La protagonista de esta historia es Amalia, una niña que creció sin primitos y amiguitos cerca, con los cuales jugar y divertirse.
Además, era hija única y lo fue hasta los 10 años que nació su hermano menor, o sea, duró 10 años solita porque el papá y la mamá trabajaban. La cuidaba una muchacha que no le ponía demasiada atención a la niña.
Vanessa Alvarado, experta en fenómenos paranormales y miembro de Investigación ParanormalCR, es quien cuenta bastantes detalles del caso.
Amalia recuerda que desde muy niña comenzó a pensar en que quería tener una amiguita con la cual jugar y así se imaginó a una, tal y como le pasa a muchos chiquitos.
Esa amiga imaginaria era otra chiquita, con el pelo machito, usaba dos colitas, siempre andaba con vestiditos y se llamaba Verónica.
Al principio Amalia y Verónica jugaban pura vida y muy inocentes, incluso Ama comenzó a decirle a sus papás que debían ponerle un platico para comer a Vero.
Siempre que salía a jugar al patio decía que iba con Verónica. Hasta ahí todo bien y normal.
Feas travesuras
La cosa se puso fea porque Verónica le decía a Amalia que hicieran cosas malas.
La niña ( de verdad) comenzó a romper los platos de su casa, a romper las colchas con tijera y por más que la castigaran y regañaran, seguía haciendo travesuras.
Un día el papá tenía 50 mil colones (de hace unos 19 años) y Verónica le dijo a Amalia que cogiera esa plata y la quemara en la cocina de gas. Así lo hizo la pequeña.
Como lo de la amiguita invisible pasó de ser un invento inocente de una niña a travesuras fuertes, los papás de Ama la llevaron donde un sicólogo infantil y ella le contó que hacía las cosas porque Vero le decía.
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La sicóloga comienza a tratar a la niña, advierte que como Amalia pasa tan solita inventa esas cosas.
En el kínder también la niñita comenzó a portarse mal, golpeaba a sus compañeritas y siempre explicaba lo mismo: “Verónica me dijo que lo hiciera”.
Aruñazo del diablo
El asunto se complicó tanto que incluso se llegó a pensar que Amalia estaba dando signos de esquizofrenia infantil.
Un día a la casa de la familia llegó una señora amiga de los papás que era conocida por tener sensibilidad con seres paranormales.
Era una señora adulta mayor. Le presentaron a Amalia y la saludó e inmediatamente volvió a ver para otro lado y dijo: “y la otra chiquita, esa machita tan linda de quién es?”
Claro, a todos se les paró la peluca cuando la señora dijo eso, además agregó: “Es que acabo de ver pasar una chiquita machita muy linda”. De inmediato Amalia dijo: “Ven que yo no estaba mintiendo. Ella sí puede ver a Verónica. Yo se los dije, que Verónica sí existe”.
“Si ustedes me dicen que no han visto a esa niña, quiere decir que o es un ser desencarnado (una persona que falleció), o es algún tipo de entidad que está aquí en la casa y está molestando a Amalia”, explicó la señora.
Esta adulta hizo un recorrido por la casa y justo cuando entró al cuarto de Amalia algo invisible le pegó un aruñazo en la pierna, un aruñazo especial, de tres uñas y eso es algo que es sabido desde hace siglos por los expertos en fenómenos paranormales, es una marca totalmente relacionada con seres diabólicas e incluso el mismo diablo.
La integrante de Investigación ParanormalCR explica que parte de las teorías aceptadas en la investigación paranormal hablan sobre que todo lo marcado por el diablo con tres aruñazos es una burla a la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo).
Después de ese capítulo diabólico a la casa le hicieron una limpia, a Amalia también. A la casa le hicieron un trabajo especial de energías para que todo estuviera equilibrado y eso provocó que Verónica desapareciera y la chiquita dejara de jugar con su amiguita imaginaria. Todo se calmó absolutamente.
Volvió el diablo
Cuando Amalia entró a la adolescencia en la casa comenzaron a pasar cosas raras: golpes, pasos, en las noches se escuchaba como que abrían los tubos, desordenaban cosas, a la ya jovencita le costaba demasiado dormir, le daba ansiedad, depresión y de nuevo los papás a buscar sicólogo.
A ella nunca la dejaban sola, pero un día la mamá tuvo que salir y se quedó en la casa sin nadie y ese fue el momento que aprovechó el diablo para manifestársele.
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Amalia escuchó pasos y de inmediato corrió para la sala con el objetivo de salir volada de la casa, pero antitos de salir escuchó desde las gradas una risa y después le dijeron: “Amalia ¿quieres jugar conmigo?”.
Ella se preguntó que quién estaba en la casa por eso volvió a ver y para su sorpresa era Verónica, pero ya no niña sino adolescente como ella. Amalia cuenta que en ese instante sintió que esa no era su amiga imaginaria sino el mismo diablo y salió pegando gritos de la casa y le pidió ayuda al vecino.
Después de ese nuevo capítulo diabólico hubo otra limpia en la casa, una liberación con personas religiosas, también se la hicieron a ella y a partir de ahí no volvió a ver a Verónica nunca más, incluso hoy, a sus 25 años, Amalia considera que eso es ya un capítulo superado.