Hay noticias muy amargas y esta es una de esa triste lista.
Juan Bautista Alvarado, presidente de la Cámara Nacional de Fomento de la Apicultura, cuenta que a como van las cosas, la producción de miel de este año sería la peor en dos décadas.
Los apicultores, que son quienes crían abejas, ven un desastre en el horizonte tico.
El promedio de toneladas en los últimos 20 años anduvo entre 500 y 600 por temporada (que va de diciembre a abril); el 2019 fue un año dulce y subió a 900, pero en el 2020 bajó a 600. Y la cosa pinta horrible para este 2021, se cree que a duras penas lograrán 250 toneladas
La consecuencia mayor sería el desabastecimiento nacional.
“Un desafortunado coctel de factores ha conducido a que la presente cosecha esté siendo de las peores en los últimos veinte años. No hay comparación”, dice Alvarado.
¿A qué se debe ese producción tan raquítica? Alvarado explica que a varias cosas: el tiempo cambiante, las intoxicaciones masivas del 2020 y una floración escasa.
“El año pasado murieron casi 100 millones de abejas a causa de las intoxicaciones con fipronil (un insecticida). Y lo peor es que es hay autoridades públicas que defienden el comercio y uso de esas sustancias sin pensar en el daño a las abejas”, comenta Alvarado.
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El presidente de la Cámara detalle que la pobre cosecha de miel no es problema de una zona, es de toda Costa Rica.
“De frontera a frontera estamos en la misma situación, tenemos comunicación diaria con apicultores de todo el país y todavía no hemos identificado zona alguna que escape”.
Los efectos del cambio climático aumentan cada año, las floraciones no duran nada. Además hay alteraciones bruscas y bajas de temperaturas que duran mucho y perjudican gravemente a quienes crían abejas.
“La pasada época lluviosa se prolongó más de lo acostumbrado y cerró con temporales que terminaron estresando a las abejas. Las inclemencias del tiempo afectaron los cultivos de muchos agricultores y también diezmaron las colmenas, todo eso está afectando la producción de miel”, explica Alvarado.
Hubo que alimentarlas
Ya hay apicultores que piensan que este año no cosecharán nada. Diciembre del 2020 ya daba algunos avisos de lo que estaba por pasar.
“Tuvimos que alimentar todo el mes para evitar que nuestras abejas murieran de hambre, porque en lugar de sol y floraciones tuvimos fuertes fenómenos atmosféricos generados por los efectos indirectos de los huracanes Eta e Iota. Las floraciones arrancaron con unos cuarenta y cinco días de retraso y de manera muy débil”, reconoció don Juan Bautista.
Y tras de cuernos, palo. En algunas zonas de Tiquicia se vio una baja en la población de abejas debido a un parásito.
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La Cámara suma al amargo panorama otro “pero”: un aumento en la oferta de mieles adulteradas, algo que crece año tras año. Los consumidores se van en todas y los productores costarricenses no puede competir contra esos productos piratas.
Desde la Cámara de Apicultura le piden al Gobierno que muestre más compromiso y haga mayores esfuerzos para fortalecer la apicultura.
“Nuestras abejas, junto con el resto de polinizadores, ejercen una actividad imprescindible para el medio ambiente, la biodiversidad. La producción de alimentos que desaparecerían es enorme si no se apoya la apicultura costarricense”, concluye.
El 25 de noviembre del 2020 se aprobó en la Asamblea Legislativa un proyecto que declaró a la apicultura de interés público por la enorme importancia que tiene para muchas áreas del país.
Hay lugares donde ya se pusieron manos a la obra en la protección de las abejitas.
La Municipalidad de Oreamuno de Cartago, por ejemplo, sembró días atrás plantas que alimentarían a esos insectos tan beneficiosos.
El cantón cartaginés busca convertirse en un lugar ideal para la preservación de las abejas, pero no es suficiente como para que la producción de miel suba.