Una persona tiene sesenta mil pensamientos al día y la gran mayoría son repetitivos. Lamentablemente son los negativos los que tienden a quedarse más días en la mente.
Negativos o positivos, ambos crean conexiones neuronales en nuestro cerebro segregando diferentes sustancias químicas y sensaciones diversas, dependiendo del pensamiento que predomina.
Lo negativo en el cerebro llega a convertirse en una adicción bioquímica al dolor, el malestar o la ira, terminando casi siempre en enfermedades físicas y mentales. Por eso es tan importante cuidar todo lo que pensamos.
Para cambiarlos se pueden practicar los siguientes pasos. Tomar consciencia de tales pensamientos y aceptar con humildad el vicio de lo negativo.
Decidir no prestar más atención a esos molestos pensamientos. Ya que en principio son fugaces, pero si permitimos que se queden mucho tiempo serán dañinos y tóxicos.
Debe ser como una especie de policía de los pensamientos. Elegir cuáles entran. Como si se cuidara la entrada de un establecimiento o banco, hay que revisar primero si existe peligro.
Luego se deben modificar por pensamientos positivos o al menos neutros. Por ejemplo en lugar de decir: Soy fea, gorda y tengo mala autoestima. Lo ideal es detenerse y buscar actividad física como cantar, bailar, jugar, reír, hablar en familia, y después de un buen rato, retomar los pensamientos y decirse: “Me amo, me acepto tal y como soy, busco felicidad y soy creativa”.
Practicando a diario y con el apoyo de la familia, el cerebro funcionará con más alegría y creatividad.
mariaesterfloressandoval@yahoo.es