EscucharMario Redondo, alcalde de Cartago, pidió a los diputados ponerse a bretear para cambiar la ley y que se puedan despedir más fácilmente a los empleados públicos vagos, incompetentes y corruptos.
Es sabido que si se tiene una plaza en el sector público, ser despedido es prácticamente un sueño, sin importar si usted trabaja bien o no.
Según datos del Sistema Centralizado de Recaudación (Sicere), el cual registra a todos los asalariados del país, en diciembre del 2019 eran 324.299 trabajadores en ese sector.
De acuerdo con los datos de la Ley de Presupuesto Nacional 2020, los salarios de este sector representan, sin tomar en cuenta la deuda, el 41,2% del total del presupuesto del Estado.
La Teja conversó con el alcalde para que nos detallara en qué consiste la iniciativa y cómo va.
¿Ya hizo el planteamiento formal de esta iniciativa a alguno de los diputados?
Hemos hablado del tema con algunos diputados. En realidad este es un problema añejo que tiene este país y que es muy difícil. Nosotros tenemos una enorme complicación para tratar de mover funcionarios que a veces no dan la talla. Lo estamos experimentando.
Le pongo un ejemplo, tenemos a una persona acá (en la muni de Cartago) que le pidió cien mil colones prestados a un usuario de la municipalidad a cambio de un trámite. Nosotros le abrimos el proceso, el funcionario se va de fiesta, falta los lunes, tiene cinco procesos administrativos abiertos y no hemos podido despedirlo porque hay que seguir una serie de trámites complicadísimos.
Por eso estamos trabajando en esto, hablé con el diputado Pablo Heriberto Abarca y queremos complementarlo con las propuestas que hay de Empleo Público.
¿Cuántos casos similares se ha encontrado usted desde que asumió como alcalde?
Hay varios. A veces hay una cultura que no estimula la excelencia. Cuando la gente la lleva suave y no pasa nada, cuando la gente se mantiene sobre la base del amiguismo, obviamente eso hace que una cultura de mediocridad sienta que puede mantenerse. El tema es cambiar las cosas y tratar de establecer una cultura de excelencia para premiar el esfuerzo y reprimir la vagancia o la falta de resultados.
¿La famosa evaluación anual que se le hace a los empleados públicos no sirve?
Me parece que todavía falta bastante por mejorar en ese tema de la evaluación. Nosotros estamos haciendo lo propio para vincularla directamente a resultados y estableciendo cartas de compromiso. Le pedimos a cada una de las áreas una carta de compromiso de resultados con la ciudadanía.
¿Qué tan difícil es despedir a alguien en el sector público?
Es un mundo, se presentan recursos a la norma, acciones de inconstitucionalidad que duran años y al final, cuando se va a sancionar, el funcionario ya se pensionó o el caso está prescrito. Sancionar es un procedimiento lento, tedioso y en esto pasa lo mismo que en el sistema procesal penal, no está hecho para defender a la víctima, sino para defender al infractor.
Entonces eso está generando una impunidad que es contraproducente y una sensación de, “aquí puede pasar cualquier cosa y no me van a hacer nada porque les cuesta mucho agarrarme, porque si me agarran, procesarme cuesta muchísimo. Si me procesan, condenarme les cuesta más por el asunto de recabar la prueba y por la lentitud".
Tenemos procesos ordinarios donde los abogados defensores mandan a última hora justificaciones indicando que se incapacitan, que no pueden llegar, entonces los procesos se alargan hasta generar impunidad.
Usted también trabajó en la Asamblea Legislativa como diputado, ¿ahí también se topó con este tipo de funcionarios?
Sí, me parece que en todo lado. En la administración pública sobran y faltan funcionarios. Sobran muchos que no tienen la camiseta puesta y faltan los que la tengan, porque a veces no se llega por méritos, sino por otras cosas.
No tenemos cultura de excelencia, porque el funcionario bueno es tratado igual que el funcionario malo. Uno que llega puntual, recorre la milla extra y no es cuatrero, tiene el mismo trato que otro que no está comprometido, al final eso desincentiva. Los que no se comprometen reciben la misma anualidad y hasta se dedican a sacar otros cursitos que aumentan la carrera profesional y terminan ganando más de los que sí se sudan la camiseta.
Otro asunto al que usted le entró con los tacos de frente fue al gasto. Desde que usted llegó a la municipalidad de Cartago ¿cuánto recortó?
Es totalmente factible reducir el gasto, hay múltiples partidas. Si uno se pone a revisar renglón por renglón, encuentra muchas áreas en las que se puede racionalizar. Se trata de voluntad, compromiso y pensar en función del usuario.
Nosotros le hemos dicho al personal que debemos trabajar conscientes porque a la gente le cuesta hacer un esfuerzo para venir a pagar el impuesto de bienes inmuebles y los servicios públicos. Hemos eliminado muchos contratos innecesarios, en eso logramos reducir más de 600 millones de colones.
Se debe tener un compromiso real con la reducción del gasto. Ayuda mucho una directriz girada a cada unidad organizacional que pida justificar cada uno de los rubros de gasto. Aquí cada gasto después de cierto monto debe pasar por alcaldía y tengo una gente encargada de revisar esto con lupa. Así hemos logrado frenar una gran cantidad de gastos, ya sea eliminándolos o reduciéndolos.
El 1 de mayo recibimos una municipalidad con un déficit (gastos por encima de ingresos) del 25%, al 31 de agosto lo habíamos bajado a 10,3% y al 30 de setiembre lo habíamos bajado a 7,2%. Hemos recortado gasto no esencial en 630 millones de colones y hemos mejorado sustancialmente la recaudación.
