alrededor del mundo se ve una sombra en la esquina superior izquierda y de ella sale una pierna buscando el próximo nivel de la escalera. Sobre esa pierna se ve la borrosa imagen del resto de Armstrong.
Houston: "Okay, Neil, ahora podemos verte bajando la escalera".
Surcos lunares
Colocando cuidadosamente sus pies en cada nivel. Armstrong baja los siete escalones. Al final, se percata de que aún está a 90 centímetros sobre la superficie lunar. Decide entonces saltar a un lado, hacia una de las ruedas donde descansan las patas de la nave. Cae firme y confortable sobre sus dos pies.
Para confirmar que podrían devolverse, aún con las restricciones del traje, salta a la escalera.
Explica a Houston: “Okay, solo chequeaba el regreso hasta el primer nivel. Buzz ni siquiera ha salido. Estoy al pie de la escalera. Las ruedas de descanso están apenas hundidas una o dos pulgadas. La superficie parece ser muy, pero muy fina, conforme te acercas a ella. Es casi polvo... voy a poner un pie fuera del módulo lunar...”
Justo 12 años después de que el Sputnik (primer satélite artificial enviado a la Luna por Rusia) impresionó al mundo, a las 8:56 de la noche del 20 de julio del 1969, un humano de 38 años, Neil Armstrong de Wapakoneta, Ohio, Estados Unidos, saltó de nuevo sobre la rueda de una pata y dejó fuera su pie izquierdo para “probar” suelo lunar.
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Con la punta de su bota hizo surcos.
Al parecerle suficientemente firme, retira el otro pie de la rueda y se suelta del Águila (así llamaron al módulo) para crear uno de los más grandes momentos en la existencia de la humanidad y consumar el trabajo de 400 mil personas que estaban detrás de él poniendo sus botas ahí.
A Buzz Aldrin, posado en la parte superior de la escalera, le pareció una pequeña eternidad el tiempo que esperó para escuchar a Armstrong decir:
"Un pequeño paso para un hombre, un alto gigante para la humanidad".
"No recuerdo, - dijo luego Armstrong- ninguna emoción particular o sentimiento distinto a un poco de precaución, un deseo de confiar en que era seguro poner mi peso en la superficie”.
Conforme Aldrin baja la escalera para unirse a Armstrong en la superficie, comenta: “Qué vista más hermosa. Esta será nuestra casa por las próximas dos horas, vamos a cuidarla bien, Magnífica desolación”.
Los trajes espaciales estaban diseñados para resistir las condiciones extremas esperadas en el ambiente lunar, aislando a los astronautas de las fluctuantes temperaturas (de 110 grados centígrados en la sombra a 170 bajo la luz solar).
Armstrong dijo que él no estuvo consciente de ningún cambio de temperatura mientra tocó algún objeto o caminó.
Después de tomar las primeras fotografías, Armstrong se movió hacia la parte iluminada por el sol y comenzó a recolectar los primeros ejemplos de suelo. “Después del alunizaje, nos sentimos muy confortables en la gravedad lunar. De hecho era más agradable que el no tener peso del todo o que soportar la gravedad de la Tierra”.
Lugar sin tiempo
Armstrong sintió que llegaron a un sitio sin tiempo, un escenario igual al de miles de años atrás y seguramente el mismo de miles de años en el futuro. Sin atmósfera, encontraron que todo lo que podían ver era claro. Las formas en el horizonte eran bien definidas , como las piedras que estaban a sus pies.
Ambos astronautas colocaron la bandera de las barras y las estrellas y encontraron cierta dificultad al empujar el mástil en el suelo lunar.
En Washington, el presidente, Richard Nixon de los Estados Unidos, estaba en la Casa Blanca viendo por televisión la caminata lunar, acompañado por los astronautas Frank Borman y Bob Haldeman.
Desde la oficina oval, donde habían sido colocadas las cámaras y un equipo telefónico para hablar a la Luna, Nixon dijo: “Por lo que ustedes han hecho, los cielos se han convertido en parte del mundo del hombre. Y escucharlos a ustedes desde el mar de la tranquilidad nos inspira para renovar esfuerzos en traer paz y tranquilidad a la Tierra.
Armstrong respondió: “Gracias señor Presidente. Es un gran honor y privilegio para nosotros estar aquí, representando no solo a los Estados Unidos, sino a los hombres de paz de todas las naciones, con interés, curiosidad y una visión de futuro. Es un honor para nosotros ser capaces de participar hoy aquí”.
Los astronautas saludaron la cámara plantada en su trípode en aquella desolada y vacía tierra y continuaron recogiendo muestras de rocas lunares.
¿Y Rusia y China? |
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Mientras la mayor parte del mundo seguía la misión por la televisión, Rusia y China tenían poco que decir. De hecho, mientras el módulo lunar llegó a Luna la televisión moscovita estaba transmitiendo una película sobre la vida de un cantante polaco y la Radio Moscú estaba repasando la semana deportiva. La televisión rusa se refirió al alunizaje en su última transmisión de noticias del día. |
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