Gracias a la idea del padre Rosendo Valenciano fue que Feliciano Álvarez, cura párroco del Santuario Nacional Santo Cristo de Esquipulas, en Alajuelita, decidió encargarle al sacristán José María Carmona Arias la misión de subir al cerro San Miguel todos los materiales que necesitaban para construir una enorme cruz en ese lugar. Era el año 1933.
Hoy, 90 años después, como don José María ya falleció, conversamos con su nieto, Víctor Solano Carmona, quien nos contó lo que siempre escuchó en su casa sobre la construcción de la Cruz de Alajuelita, por parte de su mamá, doña Ana Joaquina Carmona.
“Fueron años lindísimos para la familia. La construcción de la Cruz de Alajuelita se convirtió en todo un evento para la comunidad y para nuestra familia (Carmona-Badilla), era una fiesta diaria porque nuestra casa se convirtió en la bodega en la cual se dejaban todos los materiales que después se subían al lugar exacto donde hoy día sigue la cruz, una finca que era propiedad de don Marcos Salazar Mora, quien donó el terreno.
“En la subida del material duró casi dos años, todo comenzó en 1933 y se extendió hasta 1934. Con mucho orgullo le puedo decir que todavía en casa hay una carreta que se usó para subir los materiales. Fue mi abuelo quien les ponía los bueyes a esa carreta y la cargaba con piezas de hierro de casi dos metros y comenzaba a subir”, nos explicó don Víctor, quien vive en la casa que se usó de bodega, en San Josecito de Alajuelita, a unos 5 kilómetros del cerro San Miguel.
Don Víctor recuerda que su mamá le contaba que don José María llegaba dos kilómetros antes del lugar en donde hoy está la cruz, porque a partir de ahí el terreno era demasiado empinado y ni los bueyes subían, por eso les tocaba montar el material en horquetas de madera y subirlo a pura fuerza y con ayuda de voluntarios que jalaban con mecates las cargas.
“Todos los voluntarios que participaron lo hicieron con mucho orgullo y amor, ninguno cobró un cinco, mucho menos mi abuelo que era el sacristán (puesto que tuvo por más de 20 años).
“Abuelo siempre contaba lo de la construcción de la Cruz de Alajuelita con tremendo orgullo y mi mamá estaba orgullosa de su papá y yo, su nieto, me siento orgulloso de que mi abuelito haya participado en la construcción de un emblema tan querido para los alajueliteños. Bueno, es querido por todo el país, de eso estoy seguro”, comenta el nieto.
Hubo voluntarios de San Sebastián, lo que hoy se conoce como los Hatillos, Alajuelita y Escazú. Se necesitaron muchas carretas, bueyes, mecates y troncos para la subida de materiales. Cuando tocaba subir material los fines de semana, aquello era un fiestón porque las familias aprovechaban para compartir.
“El tema de la cruz y su construcción es algo que también cumple 90 años en nuestra familia porque siempre sale en las conversaciones. La gente que nos visita ve la carreta y nos pregunta cuántos años tiene y ahí comenzamos a contarles lo duro que fue todo el proceso de construcción. Mi abuelo y toda la gente de aquella época en verdad hicieron un trabajo con amor y sacrificio”, analiza don Víctor.
Doña Carmen Mesén, nos contó que su abuelito materno, Antonio Mesén Retana y su papá, don Mario Mesén Mora, ayudaron a subir los materiales.
“Papá tenía siete años y solo recordaba alegrías de aquella época, le encantaba subir con abuelo en la carreta a dejar el material. Es lindo saber que mi familia ayudó en la construcción de la cruz.
“Había historias de que se puso ahí para evitar que se formara un volcán, en fin, lo cierto es que esa cruz es un orgullo para los alajueliteños”, comentó doña Carmen.
Monumento del Año Santo
El Sistema de Información Cultural del ministerio de Cultura, registra así la construcción de la Cruz de Alajuelita: En 1933 el padre Álvarez fue ayudado por el padre Rosendo Valenciano procedente de la iglesia de la Merced en San José, para la construcción de un monumento de fe católica que recordara los XIX siglos de la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo, de la institución de la Eucaristía y de la fundación por Jesucristo de la santa Iglesia católica, dicho monumento es una cruz de 26 metros de alto, colocada en la cima del cerro San Miguel, a 2.036 metros sobre el nivel del mar.
El padre Álvarez conformó un comité auxiliar y fundador para la construcción de dicho monumento, en reunión con las familias más destacadas y colaboradoras del cantón, en un acta que aún se conserva y fue firmada por 28 personas, incluyendo el párroco, se comprometieron a llevar a cabo tan distinguidísima intención de fe.
El pueblo estuvo de acuerdo y cooperó en el acarreo de materiales, los cuales fueron parte del sobrante de la construcción del muelle de Puntarenas. También se dice que se usaron sobrantes de la construcción del puente sobre el río Barranca.
Tuvo un costo de 32 mil colones, de los cuales el gobierno donó 7.000 colones para las estancas de acero y el resto fue recaudado por el pueblo.
Este monumento se finalizó el 8 de julio de 1935 con una misa solemne en presencia de los feligreses que caminaron hasta el cerro. En 1984 comenzó a funcionar su iluminación eléctrica.
Signo de fe
El padre Enrique Rivero Hidalgo, cura párroco del Santuario Nacional Santo Cristo de Esquipulas, asegura que la Cruz de Alajuelita es un signo de la fe que compartimos la mayoría de costarricenses.
“Es un punto especial en el Valle Central que desde allí nos recuerda nuestra fe. Yo nací en San José y desde chiquitico contemplaba la Cruz de Alajuelita.
“Es un sitio de peregrinación. Nosotros en Alajuelita, para Semana Santa, el 1 de abril, tenemos una peregrinación que saldrá a las 7:30 a.m., hacia la cruz, haciendo un vía crucis en el recorrido con el apoyo de la municipalidad de Alajuelita que nos dará apoyo con la Policía Municipal, también irá Fuerza Pública y la Cruz Roja. Es un compartir de fe y amor a Jesucristo”, explica el padre Rivero.
“Como parte de las actividades de la Jornada Mundial de la Juventud, el próximo 15 de abril habrá otra peregrinación de parte de la Pastoral Juvenil de nuestro Santuario que incluye a feligreses de la arquidiócesis.
“Es un punto de encuentro que nos recuerda el amor de Dios. Tiene la dificultad del ascenso y eso nos recuerda nuestro cristianismo que significa eso, enfrentar las dificultades y llegar a un punto culminante: estar con nuestro Señor.
“Ahora que está iluminada por las noches, se vuelve un signo, además, que nos recuerda la luz del Señor en medio de la oscuridad y que Dios es luz en nuestras vidas. La cruz tiene mucho significado para nosotros, nos recuerda nuestra identidad como cristianos”, concluyó el párroco.
Nuevo proyecto
El pasado miércoles 29 de marzo, según nos confirma el alcalde de Alajuelita, Modesto Alpízar, en la sala de sesiones del Concejo Municipal de Alajuelita, se presentó un nuevo proyecto para darle mantenimiento y restaurar la Cruz de Alajuelita.
“El deterioro a través de los años por el poco mantenimiento, la humedad y la gran cantidad de gente que visita todas las semanas la cruz, sobre todo desde que comenzó la pandemia, es significativo. Hay partes de metal que ya están con huecos, por eso hay que meterle mano al asunto.
“Como la cruz está sobre un montículo y sube mucha gente en motos y cuadraciclos, nos preocupa que no se falseen las bases, por eso se presentó el proyecto para convertir la cruz en un destino turístico, dándole todas las mejoras que urgen para que la gente que la visite tenga un buen ambiente. Se construirá un muro de contención al frente de la cruz para darle protección, pero ese muro se hará en forma de anfiteatro para que cuando sea visitada se puedan hacer actividades culturales y de todo tipo”, explica el alcalde.
Para este proyecto también están organizando a los vecinos en una asociación local para que sean ellos los que se encarguen de consolidar la Cruz de Alajuelita como un destino turístico que genere ingresos económicos a la comunidad.